Realizamos un recorrido en profundidad por la postneopsicodelia de 2007 a 2017: Animal Collective, MGMT, Tame Impala… Y un presente que no te lo acabas.
Las etapas de crisis suelen conllevar tres efectos diferenciados aunque, muchas veces, relacionados entre sí: 1) Agudizar el ingenio para ser más imaginativos o, simplemente, sobrevivir. 2) Multiplicar el sentimiento de nostalgia por un pasado considerado mejor y más feliz. 3) Fomentar la evasión para huir de la cruda realidad.
Durante la última década, concretamente a partir de 2008, se hizo patente la cada vez mayor necesidad de crear y vivir nuevas sensaciones en un espacio y un tiempo distintos a los reales a medida que fue creciendo la desazón por el presente y el futuro. La nueva ola psicodélica germinada en ese período permitió abrir un salvoconducto hacia una dimensión paralela más plácida (y placentera) donde edificar otros paisajes, flotar entre nebulosas mentales y liberarse de cualquier anclaje físico y temporal.
A lo largo de ese proceso de construcción, los sucesores de la neopsicodelia florecida entre la segunda mitad de los 80 y la primera de los 90 actualizaron la experimentación alucinógena (y alucinada) de muchos de sus predecesores inmediatos. Y no sólo eso, sino que también colocaron en un segundo plano el componente contracultural y crítico derivado de los antepasados que habían plantado la semilla psicodélica primigenia en los años 60 (justo en estos meses estivales se ha cumplido el 50 aniversario del Verano del Amor en San Francisco) para centrar sus esfuerzos en la alteración acústico-sensorial y en la estimulación emocional.
No trataron, por tanto, de introducirse en el sistema, revertir sus convenciones desde dentro y romper sus límites en pos de una utopía. Su gran mérito reside, esencialmente, en haber ensanchado las fronteras estéticas de la psicodelia recurriendo por igual a manifestaciones contemporáneas y retromaníacas, a pesar de exhibir su supuesta superficialidad al rebajar su preocupación por las cuestiones éticas en medio de una época dominada por la deshumanización de la vida debido a las relaciones digitales, la recesión económica y la depresión social.
En el 2007, sin embargo, no se avistaba todavía ese negro horizonte, pero ya estaba próximo… En aquel momento aún se vivía en el interior de una burbuja de positividad, luz y color que se tradujo en el salto adelante de una serie de grupos y artistas que definirían las pautas de la psicodelia moderna: MGMT publicaron su debut en largo, “Oracular Spectacular” (Columbia / RED Ink, 2007); Animal Collective presagiaron su posterior explosión con “Strawberry Jam” (Domino, 2007); Panda Bear, a su vez, había anticipado los pasos de su banda nodriza en “Person Pitch” (Paw Tracks, 2007); y Deerhunter activaron su imparable ascenso con “Cryptograms” (Kranky, 2007).
Es decir, que hace diez años se prendió la chispa adecuada que encendería la llama de la que se podría denominar postneopsicodelia, aunque no exclusivamente en Estados Unidos. Al otro lado del Atlántico, en Gran Bretaña, el revival post-punk empezaba a desinflarse y debía asomar otra etiqueta que ocupara su hueco, lo que explicaría la evolución que The Horrors practicaron desde el garage-punk-rock de “Strange House” (Loog, 2007) a la lisergia eléctrica en sólo dos años. Y, aún más lejos geográficamente, en nuestras antípodas, un hombrecillo de melena lacia y permanente fular al cuello llamado Kevin Parker y residente en Perth sacaba de su chistera a Tame Impala, dispuesto a convertir la nueva marea psicodélica en un tsunami.
