Pues resulta que hace ya más de dos meses que “Entertainment”, el single que precedía el esperado nuevo disco de Phoenix, asaltó la red. Recuerden: se oyeron bufidos, gruñidos, algún exabrupto; hubo brazos al cielo en señal de protesta y lamento, pero también se escuchó algún que otro aplauso. Desde algunos sectores, se oían voces de desaprobación casi tan manifiestas como las que habían inundado de comentarios jocosos aquella broma pesada de The Strokes versionando “En El Muelle De San Blas” con “One-Way Trigger”, y el revuelo levantado en los medios acerca de si sí o si no a lo último de Phoenix sólo se ha visto recientemente superado con la polémica respecto a ese “Get Lucky” viral de sus compatriotas Daft Punk. ¿Quién tenía entonces razón? ¿Los detractores o la fanaticada? Me temo que, en realidad, y tanto por lo que concierne a “Entertainment” como por extensión a todo “Bankrupt!” (Glass Note, 2013), no hay una respuesta simple. Probablemente ambas partes tienen sus motivos para no dar su brazo a torcer. Intentemos valorar el asunto.
En realidad, la cosa no daba para levantar tal polvareda. “Entertainment” era, es, un single resultón y melódicamente más que aceptable, con su sinte desbocado, casi como si a unos Adam & The Ants hiperpitcheados y acelerados les diera por revisar el “China Girl” de David Bowie. En esencia, la jugada no se aparta tanto del esquema que les llevó a triunfar con “Lisztomania” o “1901”, aunque probablemente la decepción originada inicialmente obedezca justamente a ello: sonar como una revisión pelín low-cost de aquellos hitazos. Las remezclas incluidas en el álbum, como la más bien floja y perezosa relectura que hacen Grizzly Bear, aportan en realidad más bien poco y resultan pelín prescindibles.
“The Real Thing” y “S.O.S. in Bel Air” planean en terrenos parecidos, quizás algo más inspirados que ese “Entertainment”, y deberían ser haber sido igualmente considerados para single. “Drakkar Noir”, “Trying to be Cool” y, sobre todo, una favorita personal como es “Bourgeois”, con Thomas Mars tirando juguetonamente de sha-la-las, representan un pop igualmente irreprochable y más fresco y suculento que el resto de temas que conforman el álbum. El look final de “Bankrupt!” es sin duda el resultado de seguir alejándose del sonido más orgánico que vestía sus primera obras (“United” -Astralwerks, 2000- y “Alphabetical” -Astralwerks, 2004-, principalmente). Y, sin embargo, lo que prevalece es la marca personal Mars: una voz sorprendentemente capaz de evocar sin esfuerzo sensaciones eminentemente pop (nostalgia, esperanza, seducción).
“Bankrupt!” es un disco evidentemente disfrutable, aunque un pequeño chasco para los que buscábamos emocionarnos al nivel de “Wolfgang Amadeus Phoenix” (Glass Note, 2009). Aquel ya lejano y maravilloso álbum es el culpable de haber dado a Phoenix todo el status de del que gozan ahora (su anuncio en la gala de presentación del Primavera Sound 2013 se coreó en la sala Apolo casi al nivel del iniestazo en Stamford Bridge), pero su nueva obra, lastimosamente, no opera a niveles similares y quizás sirva para reubicarlos más modestamente como banda. No obstante, si bien es cierto que cuatro años quizás deberían haber dado para algo más que diez temas que a veces parecen una revisión entregada a última hora de “Wolfgang Amadeus Phoenix” en modo ramplón, también es verdad que no hay tantos álbumes entre las novedades de la temporada que acumulen estribillos con tanta certera puntería como los incluidos en este disco. Ver el vaso medio lleno o medio vacío, en última instancia, depende de cada uno de ustedes.