SÁBADO 17 DE AGOSTO
Esplendor en la hierba
MONTE DE SAN SILVESTRE. Parecía que la jornada final del festival transcurriría en consonancia con la rutina característica establecida en la playa fluvial do Taboão, a la que había que sumar el regusto agridulce que surgía al pensar en que se aproximaba el momento de la despedida. Pero en la hora de la sobremesa tendríamos el privilegio de ser testigos de un acontecimiento muy especial. Dentro de las Vodafone Music Sessions -en las que varios grupos del cartel (Citizens!, The Glockenwise, Tape Junk y Bombino) habían actuado los días anteriores en lugares pintorescos para una reducida audiencia-, Ducktails llevaron a cabo un concierto semi-unplugged en la cumbre del monte de San Silvestre, marco idílico con el entorno rural de Paredes de Coura de fondo que se acoplaba fácilmente a las composiciones luminosas de los estadounidenses. Sentado entre briznas de hierba y mariposas revoloteando alrededor, el público rozaba el cielo con los dedos abducido por la emotividad de tan bucólicos instantes.
PALCO VODAFONE FM. Un par de horas más tarde, de regreso al recinto del valle courense, Ducktails volverían a destapar su catálogo de pop melodioso y encantador, aunque electrificado, lógicamente. Durante el proceso de cambio, “Ivy Covered House”, “Under Cover” o “The FlowerLane” mantuvieron intacta su pátina nostágica y adorable, lo que hizo que, junto a su constante amabilidad, el grupo liderado por Matt Mondanile se metiera al respetable en el bolsillo de inmediato.
Matthew Houck, Phosphorescent, lo conquistó en buena medida apelando a los sentimientos y las emociones a flor de piel. Dada su condición de cantautor desolado y derrotado pero renacido de sus cenizas cual Ave Fénix, su folk-rock fue cuajando en fondo aunque también en forma, sólida y adhesiva. Su directo giró en torno a su LP “Muchacho” (Dead Oceans, 2013), del que extrajo todo su poso dramático –“Song For Zula” fue una gran prueba- y su núcleo rítmico. Sus seguidores agradecieron el desemepeño del norteamericano, a pesar de su aparente apatía sobre las tablas.
La estrategia de Bass Drum Of Death fue diametralmente opuesta: no se dejaron un gramo de energía en el backstage. Como adalides de punk-rock contemporáneo, apretaron el acelerador para pasar velozmente del garage al rock and roll de los 50 y 60; y del indie-rock noventero al grunge. Los acordes de guitarra flamígeros, el bajo percutor y los golpes de batería incendiarios se sucedían un tema tras otro, incluso en los (relativamente) relajados, en los que la banda de Mississippi también puso toda la carne en el asador.
PALCO VODAFONE. De igual modo, ante los ánimos exaltados de la parte frontal de la ladera, a Palma Violets no les quedó más remedio que aplicarse al máximo. Situación que, curiosamente, enardeció su actitud y favoreció a su repertorio. Hipermotivados, centrifugaron su paleta brit-rock de tal manera que borraron de un plumazo todos los prejuicios vertidos sobre ellos y su debut, “180” (Rough Trade, 2013). Si no fuera por su juvenil insolencia, se hubieran conformado con seguir la línea plana de dicho disco. Pero, por el contrario, otorgaron mayor garra a sus canciones, acercándose de verdad a sus padrinos The Libertines o Babyshambles, salvando las distancias. Sobraban algunos gestos de cara a la galería -que se recibían con euforia en el foso-, pero no llegaron a estropear la sensación de que el grupo se estaba superando. La inusitada fuerza de “Best Of Friends”, “Step Up For The Cool Cats” o “Johnny Bagga Donuts” dieron fe de que a los británicos hay que concederles una segunda oportunidad cuando se liberen del peso del hype.
Conservando el ímpetu de sus inicios, Calexico demostraron por enésima vez por qué son los reyes del mestizaje musical, entendida la expresión en su mejor sentido. Por más que su sopa pop-rock de sonidos fronterizos y tex-mex sea conocida, siempre se exhibe refrescante. Joey Burns y John Convertino -reforzados por una numerosa banda, en la que se encontraba el madrileño Depedro– manejaron una amplitud de registros que les permitió conectar con efusiva elegancia el pop ágil de “Splitter” con sus particulares versiones de estándares como “Alone Again Or” (Love) y “Love Will Tear Us Apart” (Joy Division) y desviarse hacia los ritmos latinos de “Puerto” y las sonoridades del flamenco o del tango. La inconfundible trompeta que sobrevolaba varias de sus composiciones inyectaba un contagioso entusiasmo a una jarana que sólo podía acabar de una manera: con tequila, limón y sal. Portugal, California y México nunca habían estado tan unidos.