De estos ejemplos se desprenden los puntos de referencia del mapa de la psicodelia contemporánea… 1) Estados Unidos, a través de los herederos de la tradición psicotrópica de los 60 y 70, de la cultura hippy, de los primeros experimentadores del LSD, de mitos pop como The Beach Boys, de bandas posteriores como The Brian Jonestown Massacre, The Flaming Lips o Mercury Rev y de colectivos como Elephant 6. 2) Gran Bretaña, mediante los descendientes de los Beatles más psicodélicos, de los Pink Floyd primitivos y reformulados sin Syd Barrett, de la escena de Canterbury, de Hawkwind, de los ancestros del krautrock alemán, de los astronautas del rock espacial Spacemen 3, Sonic Boom, Spiritualized y Loop, del shoegaze y del acid-rock que conectaba los 60 con los 90 y de células imprevisibles como Super Furry Animals. 3) Oceanía (no sólo Australia), en la que la mezcla de varios de los ingredientes anteriores dio como resultado que se transformara en un paraíso psicodélico cuya singularidad provenía de su aislamiento geográfico, de una visión musical personal e intransferible y de la retroalimentación entre algunos de sus miembros.
En 2009, ya con el mundo occidental resquebrajándose, entrando en una profunda desaceleración y diluyéndose sus principios y valores, se intensificó la exigencia de usar un filtro caleidoscópico para observar los acontecimientos desde una óptica diferente. Así se fraguaron las condiciones oportunas que propiciaron un primer estallido provocado por “Merriweather Post Pavilion” (Domino, 2009) de Animal Collective y “Veckatimest” (Warp, 2009) de Grizzly Bear, que eclipsó el reciclaje de The Horrors en “Primary Colours” (XL, 2009) y la (sigilosa) salida del primer single oficial de Tame Impala, “Sundown Syndrome” (Modular, 2009). De este modo, los principales tres ejes de la postneopsicodelia comenzaban a extender sus ramificaciones por todo el globo terráqueo y a sentar las bases de un big bang revivalista que se propagaría como la pólvora una vez iniciada la segunda década de los 2000.
MGMT fueron los encargados de insuflar renovadas energías a la corriente en 2010 con “Congratulations” (Columbia, 2010), el cual, aun siendo inferior a su anterior trabajo, sirvió para consolidar su condición de banda fundamental en el género más allá de ser carne de tendencias sonoras efímeras y modas extramusicales. Aquel mismo año, Ariel Pink (con sus Haunted Grafitti) dio el gran golpe gracias a “Before Today” (4AD, 2010) y sacó brillo al lado más lo-fi y glam de la lisergia del siglo 21 canalizándola a través de su extravagante personalidad. Y Avey Tare viró hacia un avant-pop más oscuro con respecto al de Animal Collective en “Down There” (Paw Tracks, 2010).
Tres años después, se situaron en la vanguardia del batallón estadounidense Foxygen con el viaje retro realizado en “We Are The 21st Century Ambassadors Of Peace & Magic” (Jagjaguwar, 2013) y Youth Lagoon, que destacó con el policromático y magnético “Wondrous Bughouse” (Fat Possum, 2013). En esta etapa, los otros padrinos de la corriente no se quedaron en silencio: Deerhunter publicaron el evocador “Halcyon Digest” (4AD, 2010); Panda Bear hizo lo propio con “Tomboy” (Paw Tracks, 2011); Grizzly Bear jugaron con las formas del psych-folk y del pop barroco en “Shields” (Warp, 2012); y Animal Collective no fueron capaces de igualar el triunfo creativo de “Merriweather Post Pavillion” con “Centipede Hz” (Domino, 2012).
A unas cuantas millas de Norteamérica, en Oceanía se produjeron varios hitos entre 2010 y 2013 que marcaron el paso de la postneopsicodelia hasta hoy: Connan Mockasin concretó sus piruetas químicas en “Forever Dolphin Love” (Phantasy / Because, 2011) y “Caramel” (Phantasy / Because / Mexican Summer, 2013); Unknown Mortal Orchestra (neozelandeses de origen aunque afincados en Portland) se embadurnaron de baja fidelidad en “Unknown Mortal Orchestra” (Fat Possum, 2011) y “II” (Jagjaguwar, 2013); y Tame Impala se erigieron en tótems con “Innerspeaker” (Modular, 2010) y el catártico “Lonerism” (Modular, 2012).
