«Virus Tropical» narra una etapa de la vida en la que la familia es lo más importante. Te sientes tan identificado porque esto es algo que nos pasa a todos. Y el cómic acaba cuando parece que el núcleo familiar se disuelve… ¿Era tu intención plasmar esta época con un principio y un fin tan marcados o fue algo natural? Tenía esa idea: me parecía increíble mi nacimiento y pensé en explicarla hasta los 18 años. Cómo contarlo es algo que sí que fui descubriendo mientras lo iba haciendo. Evidentemente, me fijé mucho en Julie Doucet o Marjane Satrapi, quien también tiene esos capítulos marcados con un título. Me pareció la mejor forma de estructurar algo que son un montón de anécdotas que pueden juntarse con una línea de tiempo.
Esa estructura capitular tiene que ser muy compleja de planificar… ¿Cómo lo haces para acabar encapsulando toda una vida en cápsulas pequeñas y autoconclusivas? Sí, es difícil. Primero me lo había planteado para ir publicándolo en un blog de Argentina, Historietas Reales. Cuando lo empecé, hacía historietas de una página y no me había planteado algo largo. Pero el segundo año me sentía con más confianza y me planteé contar esta historia que, desde el 2006, que es cuando empecé a dedicarme a esto, era la historia que quería contar pero que todavía no me había atrevido. Aprovechando la plataforma de Historietas Reales y la constancia que me proporcionaba esa página, me planteé hacer una página semanal. Tenía la idea en la cabeza, pero no tenía una estructura previa, sino que todo se iba dibujando sobre la marcha.
¿No había una estructura previa? Pues la verdad es que es algo que no se nota para nada al leer «Virus Tropical»… La cuestión era conseguir que alguien que no había leído lo anterior, en una página pudiera entenderlo todo y provocarle ganas de leer lo que había antes. En aquella época, además, la gente todavía comentaba en los blogs, y esa conversación hacía que yo pensara cómo hacer la página siguiente. Era algo parecido a lo que ocurría con mi ex-esposo, que es escritor: yo hacía una página, él la leía y me decía lo que opinaba. Esa conversación con los otros hacía que la construcción se fuera armando. Está bueno ir armándolo con la gente que te dice «esta parte me parece intersante y esta no«; y entonces te preguntas por qué a ti te parece interesante y lo quieres contar… ¿Porque es parte de tu vida o porque realmente es interesante para la historia? Más que pensar que es tu vida, tienes que pensar que es una novela.
Se puede incluír «Virus Tropical» en una corriente de novela gráfica autobiográfica. ¿Por qué crees que este es ahora un género tan predominante? Yo creo que, durante muchos años, estaba mal visto hablar de uno mismo. Internet tiene mucho que ver: de unos años para acá, cada uno tenía que armar su página, mostrar cómo es. Antes, eran los demás los que tenían que hablar de tí, no hacerte publicidad a tí mismo. Pero ahora tú mismo eres el que decides cómo quieres que te vean, ya sea a través de dibujos, de Fotolog o de la red social que elijas. Estamos en una época bastante egocéntrica. Cuando alguien me dice que yo enseño toda mi vida con mis dibujos, yo le respondo que él también en su Facebook. Todos estamos pasando por el mismo momento. También pienso que algo está pasando: la autobiografía ha tenido su momento pero la gente ya está buscando otras formas de narrar. Todo es cíclico.
En el caso de «Virus Tropical», me da la impresión de que es un cómic puramente visceral, tal y como has dicho. ¿Alguna vez te has planteado sobre-intelectualizar y psicologizar tu autobiografía en un estilo similar a, por ejemplo, Alison Bechdel? Cada uno se acerca a esa búsqueda psicológica de diferentes formas. Y yo creo que me acerco a esa búsqueda sin ponerle drama. Me digo: ay, si todos pasamos por cosas duras. Más que Alison, me influyó Julie Doucet: ella metía cocaína con su novio en Nueva York mientras dibujaba. Y yo me decía: ¡no puede ser! ¡Se atreve a contar eso! Pero te sientes completamente identificado: es un ser humano que está pasando por cosas que podrías vivir tú perfectamente. Esa conexión me parece maravillosa: dices que no es tu vida, sino que estás hablando de la vida de todo el mundo. O por ejemplo, el caso de Noga Rauch con la bulimia y la anorexia: cuando yo empecé a leer eso, pensé que era la mejor forma de liberarse y dejar de darle tanta importancia. Todos tenemos nuestros traumas: tenemos un ideal de que haya algo normal y no creo que exista.
