El Lapsus 2016 se desarrolló como un libro de «Elige Tu Propia Aventura» en el que hubo muchos caminos posibles… Pero todos vibrantes.
Vaya por delante que mi visión de todo lo que ocurrió el pasado sábado 2 de abril en el CCCB barcelonés fue, simple y llanamente, de lo mejorcito que le podía pasar a una ciudad como esta, tan dada al maximalismo festivalero fagocitador de almas (propias y ajenas). Precisamente por eso, prefiero empezar la casa por el alcantarillado, que en este caso vendría a ser algunas de las opiniones que se escucharon al término del Lapsus 2016 y que decían que, en comparación a la edición del pasado año, la multiplicación de espacio dividía al público y eliminaba la sensación de piña acogedora que hizo del Lapsus 2015 algo tan histórico.
¿Mi respuesta a estas críticas? Que la gente no se aclara. Que criticar es muy fácil. Que hay gente que no va a estar contenta nunca y que va a protestar siempre… Partamos del hecho de que dos de las premisas de este festival organizado por el colectivo Lapsus siempre han sido disfrutar de la mejor música sin los agobios de otros festivales por un lado y, por el otro, gozar en una velada estructurada como una sesión de dj, con su apertura, desarrollo y cierre. El hecho de que este año el Lapsus 2016 se dividiera en tres espacios (el ya habitual Teatre del CCCB, el Hall del CCCB y el Pati de les Dones como escenario diurno exterior) ha sido excusa para que algunos opinaran que el evento había perdido alma y que te obligaba a transitar de un lado a otro continuamente.
Pero ¿no es este tránsito una característica intrínseca de todo festival que más bien es el resultado de un necesario crecimiento (para que no ocurra como el año pasado y haya una cantidad ingente de personas que se queden fuera tras colgar el cartel de «sold out»)? En cuanto a lo de la pérdida de alma, existían dos opciones: dejarse llevar por la sensación de desbordamiento ante lo variado de las propuestas en los diferentes escenarios… O intentar ordenarlas. Y es precisamente ahí, en el orden elocuente, donde el Lapsus 2016 demuestra que lo suyo fue de otro planeta.
Así que vamos por partes. El festival se abría al mediodía para aprovechar el solecito en el Pati de las Dones como nuevo espacio privilegiado para propuestas como las del largo set de Soul Jazz Records (perfecto para ir calentando motores) o el cierre al caer la noche con DJ2D2 (ante el que es imposible no sorprenderse, considerando lo acertadamente camaleónico que está siendo este hombre al adaptarse perfectamente a los sonidos de los tiempos que corren). Pero este espacio (igual que el túnel subterráneo que nos dejaba con el culo abierto a todos los que creíamos que, tantos Sónars después, nos conocíamos el CCCB al dedillo) tenía una función clara: ser la bisagra entre los dos espacios principales del Lapsus 2016, algo así como el pulmón en el que respirar entre actuación y actuación.
A partir de ahí, la evolución del mood del festival era más que evidente. El primer tramo del Teatre del CCCB estaba protagonizado por lo experimental: desde las atmósferas relajas de David Cordero y HKE hasta la sorpresa mayúscula de todos aquellos que se esperaban al Donnacha Costello de hace diez años y, en su lugar, se topar ante un agujero negro sonoro que horrorizó a algunos pero hipnotizó a la mayoría gracias a las largas ejecuciones arrancadas con delicadeza a su sintetizador EMS Sinthy de principios de los años 70. LCC ponían el broche a este tramo más ambiental con un set impecable en el que la elegancia natural de las asturianas volvió a dejar a muchos clavados en su sitio debido a su capacidad para alcanzar la mayor de las intensidades sin necesidad de levantar la voz.
Y mientras LCC daban por finiquitado el tramo ambient en el Teatre, en el Hall del CCCB empezaban a subir las temperaturas. Primero, con una Lanoche que, tras un tramo inicial de casi veinte minutos con una propuesta que bien podría haber cuadrado en el escenario paralelo, aceleraba el tempo y fascinaba con una electrónica en la que la palabra «clase» lo definía todo. No se necesitaba más. A continuación, Pyrénées musculaba la tarde con una sesión que hizo sudar a base de house y periferias y que, a la vez, obligó a muchos a preguntar quién carajo era este chaval y por qué no les había cambiado la vida antes a base de baile desenfrenado. Aun así, el desenfreno (y despiporre y diversión) literal llegaría con Ceephax Acid Crew, quien hizo honor a su nombre con una sesión bien acidorra en las cercanías del sonido 8bits más juguetón. Powell primero y Nthng después iniciarían la cuesta abajo hasta el final de la noche (o, por lo menos, hasta el final en el Hall) con dos sets impecables de technazo marcial ante el que el sudor no era una opción, sino una obligación.
Aun así, aquí viene el golpe de efecto de este Lapsus 2016: como si de un libro de «Elige Tu Propia Aventura» se tratara, hubo quien prefirió seguir el camino de baldosas amarillas del hedonismo puro y duro del Hall… Pero, mientras tanto, en el Teatre del CCCB se estaba fraguando una historia completamente distinta. Después de LCC, M.E.S.H. abría fuego con un set incendiario que venía a meter el dedo en la llaga del paradigma musical post-Arca: el sonido del futuro (un futuro psicótico, esquizofrénico, oscuro, fractal y fracturado) fue el protagonista tanto de su sesión como de la actuación que vendría después. Lotic, uno de los nombres más deslumbrantes de la escudería Janus Berlin regentada por el mismo M.E.S.H., mostraba la otra cara de la moneda Arca: allá donde Alejandro Ghersi mira al futuro quebrando los huesos de las rítmicas latinas, Lotic hace lo propio con sonidos puramente negros. Y, como grand finale en el Teatre, la alternativa al techno de corte clásico (con toques ácidos) de Nthng en el Hall era una Jlin que invadió el escenario con su visión del footwork. Dicen por ahí que es una visión femenina, pero la verdad es que repartió yoyas a base de bien y mostró mucho más músculo que cualquier propuesta masculina de tres al cuarto.
¿En serio que hay alguien que todavía se empeñe en hablar de dispersión y pérdida de alma en el caso del Lapsus 2016? Señores, yo sólo digo una cosa: como en todo libro de «Elige Tu Propia Aventura«, si la cagas vas a parar a un callejón sin salida. Por suerte, siempre puedes volver atrás e intentar elegir el buen camino. Lo que viene a significar que no te preocupes: siempre te quedará el Lapsus 2017. [Más información en la web del Lapsus 2016]