[dropcap]C[/dropcap]UADERNO DE BITÁCORA: VIERNES, 18 DE JULIO. Una fecha fatídica que quedará grabada a fuego en los anales de portAmérica. Durante nuestro desplazamiento destino Nigrán, las señales no eran nada halagüeñas: niebla y lluvia torrencial. Así se las gasta el verano galaico, que puede obligar, inesperadamente, a hacer un curso acelerado de cómo soportar la crudeza del invierno en el mes de julio.
Con todo, en Porto do Molle la principal preocupación no eran las intensas precipitaciones y sus consecuencias sobre un encharcado y embarrado terreno o sobre los humedecidos escenarios, sino la alerta oficial de tormenta eléctrica (bastaba con fijarse en el ennegrecido cielo para ser consciente del peligro…), que amenazaba la seguridad de todos los allí presentes. Finalmente, esmerArte, la organizadora, tomó la decisión menos deseable pero más justificada: cancelar la programación de la jornada después de que los colombianos Mitú y Systema Solar aún tuvieran margen para cumplir con sus actuaciones.
El viernes iba a ser el día en que en portAmérica Rías Baixas 2014 se produjera una beneficiosa convergencia intergeneracional, se escuchase una saludable diversidad de estilos compactada en más de ocho horas de música en directo y se celebrase un concurrido mini-festival dentro del festival. Pero la posibilidad, por mínima que fuera, de que algunos de los más de 200 rayos que cayeron durante la noche en la provincia acertara en la diana de Porto do Molle impidió que Nikki Hill rompiese corazones con su rock&roll vintage, Calle 13 lanzasen sus calientes arengas contra las injusticias planetarias, Andrés Calamaro lamentase a su manera la derrota argentina en la final del Mundial de fútbol, Niños Mutantes cantasen que todo iba a cambiar, Vetusta Morla consiguiesen su tercera victoria consecutiva en unos de sus certámenes fetiche y Novedades Carminha quisieran ver bailar a todo el mundo. Una frustración global que devino en una avalancha de quejas, dudas y preguntas procedente del decepcionado y resignado público que los responsables del evento afrontaron con templanza y tesón para sobreponerse a las dificultades y recuperar la normalidad a toda costa. En eso consiste también el espíritu portAmérica…
[dropcap]C[/dropcap]UADERNO DE BITÁCORA: SÁBADO, 19 DE JULIO. Antes de partir otra vez hacia nuestro punto de destino, nuestros ojos sólo se fijaban en el firmamento para cerciorarnos de que los nubarrones y los chubascos se habían alejado. Kairós, dios del clima para los griegos antiguos, debía ser benévolo y protector. Ya dentro del reacondicionado y reanimado recinto de Porto do Molle, se palpaba una tensa calma a la espera de que la estabilidad meteorológica regresase para quedarse a lo largo de la que se podría denominar la etapa más rockera del portAmérica Rías Baixas 2014. Mientras la luz diurna duró, así fue…
Las secuelas de la suspensión del día anterior nos obligaron a perdernos el arranque de la jornada conducido por Belöp, Full y Villanueva, con lo que nuestro primer contacto sabatino con el escenario SON Estrella Galicia se realizó ante los históricos The Sonics incendiando su añejo garage-rock con el mismo ímpetu de su juventud aunque -la edad no perdonaba- estáticos en sus posiciones. Lo que no influía para nada en su permanente dinamismo para interpretar un repertorio clásico hasta la médula (allí quedaron sus revisiones de los incunables “Money (That’s What I Want)” y “Louie Louie”) y tan ardiente como el infierno donde en el pasado debieron de hacer un pacto con el demonio que les otorgó la juventud (musical) eterna. Algo así sugería “I’ve Got Your Number & It’s 666”, entre alaridos típicamente rocanroleros y riffs desenfrenados. Su show, culminado por un merecido bis, certificó que The Sonics no se habían subido a las tablas para lucirse como simples viejas glorias.
