Si hay un disco realmente esperado esta temporada dentro no sólo de la escena nacional alternativa, sino también internacional, ese es “Apar” (Mushroom Pillow, 2013), quinto LP de Delorean. A nadie se le escapa que esta gran expectación viene impulsada por el torrente de alabanzas, críticas favorables y adoración sin medida que originó “Subiza” (Mushroom Pillow, 2010), cumbre dentro de la discografía del grupo de Zarautz y una de las referencias más destacadas del pop sintético a nivel global hace tres años. Pero, tras la tormenta, llegó la calma. Exprimidas las posibilidades de “Subiza” -especialmente en directo, después de una infinita serie de conciertos; no tanto en los reproductores de todo buen melómano, en los que continúa girando-, a Delorean les llegó el turno de plantearse cuál sería el camino a seguir. Y lo tuvieron claro: conservar el espíritu subicenco, pero recurriendo a otras herramientas más clásicas y orgánicas.
De entrada, resulta contradictorio comprobar cómo una banda que ha alcanzado un fulgurante éxito se decanta por rechazar los métodos de trabajo que los aupó a lo más alto y, así, no repetir esquemas para no llamar a la puerta del hartazgo. Pero la base sobre la que germinó “Apar” y su resultado final eliminan de un plumazo todo ese rastro de contrariedad: la voz de Ekhi Lopetegi asoma lustrosa en un nítido primer plano; la instrumentación sustentada por el mismo Ekhi (bajo), Guillermo Astrain (guitarra), Unai Lazcano (teclados y sintetizadores) e Igor Escudero (batería) se acopla con fluidez tras quitarle, cual cebolla, todas las láminas que antes la cubrían; las melodías mantienen todo su halo cálido y nostálgico; y, como guinda final, aparecen algunas sorpresas en forma de voces femeninas que dan al conjunto un brillo atractivo y diferente con respecto a “Subiza”.
Aunque materializar estos cambios no significó para Delorean introducirse en una fase de transformación radical. El propio Igor Escudero habla del proceso con la misma naturalidad con que encajan las renovadas piezas de “Apar”, que verá la luz oficialmente el próximo 9 de septiembre. En esa fecha, tras los adelantos de los temas “Spirit” y “Destitute Time”, se descubrirán todos los tesoros que guarda uno de los álbumes destinados a colocarse entre lo más sobresaliente de la temporada en nuestro país y allende los mares.
“Subiza” supuso el gran salto para vosotros, tanto en cuestiones de estilo como de recepción mediática. Sin embargo, dio la sensación de que se comprendió mejor fuera que dentro de nuestras fronteras… ¿Realmente observasteis esa diferencia? Creemos que, al final, acabó funcionando igual de bien aquí también. Quizás tardó un poco más en arrancar, pero todo el revuelo levantado en el exterior ayudó un poco a que la bola se hiciera más grande. Sin embargo, más que con “Subiza”, diría que el salto lo dimos con el EP “Ayrton Senna”.
Con respecto a “Subiza”, el sonido que caracteriza a “Apar” es más natural y orgánico. ¿En qué os basasteis para realizar ese cambio? La idea de “Apar” nació de la interminable gira de “Subiza”, ya que después de tantos conciertos el cuerpo nos pedía tocar más los instrumentos de toda la vida y pulsar menos botones, sobre todo de los samplers. A eso hay que sumar que también nos habíamos cansado del tipo de producción que tenía “Subiza”, con tantas capas y la borrosidad que aportaba el reverb en grandes cantidades. Esta vez buscábamos algo mucho más sencillo y que se entendiera a la primera.
En apariencia, la producción parece más elemental… ¿Se puede afirmar que “Apar” es una vuelta consciente a vuestros orígenes? No, para nada. A nosotros nos parece más un paso hacia adelante. Aunque la instrumentación sea parecida, tanto la producción como el tipo de canciones no tienen nada que ver, en nuestra opinión. En nuestros orígenes sonábamos mucho más sucios y punk y bastante pasados de revoluciones en comparación con el tipo de tempos que manejamos ahora. Creo que “Apar” es más un “Subiza” bajado de tempo y de euforia que un “Into The Plateau” o un “Delorean”.