¿En qué tiendas empezaste a vender? En tiendas que han cerrado ya y en otras que han sido míticas en Barcelona: Rebeca Damasco (en Gracia, que por desgracia está cerrada), Naifa (en el Born y en Raval)… Las tiendas en las que vendo van cambiando porque a veces cierran. Te sorprenderías de la cantidad de tiendas que están cerrando, y es una pena.
¿Siempre tuviste claro que querías vender tus piezas, que de ahí querías sacar una profesión? Si, desde el primer momento.
Pero también tenías tu trabajo “normal”, siempre has trabajado en agencias de comunicación. Si, siempre lo he ido alternado con el curro. Siempre lo he hecho paralelamente a otras actividades pero sabiendo que quería tener mi propia marca. Cuando tienes una necesidad de hacer algo, siempre te sale. Primero creas, y luego ya ves cómo lo aplicas. Pero es algo que está ahí, que quiere salir fuera y tienes que compartirlo. Siempre he tenido la suerte de que las tiendas en las que he vendido mi producto lo han hecho bien, así que lo he podido ir haciendo de forma ininterrumpida.
Háblanos un poco de la colección de este verano… La he creado basándome en dos tendencias: la primera, «Western«, tiene una marcada inspiración en Los Ángeles, que creo que es una ciudad que tiene mucho estilo y muy marcado y que siempre me ha llamado la atención. Esta colección está compuesta de piedras grandes (sigo muchos blogs y usuarios de Etsy de allí, donde llevan cosas muy grandes y un rollo neo hippy muy fuerte con cuarzos tornasolados, piedras que brillan, inspiración navajo con muchas turquesas y platas). Es algo que quiero trabajar en el futuro: el verdadero estilo LA aún no he podido aplicarlo porque aún no ha llegado aquí con fuerzas y el público de aquí necesita ver las cosas primero en las tiendas para habituarse a ello. La otra, que se llama «Seine«, es de inspiración más parisina, es más delicada y juega mucho con los colores pastel. Son dos estilos que no tienen nada que ver entre sí pero que me gustan mucho.
¿Y esa bipolaridad creativa se refleja en también en tu forma de ser? Sí, claro, yo soy así. En música y en cultura: el rollo parisino me parece flipante, y puedo escuchar a Jane Birkin y viajar a Paris y flipar o puedes llevarme a hacer la ruta 66, que es algo que tengo un montón de ganas de hacer algún día. Cuando era adolescente, escuchaba mucho grupos de la Costa Oeste como The Turtles y The Birds. En el fondo soy muy sesentera.
Dices que combinas tu trabajo «normal», que desde siempre ha sido en agencias de comunicación muy importantes, con hacer tu propia línea de joyas… Cualquiera podría pensar que llevar adelante las dos cosas puede llegar a ser un estrés total. ¿Te ayuda Poètes a escapar un poco del jaleo de tu trabajo? Si, me relaja muchísimo. Crear es algo fascinante. Siempre he tenido trabajos que me han absorbido muchísimo, y hacer joyas me sirve para hacer un punto y aparte. Yo lo hago todo, incluso las tarjetas. Todo el proceso es mío.
Y si la marca siguiera creciendo, ¿te planteas buscar ayuda para que te echen una mano en la producción de las joyas? Intentaré hacerlo yo, no creo que Poètes crezca tanto. Soy muy modesta en ese sentido. De momento, lo que tengo me gusta y lo mantengo tal cual: así es como me da esa felicidad que buscaba.Para crecer más hay que ir a ferias, y yo no puedo producir a gran escala. Aunque es cierto que es algo que, si le pones empeño, puede crecer mucho: hay key studies en EEUU sobre gente de Etsy que empezó haciendo cosas para el fin de semana como yo y que ha acabado convirtiéndolo en un trabajo a jornada completa. En España, esta forma de producir más casera está llegando mas tarde, pero no es algo que me plantee ahora mismo.
Sí, ese auge de esa forma de producir «casera» también coincide con un momento en el que la gente empieza a valorar otra vez el trabajo artesanal y lo hecho a pequeña escala. Ahora hay más conciencia de lo que compramos. Exacto. Vivimos un momento de cambio de consumo. Venimos de una época en la que hemos comprado mucho, y ahora preferimos tener cuatro cosas y valoramos más lo local: desde tomarte un café en la cafetería del barrio hasta comprar ropa. Lo que pasó en Bangladesh es escalofriante, y no puedes evitar pensar que cada vez que compras en Mango o en Zara estás participando de alguna manera de eso, y que para que tu puedas comprarte una cosa barata hay otra persona que está sufriendo en la otra punta del mundo. El karma que tiene esas ropa es sucio. Tengo la percepción de que, cuando entras en una tienda, notas si hay buena energía o no y si esa ropa no tiene buena energía. Cuando entras en una tienda como Ivory (que es una tienda donde voy a empezar a vender ahora) y ves que son todo cosas hechas en Europa, notas una gran diferencia.