Y de un directo rotundo a otro, el de León Benavente, que despejaron de un plumazo (mejor dicho, de un guitarrazo) las dudas de aquellos que se cuestionaban el tirón de la (súper)banda desde que publicaron su álbum de debut, el homónimo “León Benavente” (Marxophone, 2013). Aupados por un sonido nítido y sin fisuras, disfrutaron e hicieron disfrutar al público con su rock compacto y rocoso de discurso ácido y veladamente contestatario, que empujaba a gritar al unísono la soflama antimonárquica de “El Rey Ricardo”, la llamada a la acción de “Revolución” o la crítica al sistema imperante de “Las Hienas”. Sin conceder ningún momento de relajo, Abraham Boba y los suyos se vaciaron para dar un gran golpe sobre la aún seca explanada de portAmérica.
En contraste, Calexico decidieron tirar en la primera parte de su mestizo espectáculo por una reposada senda sonora sin abandonar su característico pop-rock sazonado con especias fronterizas y aderezado por el empaque del violonchelo y el piano y la frescura del acordeón y la trompeta. Después, reforzados en determinada fases por su camarada habitual Jairo Zavala (Depedro) y David ‘El Indio’ García (Vetusta Morla) como percusionista invitado, los de Tucson fueron calentando su particular (y contenida) verbena mariachi entre chapurreos de spanglish e incómodas gotas de lluvia cuya persistencia no deslució la festiva atmósfera ni las versiones calexicanas de “Love Will Tear Us Apart” de Joy Division y “Bigmouth Strikes Again” de The Smiths. Por suerte, los cálidos y chingones ritmos tex-mex de Calexico ganaron la batalla a la penetrante humedad galaica.
Nada Surf se sorprendieron del empapado recibimiento que les dispensó la climatología cuando aparecieron en el escenario Abanca, una situación que podían conocer bien de antemano dada su excelente relación con Galicia (de hecho, publicarán su próximo disco a través del sello Ernie Records) y su público. Un romance que se afianzó impulsado por el powerpop que los neoyorquinos aceraban (implacable “Clear Eye Clouded Mind” en el comienzo, “Cocrete Bed” o “Hi-Speed Soul”) o rebajaban (“When I Was Young”, “See These Bones” o “Inside Of Love”) para convertir su directo en una montaña rusa de emociones eléctricas. La contundencia de las melodías y los estribillos y la calidez de la trompeta del convidado Martin Wenk (Calexico) borraron poco a poco los déjà vu lluviosos de muchos de los asistentes recordando anteriores citas festivaleras hasta que “Blankest Year” los hizo añicos en un catártico mini-bis.
La sufrida audiencia se había desahogado a gusto bajo el intermitente chaparrón, aunque tendrían la oportunidad de completar el ritual guiada por Love Of Lesbian. Auto-introducidos y disfrazados al más puro estilo big band, con tres grandes pantallas de fondo, mucha luz y color, pergeñaron un espectáculo para las masas similar al que habían entregado en idéntico espacio dos año atrás. Es decir: calcaron las mismas pautas de entonces para encandilar a sus seguidores más apasionados, encantados por igual tanto con los temas más recientes de los barceloneses (“667”, “Pizzigatos”, “El Hambre Invisible”, “Si tú me Dices Ben, yo Digo Affleck”, “Manifiesto Delirista”) como con las piezas de “1999” (Warner, 2009), cuyos rescoldos empezaron a flamear en Nigrán mediante “Te Hiero Mucho (Historia del Amante Guisante)” y acabaron por reventar el termómetro con “Club de Fans de John Boy”. No faltaron los coros tarareados en comunión, las bajadas al foso de Santi Balmes ni los gestos de cara a la galería y sobraron los discursos facilones para animar al personal. Lo que sí echaron de menos algunos fue que no se consumara el rumor que sugería que Vetusta Morla aparecerían por sorpresa para compensar su forzada ausencia en la víspera. El chasco se esfumó en cuanto Love Of Lesbian finiquitaron su intervención con el tema del anuncio de la cervecera competidora de uno de los patrocinadores del festival de cuyo título no quiero acordarme y con el que se pretendió, por unos minutos, que el verano atlántico se pareciese al mediterráneo. Esa noche, imposible.
