En cualquier caso, muchas de las letras del LP están ancladas a nuestra coyuntura presente. ¿Creéis que, con el paso del tiempo, mantendrán su vigencia? ¿Teméis que, en el futuro, caduquen y pierdan su sentido? No, la verdad es que no. No pretendemos ser inmortales. Eso de aspirar a ser eternos me parece una estupidez, sobre todo si implica perder el contacto con la realidad. Ya estamos cansados de canciones de amor y de sentimientos etéreos. Por lo menos podrás mirar atrás y ver que lo que se hacía tenía conexión con el momento histórico. Así surgió el rock, así han surgido muchos movimientos artísticos hasta que se han pervertido, intentando obtener la fórmula de la vida eterna.
Lo que no se puede negar es que, ya sea tirando más hacia la protesta o hacia el humor, erais el grupo indicado para ofrecer un disco con el espíritu de “De Palmas y Cacería”, en consonancia con los últimos trabajos de, por ejemplo, Grupo de Expertos Solynieve o Sr. Chinarro. Si los primeros se muestran más poéticos y el segundo más críptico, ¿cómo os definiríais siguiendo esa línea? Más combativos, más directos. Intentamos dar en la llaga, echar limón en la herida -aunque soplando, también- con las palabras justas, sintetizando al máximo y con respeto hacia el público. Un público cada vez más culto y preparado, que exige más, que tiene a su disposición toda la historia de la música en Internet y que tiene criterio y juicio crítico para saber lo que necesita, lo que le gusta y lo que no le gusta.
Hablando de esos grupos vecinos, se podría afirmar que, en parte del disco, continuáis el camino emprendido por ellos y otras bandas alternativas que amalgamaron su estilo con los sonidos andaluces tradicionales. Esa mezcla encaja de manera natural con vuestra música. ¿Cómo se desarrolló ese proceso? Surgió de la idea de no transformarte en otra persona cuando haces música. De hablar de las cosas que hablas todos los días, de hacerlo con tu acento, con tu humor, sin esconder de dónde eres ni plegarte a un modelo o fórmula que funciona por repetición. Todo lo contrario: hay que abrir nuevos caminos. Si te encuentras en una línea que ya has trabajado, debes abandonarla e intentar crear algo nuevo, mezclar las cosas, probar, divertirte… En serio, hacerlo de corazón y sin prejuicios. ¡Los artistas se pueden equivocar y no pasa nada, muchachos! Tenemos toda la vida para desarrollar nuestras ideas. Es bueno equivocarse, darse de cabezazos y conseguir algo que te guste, aunque no le agrade a todo el mundo.
Eso ha quedado demostrado en cada uno de vuestros álbumes: no tenéis miedo a jugar con diversos sonidos y estilos. Dado el gran conjunto de influencias que soléis manejar, ¿cuáles sobresalieron durante la elaboración de “De Palmas y Cacería”? El trabajo sobre la cultura popular andaluza, sobre las letras de flamenco, ha sido uno de los puntales, desde luego. Hemos tenido suerte de contar con la colaboración de Manuel León y Niño de Elche. La idea era avanzar en la investigación de los palos, las letras que suelen dedicarse a según qué palos, la expresividad, el humor, el sentimiento, el ritmo y el compás como algo de lo que se puede escapar y que se puede acomodar a lo que quieres hacer; no creer que el compás es una cárcel, una cuadrícula que hay que seguir a ciegas. Como decía Raúl Cantizano, guitarrista y compañero del Niño de Elche, «el flamenco surge de lo experimental». Así nos gusta verlo, así podemos hacerlo nuestro sin ser gitanos ni tener un súper-conocimiento técnico. Por otra parte, nuestra segunda gran influencia ha sido la música de baile. Intentar encajar letras cañeras con música de baile ha sido el reto. Pablo solía decir «bailar y pensar a la vez». Pues eso: ESG, Gang Of Four, Liquid Liquid, Radio Futura, electrónica, italo-disco, Black Devil Disco Club…
Esa incursión en la música de baile, en principio, puede resultar extraña en vosotros, pero funciona de maravilla. ¿No os preocupaba que tal salto se viese simplemente como una broma más del grupo, que no se tomase en serio, dado el carácter del disco? Siempre se corre el riesgo de que no te tomen en serio cuando intentas algo nuevo. Pero eso es lo que hay. Yampoco estamos descubriendo América… A todo el mundo le gusta bailar. Intentamos hacerlo desde el respeto y el amor a esa música y a la pista de baile.
La forma en que llega al oyente la pluralidad sonora del disco es clara y directa, como si hubieseis prescindido de elementos superfluos. ¿Fue algo premeditado? ¿Qué buscabais con ello? Siempre hemos intentado prescindir de elementos superfluos, aunque quizás en este disco se hace más patente. Por lo general, nos gustan las cosas crudas, sin mucha ornamentación. Buscamos que nos guste, que funcionen las ideas.
Efectivamente, en “De Palmas y Cacería” las ideas de Pony Bravo funcionan. De ahí que no resulte extraño observar cómo los sevillanos se han convertido en un pequeño fenómeno que cada vez tiene mayor seguimiento y repercusión. Como suele suceder en estas situaciones, la reacción de los adeptos y simpatizantes ha sido dispar, amplificando los tantos a favor y en contra de la banda y su nuevo LP, hasta el punto de que han surgido comentarios acusando a Pony Bravo de haberse acercado peligrosamente a la figura de grupo mainstream. Darío del Moral aporta la clave para desmontar esa exagerada teoría: “No creo que seamos un grupo mainstream. Solemos tocar en salas de 300 personas y, salvo Madrid o Barcelona, nuestros conciertos no pasan de las 1000”. Esta noche, en la Sala Capitol de Santiago de Compostela, la intervención del cuarteto dentro del triCiclo [3] (junto a Toundra y Guerrera) será una buena oportunidad para comprobar el alcance y el impacto de los dardos envenenados que, desde la atalaya de “De Palmas y Cacería”, arrojan contra la cruel realidad vigente y algunos de sus culpables.
[FOTOS: Celia Macías]