El caso de Kevin Parker representa el paradigma de la postneopsicodelia. Partiendo de referentes clásicos tanto del pop como del rock, halló el método perfecto con el que amalgamar pasado y presente apoyado en una producción de diseño tan calculada como lustrosa. El geniecillo de Perth ha exhibido desde el estreno en largo de su proyecto grupal su extrema habilidad para volcar en el estudio las múltiples ideas que pululan por su inquieta cabeza y que en “Lonerism” alcanzaron su cúspide. Desde ese trabajo, Tame Impala no sólo han logrado que su estilo sea automáticamente reconocible, sino que también se han erigido en influencia incluso fuera del territorio alternativo, ya que los ecos de su último LP, “Currents” (Modular, 2015), han alcanzado diferentes esferas del pop. Al calor del éxito de Tame Impala, Pond darían el puñetazo sobre la mesa psicodélica con “Man It Feels Like Space Again” (Caroline, 2015) y King Gizzard & The Lizar Wizard empezarían a ganar fama más allá del circuito independiente australiano gracias al frenético artefacto psych-rock “Nonagon Infinity” (ATO, 2016).
Precisamente, la vertiente más eléctrica de la psicodelia contemporánea encontró su espacio ideal de desarrollo en Gran Bretaña con The Horrors a la cabeza. Su transición del rock garagero a la psicodelia con tintes nuevaoleros se consumó definitivamente en “Skying” (XL, 2011) y ensanchó sus límites en “Luminous” (XL, 2014) hacia estilos poco originales pero notablemente asimilados (el sonido Madchester o el shoegaze). Tampoco se definieron por su carácter innovador las respectivas óperas primas de TOY y Temples, “TOY” (Heavenly, 2012) y “Sun Structures” (Heavenly, 2014), que vieron la luz en la época en que The Horrors parecían indicarles el camino a tomar. Y, voluntariamente o no, ambas bandas siguieron su estela con sendas propuestas potentes y vigorosas. Si en latitudes más lejanas el pop se filtraba en la postneopsicodelia (“Panda Bear Meets The Grim Reaper” -Domino, 2015- de Panda Bear y «Multi-Love» -Jagjaguwar, 2015- de Unknown Mortal Orchestra fueron dos de sus máximas expresiones ), en las islas británicas el rock se encargó de aportarle vitaminas y proteínas.
Además de los protagonistas principales comentados, los actores en apariencia secundarios -aunque no tanto en determinados momentos- colaboraron en la multiplicación de los efectos del estallido psicodélico en el siglo 21.
En Estados Unidos: Ty Segall (como demiurgo hiperactivo del garage-rock ya fuera a solas, con su banda o en proyectos como Fuzz o GØGGS) y su compinche White Fence, Prince Rama (cultivando el psych-dance-pop), Portugal. The Man, Moon Duo (y Wooden Shijps, el grupo de Erik ‘Ripley’ Johnson, uno de sus miembros fundadores), Drugdealer (conducido por el angelino Michael Collins cual comuna musical integrada por artistas como Weyes Blood o el mismo Ariel Pink), The Black Angels (defensores del psych-rock más puro), Yeasayer, Magic Trick, Sam Flax, Wampire, Cave, The Lemon Twigs o Nick Hakim (este perfumado con fragancias soul).
En Oceanía: The Ruby Suns, Wunder Wunder, Soft Hair (la unión de Connan Mockasin con el británico Sam Dust –LA Priest, Late Of The Pier-), GUM (alias de Jay Watson, componente de Tame Impala y Pond), Methyl Ethel (especialmente su primer álbum, “Oh Inhuman Spectacle” -Dot Dash, 2015-), Jagwar Ma (bebiendo de las fuentes noventeras del Madchester y el baggy sound), Psychedelic Porn Crumpets o Coloured Clocks.
En Gran Bretaña: S.C.U.M. (con lazos familiares con The Horrors y disueltos en 2013), Chapel Club (cuando se pusieron el disfraz de Animal Collective en “Good Together” -Ignition, 2013- antes de finiquitar su carrera), Django Django, los electrónicos Beyond The Wizards Sleeve o Shock Machine, la aventura en solitario del ex-Klaxons James Righton.