En cambio, sí que era una coyuntura adecuada, húmeda y oscura, para que El Columpio Asesino destapasen las esencias synth-kraut de su catálogo en general y de su notable último álbum, “Ballenas Muertas en San Sebastián” (Mushroom Pillow, 2014), en particular. De él hicieron un buen repaso exprimiendo su rítmica acelerada (“Babel”), su tono amenazante (“Escalofrío”, “Ballenas Muertas en San Sebastián”, “Entre Cactus y Azulejos”) y la lascivia, suciedad y sensualidad de sus letras -ojo a la voz y los movimientos de Cristina Martínez…-. Sin poder evitarlo, resultaba fácil quedar atrapado entre las espirales hipnóticas que los pamplonicas construían progresivamente para introducir en un trance sensitivo a la audiencia. Con la batería endureciéndose, el sintetizador funcionando a pleno rendimiento, las guitarras afilándose y el bajo percutiendo, El Columpio Asesino certificaron su fiabilidad y capacidad de atracción en vivo, multiplicadas en dos de las piezas más esperadas: “Perlas” -para servidor continúa siendo el mejor tema del grupo- y, claro, “Toro”, que desató la locura en el foso. El estruendo taurino se prolongó hasta la despedida final, con los componentes de León Benavente metidos de lleno en el aquelarre pamplonica.
Daba la sensación de que Najwa también montaría su particular ceremonia, en su caso de tintes místicos, inspirada en la electrónica reptante con la que arrancó su concierto. Pero la espiritualidad quedó para otra ocasión, ya que el cuerpo pedía movimiento. Así que la también actriz -cómoda en su papel de diva nocturna- enseguida se sumergió en cadencias dance de potentes graves y evidente pulso bailable que, pese a la desbandada de público, lograron mantener encendida la mecha para rematar el portAmérica Rías Baixas 2014 con el mejor sabor de boca posible.
De ello se encargó Eme dj, que tiró de hits (indie)fiesteros puros y duros (de The Clash, Empire Of The Sun, Beyoncé, Röyksopp & Robyn, Lykke Li, La Casa Azul, Spiller, Deluxe o ¡Raphael!) pasados por la batidora 4×4 en una sesión que, probablemente, no encajó en los esquemas de los más puristas pero que sí cumplió con el objetivo de calentar y obligar a danzar a todas las almas que habían resistido hasta el último minuto del festival.
[dropcap]C[/dropcap]UADERNO DE BITÁCORA: FIN (DE LA TERCERA PARTE) DEL TRAYECTO. Era frustrante presenciar cómo, al día siguiente de finalizar el portAmérica Rías Baixas 2014, el sol volvía a abrirse paso entre las desmenuzadas nubes cuando nuestra mente todavía reflexionaba sobre los efectos del efímero temporal de las dos jornadas previas y el forzoso regusto amargo que este había dejado tras de sí. Con todo, tales obstáculos no consiguieron ensombrecer, por un lado, el hecho de que la reunión nigranesa ha alcanzado, impulsada por sus valores transatlánticos, una gran magnitud y una excelente proyección -interna y externa- en tan sólo tres ediciones; ni, por otro, el pensamiento de que es y seguirá siendo el punto de encuentro y la segunda casa de todos los aficionados a la música y la cultura en sus máximas y más diversas expresiones. Nuestra costumbre anual no varía: ya emprendemos, desde este instante, el viaje hacia portAmérica 2015.
[FOTOS: Iria Muíños / David Ramírez]