Ahora que tanto se habla de los nuevos modelos de distribución, negocio y derechos de autor dentro de la industria musical, ¿cómo observa el asunto una cantautora que trata de moverse lo máximo posible por su cuenta? He de matizar algo sobre la cuestión: nuevos modelos de distribución y negocio, sí; pero en cuanto a la gestión de los derechos de autor, no conozco ningún modelo nuevo que en la práctica sea viable. Aún queda un largo camino por recorrer para erradicar monopolios y formas injustas de recaudación y reparto. Hay que ponerse las pilas y trabajar en serio por un cambio. En cuanto a los modelos de distribución, conviene adaptarse -incluso adelantarse- no al presente, sino al futuro, aprovechar los nuevos canales para acercarnos al público, porque nunca se inventará mejor forma de promoción que un buen concierto y el cara a cara.
Es habitual recurrir a nombres clásicos como PJ Harvey o recientes como Sharon Van Etten o Anna Calvi para encuadrar tu estilo. ¿En qué medida te sientes relacionada con ellas? Soy seguidora de PJ Harvey desde su primer disco. Su música y valentía a la hora de tomar riesgos no me han defraudado nunca. Incluso algún álbum al que no supe sacar todo el jugo en su momento -por ejemplo, “Uh Huh Her”-, lo he recuperado y reivindicado años más tarde. El caso de las otras dos artistas que mencionas es muy diferente. No han formado parte de mi bagaje musical, las escucho con distancia y, en el caso de Anna Calvi, ni siquiera creo tener demasiado en común con ella.
Ya fuera en directo o en el estudio, siempre has sabido rodearte de destacados colaboradores, como Carlos Torero, Jorge Fuertes, Javier Díaz-Ena, Rubén Martínez… ¿Cuál ha sido el secreto para haber contado con su ayuda y logrado que encajaran a la perfección en tus esquemas? No hay ningún secreto para ello. Es como cuando te gusta alguien y le pides una cita. Si tú a él también le gustas -tu persona, tu música, tu manera de hacer las cosas-, surgirá la magia.
Hace dos años publicaste tu último disco, “We Once Wished”. ¿Estás planeando darle continuación? ¿Cuándo podría ver la luz ese siguiente álbum? Por supuesto. Llevamos trabajando en él más de dos años. Espero que de cara a mediados del 2014 esté listo. Se está retrasando debido a la cantidad de proyectos paralelos que me apasionan y que ni puedo ni quiero aplazar.
¿Sigues pensando que el inglés es el idioma adecuado para tus canciones, aunque sea posible que no todos tus oyentes entiendan o se preocupen de conocer el mensaje que transmiten? Y eso a pesar de que has publicado las letras de tus canciones… Por esa regla de tres, tampoco disfrutarían de The Beatles o Bowie, y creo que sí que hay gente en España que los escucha, entiende -si es que la música hay que ‘entenderla’- y disfruta. Definir un idioma como ‘adecuado’ para las letras de un tipo de propuesta en concreto es lo que no me parece adecuado. A la hora de escribir y componer no me guío por algo racional, sino por aquello con lo que me siento más cómoda. Escribiendo textos me expreso en castellano, en improvisación me encanta la glosolalia (lenguaje ininteligible, compuesto por palabras inventadas y secuencias rítmicas) y me siento muy cercana a la poesía fonética y a los dadaístas. En cambio, practicando rock, prefiero el inglés.
Por otro lado, en “We Once Wished” se apreció un viraje en tu estilo, hacia un sonido más enérgico y musculoso. ¿Prolongarás ese tono en el futuro? Sí, pero con matices que todavía no puedo adelantar.
Y, volviendo a tus letras, siempre has reconocido que las has basado en experiencias personales. Sin embargo, tal como está el panorama a nuestro alrededor, ¿existe la posibilidad de que en tus próximas composiciones incluyas algún apunte a nuestra actual realidad social y política? Existe esa posibilidad desde el momento en el que no me cierro a nada, aunque creo que mis pensamientos, creencias y valoraciones sobre el actual panorama social y político es posible que sigan quedando en un ámbito más íntimo.
[FOTOS: Álvaro Sanz]