Cuando alguien tiene una marca o un producto, la mejor imagen posible de éstos es uno mismo. Lo primero que llama la atención de Antonia Burrell es su piel perfecta. Una podría estar horas contemplando su cara y sus brazos, y difícilmente encontraría alguna imperfección o algo que afeara su tersísima piel color chocolate. A sus 41 años, Antonia reluce más que cualquier teenager que os podáis cruzar por la calle. Podemos dar fe de ello porque la conocimos la semana pasada en Blend Store, el multiespacio de belleza del que ya os hablamos aquí y que, poco a poco, se está convirtiendo en punto cardinal en el ámbito del cuidado personal barcelonés. Estuvimos allí charlando con Antonia mientras nos presentaba su exclusiva línea de tratamientos faciales: una marca en la que ha volcado sus más de dieciocho años de experiencia.
Antonia empezó trabajando en los exclusivos Harrod´s y pronto se convirtió en la favorita de las clientas más exigentonas de estos pijos almacenes británicos. Sus habilidades y una clientela entregada facilitaron que pudiera abrir sus propios salones de belleza. Llegó a regentar hasta tres en Londres. Pronto se dio cuenta de que sus conocimientos podían ir más allá, y por eso decidió tirarse a la piscina, vender sus centros y sacar su propia línea de belleza, una línea que sería cien por cien natural y cuyos productos serían creados bajo los preceptos de la cosmética holística y sin productos químicos. Todos los productos de Antonia Burrell no están testados en animales sino en personas, y ella misma asegura que son su propia familia y amigos los encargados de hacerle de conejillos de Indias. El resultado es una línea de productos de altísima calidad y siempre en constante cambio y evolución. Antonia trabaja con Cosmetic Executive Woman, unos laboratorios especializados que se encargan de hacer realidad todas sus ideas y de recopilar por toda la geografía las mejores materias primas para ello: extractos activos de plantas bioactivos y potentes que se pueden utilizar en productos por separado (todos son «multitask«) o bien juntos para tener el tratamiento facial de-fi-ni-ti-vo.
Durante la charla en Blend Store, Antonia nos presentó los productos estrella de su firma (todos a la venta en este centro): el primero, su Natural Glow Cleansing Oil, un limpiador facial de textura súper refrescante que elimina impurezas, limpia y abrillanta y cuida las pieles sensibles dejando la piel revitalizada y como si hubiera estado una hora bajo un potente chorro de agua. Según Antonia, si sólo pudiéramos hacernos con un producto, este debería ser el must en cualquier casa. A continuación nos presentó su Luminous Light Polishing Powder: unos polvos exfoliantes que huelen a árbol (en serio) hechos con extractos purificantes que, una vez aplicados, se convierten en una suave espuma que te deja la piel suave como un jarrón de porcelana. El siguiente paso del tratamiento perfecto de Antonia Burrell es aplicar el Forest Dew Skin Conditioner, una loción de textura sedosa que refresca, calma y actúa como elemento estabilizador reducieno, además, rojeces, impurezas, acné, pecas etcétera. Y, como en todo tratamiento, el paso final (y obligado) es la hidratante: la Cream Supreme Facial Moisturiser es una crema de textura muy ligera que funciona como antiedad, antioxidante y tonificante.
Los más perfeccionistas (y, ojo, porque decimos «los» porque todos los productos son unisex) pueden rematar el tratamiento con alguno de estos dos serums: el Radiant Light Facial Serum (un serum revitalizante que contiene dieciocho extractos de plantas diferentes y realizado para corregir la pigmentación y favorecer la renovación celular) o el Pure Therapy Facial Serum (en este caso, con efectos calmantes y equilibradores). Con todo esto conseguimos un tratamiento efectivo e inmejorable pero, como nos decía Antonia, al final lo importante no son sólo los productos en sí, sino todo el proceso para aplicar todos estos productos con el mimo que precisan, una liturgia diaria que te ayuda a desconectar el ajetreo y que funciona como el mejor desestresante. Y es que, al final, lo más importante para tener una buena piel es cuidarse por dentro (con una buena alimentación) y por fuera (con buenos productos y tomándose la vida con la calma necesaria).