La onda expansiva de esta explosión se extendió al resto del planeta, hasta convertir el globo terráqueo en una gran Arcadia en la que caben sonidos lisérgicos de todo tipo. Por ejemplo, en Latinoamérica Föllakzoid y The Holydrug Couple (Chile), Boogarins (Brasil), Lorelle Meets The Obsolete (México), Las Robertas (Costa Rica) y Él Mató a un Policía Motorizado (Argentina) han exprimido y exprimen todas las posibilidades del género desde diversas perspectivas estilísticas: cosmic y trance music, prog-rock, kraut y space rock, shoegaze, noise e indie-pop-rock.
Saltando el charco de vuelta a Europa, Jacco Gardner (Países Bajos) y Melody’s Echo Chamber (Francia) se fijan en el barroquismo y en el pop setentero tan pulcro como magnético. En Turquía, Gaye Su Akyol funde música tradicional otomana y psych-rock. Y en Portugal, tierra apasionada de la psicodelia, ha brotado una pléyade de grupos del ramo, desde los atmosféricos Sensible Soccers hasta los narcóticos Black Bombaim y Equations.
Para cerrar el mapamundi de la postneopsicodelia, España presenta una amplia gama sonora: dentro del terreno del pop, Aurora, Wild Honey, Aries, Dois, Solo Astra, Rufus T. Firefly, Mucho o Alien Tango; dentro del rock, Fogbound, Melange, Puma Pumku o Guerrera; dentro del kraut, Los Pilotos o Jupiter Lion; y, dentro del tecnopop, Hölögrama.
Pero regresemos a la triple alianza anglosajona para revisar varios discos significativos publicados a lo largo de 2017 que exhiben el espléndido estado de salud de la actual escena psicodélica.
[/nextpage][nextpage title=»Pond» ]THE WEATHER, de Pond. La historia de Pond está estrechamente vinculada a la de Tame Impala, más allá de que sean vecinos de Perth: compartieron en su día y comparten miembros entre sí y Kevin Parker es el productor habitual de sus discos. Si no fuera por el carisma de Nick Allbrook, incluso podría pensarse que Parker es el líder en la sombra de Pond, ya que su trabajo con ellos ha sido tan profundo que no sería extraño creer que le ha servido para experimentar con ideas a regurgitar luego con Tame Impala o que resultarían difíciles de encajar en el sonido de su propia banda.
En cualquier caso, muchas veces se ha tomado a Pond como el reverso rock-garagero y alucinado de Tame Impala, como constató el álbum “Man It Feels Like Space Again”. Hasta que vio la luz “The Weather” (Marathon Artists, 2017), el LP que ha catapultado definitivamente a Pond gracias a que, curiosamente, suenan más cercanos que nunca al estilo pergeñado los últimos años por Kevin Parker, cuya producción satinada se sitúa a la altura de los mejores momentos de su “Currents”, hecho que beneficia a las prestaciones de Allbrook y compañía.
Quizá esa evolución se observe como una dulcificación (como le sucedió a Tame Impala) de su derroche eléctrico, en ocasiones, incontenible. Pero, a cambio, permitió que Pond ampliaran su abanico de posibilidades hasta perfilar un disco sinuoso, lleno de matices, hipnótico, absorbente y salpicado de hits modelados según las formas del pop moderno y no tanto del rock retro: la pesimista y ensoñadora “30000 Megatons”, las fluorescentes “Paint Me Silver” y “Colder Than Ice” y la contagiosa “Sweep Me Off My Feet” se postularían como candidatas a entrar en un hipotético próximo álbum de Tame Impala si no estuviesen firmadas por Pond.
“The Weather”, cuyo concepto narrativo se basa en las peculiaridades de vivir en una ciudad como Perth y en un país como Australia alejado del resto del mundo, refleja a la perfección el alto nivel creativo que caracteriza a ese ecosistema musical tan peculiar y fértil.