Visto así, sí que puede pensarse que Bechdel sobredimensiona sus vivencias… No, es valiosa su forma de narrar. Me encanta. Está bien que exalte ciertas cosas. Y yo también lo hago: cuento mi vida, pero hay cosas a las que les subo el volumen porque es una novela.
Se nota que para tí ponerse delante de la página en blanco es algo muy natural. ¿Significa eso que no te pones límites o fronteras a la hora de crear? Sí, sí. Puedo ponerme un límite gráfico o un límite con el tema. Antes de nada, yo no me siento escritora: siento que con el dibujo puedo equilibrarlo. Escribir me cuesta trabajo: no es algo que se dé naturalmente. De hecho, la historieta no es algo que me sea fácil: necesito cierto estado de ánimo, necesito saber que voy a estar encerrada toda la semana. Necesito ciertas condiciones para lanzarme a la hoja en blanco: dibujo todos los días, pero la historieta me parece difícil porque me tienen que entender. Bueno, hay amigos que me dicen que qué importa si me entienden o no. Y yo respondo que yo quiero que me entiendan. Es como explicar un chiste y tener que explicar la gracia: el chiste tiene que entenderse por sí solo.
Pero por fronteras también me refiero también a límites, por ejemplo, en los que prefieras no entrar a la hora de narrar. Hay gente, por ejemplo, que me dice que en «Virus Tropical» no explico nada de Colombia. ¡Si empiezo a contar de Colombia habrían sido 700 páginas! Y yo tampoco es que tenga la voz para hablar de Colombia. ¿Por qué voy a ir a por un tema que no manejo bien, que pienso que si lo voy a utilizar es para atraer a ese público que quiere saber de la Colombia violenta? Ahí me puse un límite: quería contar las cosas que pasaron, como el tiroteo entre mafiosos, pero con el límite de que todo es muy natural.
Tengo que reconocer que el final de «Virus Tropical» me dejó algo triste… ¿Qué pasó con la familia disuelta después del final del cómic? Seguimos viéndonos, pero por individuos. De hecho, funciona mejor así: si estamos mi mamá, mi hermana y yo es tenso. Pero si veo a mi mamá está perfecto, si veo a mi hermana está perfecto. Por individuos es increíble, pero todos juntos es un desastre total. Además es que te conocen: saben demasiadas cosas. Llegas y te vuelves a sentir igual de niño, igual de ridículo. Después del «virus» viví en muchos sitios, en casas de amigas, en otras ciudades, y todavía no encontré un lugar donde quedarme. No sé si algún día lo voy a encontrar.
Bueno, tampoco te preocupa mucho, ¿no? A veces. A veces me preocupa. Pero a veces digo que si yo cuento la siguiente historia, siempre va a acabar así. Diciendo que me voy (risas).
Y hablando de la siguiente historia, ¿en qué estás trabajando? Estoy trabajando en un cómic que se va a llamar «Todo Va A Estar Bien«: son cinco historias que son como la continuación de «Virus Tropical«, pero es otra novela. No está enfocada a la familia: son cinco historias con diferentes personas que me fueron cambiando el camino. Terminé la primera y voy por la segunda. Cuando me lo planteé me imaginaba cinco historias de amor, pero luego me dí cuenta de que había personas que pasaron por mi vida una semana y que me hicieron tomar ciertas decisiones. No son el amor de mi vida ni tienen que ver con una relación amorosa en el sentimiento romántico, sino que pueden ser amigos o simplemente una noche que nos dimos un beso pero algo pasó que hizo que me cambiara la vida.
¿No has pensado en pasarte a la ficción? Me encantaría. Pero todo mi trabajo siempre ha sido muy autobiográfico… Tengo el deseo, pero no quiero forzarme a hacer algo porque lo tengo que hacer, sino porque de verdad haya una necesidad de contarlo de esa forma. Pero, por ejemplo, estoy haciendo este libro y me imagino parar un rato, que ya estoy un poco cansada de indagar en mí. Por eso también hago proyectos con otros dibujantes, para mirar un poco afuera. Ya me he escudriñado bastante.