Recogido el escenario tras la verbena calexicana, se iban producir los dos momentos culminantes del Vodafone Paredes de Coura 2013, muy diferentes entre sí pero imborrables por igual. Cuando se alzó el estiloso telón trasero del decorado que rodearía a Belle And Sebastian, se presagiaba que algo grande iba a ocurrir. Tras ligar una sugerente intro con “I’m A Cuckoo”, los escoceses activaron su jukebox de magníficas canciones sin descanso. Aupados por un sonido excelente y un Stuart Murdoch dicharachero, en plena forma y encantado de estar en un lugar como el valle courense, su bien avenida familia musical lo acompañó con idéntica pasión para desgranar parte de sus ya considerados himnos de culto. Por ejemplo, Stevie Jackson dotó a “To Be Myself Completely” de una efervescente melancolía; y Sarah Martin moldeó el romanticismo de “I Didn’t See It Coming” hasta hacerla estallar en mil colores de la mano de Stuart. Entre medias, “Another Sunny Day”, “The Blues Are Still Blue” y “The Stars Of Track And Field” -que provocó alguna que otra lágrima furtiva- completaron un concierto de trazas míticas que alcanzaría su fantástico cénit durante “The Boy With The Arab Strap”, con un buen puñado de fans sobre las tablas danzando entre los miembros del grupo. Si hubiese sido posible, Belle And Sebastian se pasarían horas y horas repasando su discografía, para regocijo del público. Por eso, el mini-bis con “Get Me Away From Here, I’m Dying” supo a muy poco, aunque las sonrisas tontorronas dibujadas en cientos de rostros -el de un servidor incluido- delataban que se había presenciado un espectáculo inolvidable.
Otro tipo de recuerdos perennes originaron Justice. De entrada, afirmar algo así del dúo francés resulta chocante, pero sus apabullantes maniobras tras sus maquinitas, reforzadas por un galáctico sistema de iluminación, dejaron huella en la memoria de los testigos de su ecléctica sesión. No importaba la procedencia del los elementos a mezclar: electro de sierra radial, temas propios –“D.A.N.C.E.”, “Civilization”, “DVNO”-, french-touch -la legendaria “Intro” de Alan Braxe y Fred Falke-, clásicos atemporales –“Be My Baby” de The Ronettes, “You Can’t Hurry Love” de The Supremes o “Ain’t No Mountain High Enough” de Marvin Gaye & Tammi Terrell-, pop-rock –“I Love Rock And Roll” de Joan Jett & The Blackhearts o “Bohemian Like You” de The Dandy Warhols-, hip-hop y electro-funk –“Move Your Feet” de Junior Senior-. Cualquier tema imaginable cabía en la coctelera de Gaspard Augé y Xavier de Rosnay, que convirtieron la ladera en una discoteca gigante en la que brincaban desde niños subidos a los hombros de sus padres hasta los aficionados más veteranos. Fueron dos horas de sudor y euforia que, una vez superadas y con el frente del escenario vacío y en silencio, obligaban a preguntarse: y ahora, ¿qué?
PALCO VODAFONE FM. En el espacio secundario, And So I Watch You From Afar no salían de su asombro por la cantidad de público que se había apelotonado para ser golpeado por su post-rock visceral y complejo a la par que melodioso y accesible. El cuarteto de Belfast devolvió la cálida acogida soltando a diestro y siniestro latigazos instrumentales de ascendencia norirlandesa que sorprendieron a propios y extraños. Se constató que las madrugadas festivaleras también se pueden sacudir con abrasivas guitarras eléctricas.
Aunque la electrónica tomaría enseguida el relevo en cuanto XXXY apretó el botón de play de sus platos. Su oferta de house y tech-house pulcro, aseado y nada reiterativo resultó ideal para clausurar al ritmo del “Music Sounds Better With You” de Stardust la noche y el Vodafone Paredes de Coura 2013 por todo lo alto y sin las dudas surgidas en el epílogo de la edición anterior: esta vez ya está asegurada la continuidad del festival en el 2014. La playa fluvial do Taboão volverá a ser ese lugar paradisíaco en el que compartir música, calor, estrellas fugaces y amor, mucho amor…
[FOTOS: David Ramírez]