[/nextpage][nextpage title=»Temples» ]VOLCANO, de Temples. Al igual que ocurrió en “Sun Structures”, Temples auto-produjeron “Volcano” (Heavenly / Fat Possum, 2017), con lo que disponían de la libertad suficiente para decidir qué dirección sonora tomar sin abandonar el carril del rock psicodélico de pátina sesentera que habían trazado con contundencia en su ópera prima. “Certainty”, tema que avanzó su segundo LP, demostraba que los británicos habían apostado por reformular su sonido aproximándose a un estilo sintetizado y caleidoscópico.
“Volcano” se presentaba, de ese modo, como un disco aperturista. Y, aun sin ofrecer novedades radicales, lo es cuando transita por la sugerente senda abierta por “Certainty” en “On The Savior”, “How Would You Like To Go” o “Celebration”. En este proceso, Temples eliminaron varias capas de la coraza acerada que cubrían buena parte de las canciones de “Sun Structures” y muestran el tuétano melódico de sus nuevas composiciones. De hecho, se podría establecer un paralelismo con Pond y su “The Weather” al profundizar en su cariz pop, terreno en el que Temples se desenvuelven a la perfección, independientemente de que apliquen mayor o menor peso eléctrico. Ahí aparecen para certificarlo “(I Want To Be Your) Mirror”, “Open Air”, “Mystery Of Pop” o “Roman Godlike Man”.
Efectivamente, Temples han ablandado varios ingredientes de una receta sonora que, eso sí, mantiene intacta su acentuada estética retro. Pero, con el cambio, enseñan cómo la energía del rock psicodélico no se crea ni se destruye, sino que adquiere múltiples formas cegadoras y adhesivas.
[/nextpage][nextpage title=»King Gizzard» ]MURDER OF THE UNIVERSE / SKETCHES OF BRUNSWICK EAST, de King Gizzard & The Wizard Lizard. King Gizzard & The Lizard Wizard ya han llegado al tercer disco de su serie de cinco a publicar a lo largo del 2017 con el fin de experimentar con diversas estructuras sonoras. Esta hoja de ruta, tan interesante como extravagante (aunque no tanto tratándose de la numerosa banda australiana…) comenzó con el ensayo microtonal “Flying Microtonal Banana” (ATO / Heavenly, 2017), un trabajo de desarrollo y formato, digamos, convencionales.
Pero estos esquemas saltan por los aires en “Murder Of The Universe” (ATO / Heavenly, 2017), un calco del planteamiento de “Nonagon Infinity”: una especie de ópera psych-rock non-stop y rebosante de electricidad que funciona como un trip cósmico con aspecto sci-fi de serie B distribuida en tres capítulos guiados por el histriónico Stu McKenzie y enlazados -como en los viejos discos psicodélicos- por la embrujadora voz de Leah Senior, que sitúan al receptor bajo una tormenta de hard-rock, fuzz garagero, kraut y heavy metal más atronadora incluso que la generada en “Nonagon Infinity” (que se cuela aquí en ciertos segmentos conectándose un álbum con otro). Si alguien pensaba que King Gizzard no podían superarse a sí mismos, que abandone esa idea.
Por el contrario, “Sketches Of Brunswick East” (ATO / Heavenly, 2017) representa el extremo opuesto de “Murder Of The Universe”. Realizado en colaboración con el músico angelino Mild High Club, los australianos se inspiraron en Miles Davis y en las enseñanzas del free jazz para, justamente, dejarse llevar libremente por la improvisación y romper sus moldes psicodélicos. En este caso, la locura y el desenfreno desaparecen a favor de la contención y la sugestión tamizadas por lisérgicos aires pop y soul (por momentos, cercanos a los de Unknown Mortal Orchestra).
Otra vez, surge la pregunta la recurrente desde que King Gizzard & The Lizard Wizard empezaron a ejecutar su plan discográfico para este 2017: ¿qué sorpresa nos deparará su siguiente trabajo?
