2012 tuvo que ser un año importante para Hugo Manuel: el grupo por el que había sido tradicionalmente conocido, Jonquil, lanzó un álbum («Point of Go» -Devecote-) que supuso un volantazo desde sus inicios experimentales y algo opacos hacia un pop con toques tropicales y con potencial para llegar a un público potencialmente masivo; y, por otro lado, su nuevo proyecto en solitario, Chad Valley, vivió su confirmación personal con un debut en largo («Young Hunger» -Cascine-) que llevaba hasta el extremo el pop electrónico y sintero que ya había presentado en sus dos anteriores EPs. Ambos trabajos se desplegaron como una muestra cándida de la hiperactividad de un Hugo Manuel que aparece en el backstage de la sala Razzmatazz, donde un par de horas más tarde hará doblete como Chad Valley primero y como Jonquil después, con un porte casi nobiliario que contrasta poderosamente con una camisa de amplio estampado ochentero psicodélico (pero en tonos pasteles) y con sus inevitables pitillos. Sus modales son impecables y suaves, dejando paso a una voz de una gravedad impactante que resulta imposible de intuir en sus canciones, donde tira del falsete que da gusto. Y, por si no había quedado claro que estoy delante de un señor de alta cuna atrapado en el cuerpo de un joven moderniqui de pelazo pluscuamperfecto, antes de sentarse delante de mí, Hugo se prepara un té que irá bebiendo a sorbos cortos y silenciosos. Lo único que le falta es levantar el dedo meñique como si estuviera en la corte francesa esperando a que le corten la cabeza a alguien… Pero no lo hace. Se concentra en responder a mis preguntas por mucho que yo me empeñe en salirme por la tangente.
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La excusa de esta entrevista es Chad Valley pero, teniendo en cuenta que tampoco hace tanto que se lanzó “Point of Go”, es inevitable que hablemos un poco de Jonquil. Ahora que ya han pasado unos meses, ¿estás contento con cómo ha ido todo con este disco? La verdad es que siempre soy bastante duro conmigo mismo. Siempre pienso que podría haber hecho esto o aquello, que hay cosas que podrían haberse hecho de forma diferente. Pero no, la verdad es que esta vez estoy muy contento: me lo he pasado muy bien con esta gente y es muy excitante que haya un nuevo miembro en la banda…
Entonces, ¿ahora ya no sois cuatro, sino cinco sobre el escenario? Sí. Cuando grabamos el álbum sólo éramos cuatro, pero en cuanto intentamos pasar las canciones al formato directo nos dimos cuenta de que no éramos capaces de hacerlo todo nosotros solos, ya que había mucho teclado.
Pero, si no recuerdo mal, justo antes de grabar “Point of Go” ya hubo grandes cambios en la formación de la banda… Es verdad. Siempre hay cambios en la formación de esta banda. Antes de “Point of Go” éramos seis, pero tres se fueron y formaron Trophy Wife, que era un proyecto que ya tenían previamente pero que cada vez se les daba mejor. Entonces llamamos a una persona para substituirles, pero… ¡Lo cierto es que es bastante complicado! A lo largo de los años, ha habido un total de diez miembros de Jonquil y yo soy el único miembro original.
Eso me lleva un poco en la dirección que quería porque, si ha habido tantos cambios en la formación, ¿eso significa que Chad Valley es tu proyecto en solitario y Jonquil es más bien tu voluntad de trabajar con otra gente? ¿O más bien Chad Valley es una de tus caras y Jonquil otra diferente? Ahora mismo, Jonquil realmente es el resultado de nosotros cinco realizando música juntos, en oposición a Chad Valley, donde estoy yo solo y nadie puede decirme qué hacer. Lo que realmente me gusta es que Jonquil siempre ha sido como un reto: me gustan los retos, y me gusta tener que pelearme con mis compañeros de banda. Es parte del placer de la música, y en Chad Valley no tengo a nadie con quien pelearme porque sólo estoy yo. Así que Jonquil es fruto de una colaboración, y si a veces suena tan diferente es porque somos cinco músicos opinando, lo que expande realmente el área de música que queremos tocar.
¿Entonces “Point of Go” suena no más fácil, pero sí más claro que los anteriores trabajos debido a la gente con la que has colaborado esta vez? Tiene que ver mucho con el hecho de que antes éramos seis y cuando lo compusimos nos quedamos en cuatro. Nos dimos cuenta de que eso de haber perdido a la mitad de la bandahabía sido algo bueno, porque así podíamos desnudar más la música y sonar más claros, como has dicho.
Ahora centrándonos en Chad Valley: tu primer disco se titula “Young Hunger”. ¿A qué te refieres con ese “hambre joven”? Uhmmmm…
Porque, perdona, ¿qué edad tienes? 26 años… (Silencio.) ¡No soy tan joven!
Hombre, 26 años sí que es ser muy joven…. (Risas.) Hay una canción que se titula “Young Hunger” y la compuse antes que el resto del disco. Pero, al fin y al cabo, el título tiene que ver con el hecho de llegar a los 26 años y darte cuenta de que ya has abandonado completamente tu infancia. De hecho, no empecé a pensar que había perdido completamente mi infancia hasta que cumplí 24 o 25 años. En ese momento surge la necesidad de hacer algo con tus 20 años, con esa área joven. Miraba a la gente a mi alrededor y había ese sentimiento compartido de hacer algo bien antes… de… hacernos demasiado mayores, supongo. Además, creo que es algo que al gente puede interpretar cada cual a su manera.