[/nextpage][nextpage title=»Moon Duo» ]OCCULT ARCHITECTURE, VOL. 1 / OCCULT ARCHITECTURE, VOL. 2, de Moon Duo. Moon Duo dividieron su nuevo álbum en dos volúmenes: el primero, teóricamente, oscuro; el segundo, más luminoso. Dos caras de la misma moneda psicodélica que Eric ‘Ripley’ Johnson y Sabnae Yamada guardan en sus bolsillos y a la que sacan brillo a base de una solución que mezcla una poderosa rítmica (en muchas fases tendente al krautrock) regada de sintetizadores espaciales y cruzada por guitarras rugosas. Con esa fórmula, el dúo de Portland se acerca a la lisergia arenosa y desértica, aquella que busca la hipnosis a través de giros sonoros realizados en espiral, riffs guitarreros tan afilados como evanescentes y una dinámica imparable.
“Occult Architecture, vol. 1” (Sacred Bones, 2017), según la idea de Moon Duo, debería ser la mitad sombría de su doble disco, tal como marca de inicio “The Death Set”. Pero, en realidad, no lo es tanto, ya que entre la energía que emanan sus piezas más rotundas, como “Creepin’” o “Cross-Town Fade”, se cuelan intensos rayos de luz que alumbran su fuerza percusiva y sus penetrantes desarrollos instrumentales. Moon Duo muestran así todo su impetuoso vigor y prefieren dejar cualquier atisbo de evocación para el segundo volumen.
Así, en “Occult Architecture, vol. 2” (Sacred Bones, 2017) Moon Duo relajan su nervio y sacan a relucir su lado más insinuante en un conjunto de piezas que -la pareja no mentía- desprenden una luz cálida, suave y envolvente. “New Dawn” y “Lost In The Light” (sus títulos, como el algodón, no engañan) lo ejemplifican a la perfección, atravesando espacios gaseosos y abriendo diferentes puertas de la percepción que dan acceso a paseos galácticos con Spacemen 3 / Spiritualized como conductores (“Crystal World”).
Si “Occult Architecture, vol. 1” engancha por sus golpes electrizantes, “Occult Architecture, vol. 2” se filtra por los oídos y sumerge las neuronas en un líquido ácido de efectos alucinógenos progresivos.
[/nextpage][nextpage title=»¿Futuro?» ]¿Y AHORA QUÉ? Al margen de los dos discos que a King Gizzard & The Lizard Wizard les faltan para redondear su prolífico 2017, en el horizonte aparecen los nuevos álbumes de Ariel Pink (“Dedicated To Bobby Jameson” -Mexican Summer, 2017- tiene pinta de que será otra gran obra del californiano), The Horrors (“V” -Caroline, 2017-, cuyos adelantos “Machine”, “Something To Remember Me By” y «Weighed Down» denotan otro cambio de rumbo en el sonido de la banda), Melody’s Echo Chamber (“Bon Voyage”, con fecha de salida incierta dado el reciente accidente sufrido por Melody Prochet) o MGMT, que alargarán el círculo abierto en 2007 con el próximo “Little Dark Age”.
Mientras tanto, Kevin Parker continuará con su año de descanso después de completar la exitosa gira de “Currents” y de coquetear con algunas figuras del mainstream como Lady Gaga y Rihanna (que versionó su tema “New Person, Same Old Mistakes”), lo que refrendó en su momento su condición de hombre de moda en el territorio pop.
Por desgracia, la negra realidad que vivimos nos obligará a no dejar de buscar vías de evasión que nos trasladen a mundos imaginarios más luminosos, así que da la sensación de que la postneopsicodelia seguirá siendo una respuesta idónea a esa necesidad escapista, que se concreta colectivamente en eventos como los festivales Pysch Fest dentro de nuestras fronteras o, fuera de ellas, el californiano Desert Daze, un edén de la lisergia clásica y contemporánea.
Dada la pesimista y agitada situación del panorama que nos rodea, la postneopsicodelia, absolutamente asentada y definida después de una década de crecimiento, quizá se convierta en una corriente musical de expansión y duración infinitas… [Disfruta a continuación de dos playlists postneopsicodélicas que también puedes gozar en el perfil de Fantastic Mag en Spotify]
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