JUEVES 15 DE AGOSTO
El día más completo
PALCO VODAFONE FM. Con el planning en la mano, llamaba poderosamente la atención la configuración del tercer día del Vodafone Paredes de Coura 2013: por sí mismo podría funcionar como un mini-festival, dada la cantidad e importancia de las bandas incluidas en él. Widowspeak eran el primer ejemplo, sin batería de apoyo y sólo con Molly Hamilton y Robert Earl Thomas sobre el escenario agarrados a sus guitarras y a la percusión pregrabada. A partir de esa base, dieron un toque dulce y ensoñador a la calurosa tarde ofreciendo reinterpretaciones esqueléticas y delicadas de sus ya de por sí finas canciones, elevadas por la sensual voz a lo Julee Cruise de Molly y la briosa digitación de Robert. No necesitaban más para reproducir sus vaporosos ambientes extraterrenales y atacar covers tan ajustadas a su personalidad como la de “Wicked Game” de Chris Isaak. Al igual que sucedió el año anterior con Memoryhouse, Widowspeak se mostraban igualmente como la versión en miniatura de Beach House, aunque la pareja no contaba con la ventaja de la nocturnidad que tan bien sienta a sus aletargados modos. Aún así, despacharon un concierto correcto que el público degustó con agrado.
Con mayor efusividad recibió el respetable a Veronica Falls. Su último disco, “Waiting For Something To Happen” (Slumberland / Bella Union, 2013), supuso una apertura del indie-pop de tintes oscuros y una pizca siniestros hacia el C86 luminoso y lo que se dio en denominar en su momento skygaze. Entre ambos márgenes se movieron en tierras courenses con soltura, saltando de “Beachy Head” o “Bad Feeling” a “Broken Toy” o “Waiting For Something To Happen” gracias a las guitarras impetuosas y las voces empastadas de Roxanne Clifford y James Hoare que sobresalían entre pequeños marasmos noise. La celebrada “Found Love In A Graveyard” encajaba a la perfección con la estética en riguroso negro de la banda, aunque fue preferible quedarse con su cara más amable, diáfana y, durante ciertas fases, burbujeante.
Tres adjetivos que resulta complicado aplicar a TOY. Sus acciones se describirían más bien como robustas, implacables y aplastantes. De ahí que los británicos se convirtiesen en una de las atracciones del festival, lo que provocó incluso que parte de la muchedumbre se desplazase del escenario principal al secundario durante la actuación de Jagwar Ma. Su despliegue en directo no difirió demasiado en cuanto a la distribución del setlist con el realizado en la pasada edición del Festival do Norte, pero sí en lo relacionado con el sonido: si en Galicia su estrategia se basó en el ruido domesticado, en Portugal aprovecharon las ideales condiciones acústicas para abrillantar sus prolongados y crecientes desarrollos, sus zarpazos noise, sus torbellinos krautrock y sus devaneos con el shoegaze propiciados por el sintetizador de la española Alejandra Díez. Es decir, que el volumen se mostraba contenido pero con una fuerza impactante y la voz de Tom Dougall emergía más limpia. Temas como “Dead & Gone”, una espléndida “Motoring”, una cósmica “My Heart Skips A Beat” o “Kopter” constataron el destacado estatus de los londinenses en el campo del rock alternativo de las islas, con permiso de sus amigos The Horrors, que debían salir a la palestra veinticuatro horas después.
El indie-rock acaparaba el protagonismo -en el Palco Vodafone, The Vaccines estaban alborotando la ladera del recinto- cuando a Victoria Hesketh le llegaba el turno de defender el electro-dance-pop de su alias Little Boots. Flanqueada por dos teclistas / coristas más un batería, se entregó en cuerpo y alma a la electrónica de baile, aquella que le dio fama hace unas temporadas mediante los hits “Stuck On Repeat”, “Earthquake” o “Remedy”. Enlazada con esta última, “Shake” completó la fiesta de aroma 80s y 90s reafirmando las bondades de su trabajo más reciente –“Nocturnes” (On Repeat, 2013)-, enardeciendo al personal y caldeando el escenario pequeño. La bella dama del synth-pop femenino se lo había comido con su sabiduría musical y su magnética presencia.
PALCO VODAFONE. Everything Everything tenían el privilegio de iniciar la actividad en el imponente escenario grande del Vodafone Paredes de Coura 2013. Con un álbum de la talla de “Arc” (RCA, 2013) bajo el brazo, no les supuso ninguna dificultad conquistar al cada vez más numeroso público que se plantaba ante ellos. La peculiar voz de Jonathan Higgs guió con sus ondulantes agudos e imposibles inflexiones un vibrante setlist de art-pop para todos los gustos, compuesto por las piezas más redondas que acercaron al combo mancuniano a mayores audiencias: “Cough Cough”, la explosiva “Duet”, una inmensa “Kemosabe” o la pegadiza “MY KZ YR BF”. Su pop armónico, sólo roto por algún subidón rockero, los situó como una de las (esperadas) revelaciones del certamen.
Un galardón parecido obtuvieron Jagwar Ma, aunque practicando un juego de analogías que, lejos de deslucir su planteamiento, lo impulsaba. Una tarea de alto riesgo cuando las referencias a seguir son The Stone Roses, los Primal Scream de la era “Screamadelica” y toda la corriente madchester de comienzos de los 90. La vestimenta de su cantante, Gabriel Winterfield -con el típico gorro brit sobre la cabeza- y sus gestos manifestaban su estilo y el de la banda: dance-rock noventero parsimonioso (“Uncertainty”), house guitarrero (“Four”) y acid-pop tan refulgente como la luz del atardecer que se iba posando sobre el horizonte de Paredes de Coura. Un marco ideal para empaparse del halo escapista de unas piezas que conservaron los matices y detalles que presentan en su versión de estudio.
Con The Vaccines no había que preocuparse de la forma en que ejecutarían su cancionero, sino de la cuota de hits que entregarían a un ya abarrotado auditorio. En ese sentido, no faltó ninguna de las gemas que permiten que su debut, “What Did You Expect From The Vaccines?” (Columbia / Sony, 2011), siga escuchándose con la misma fruición que el primer día. “Blow It Up”, “A Lack Of Understanding”, “Wetsuit” o “Post Break-Up Sex” coparon el tramo inicial del show, intercaladas entre ejemplos de su último LP –“Come Of Age” (Columbia / Sony, 2011)-, como “Teenage Icon” o “Ghost Town”, que no desentonaron a pesar de no ser tan certeras como sus predecesoras. Así, la ladera del Palco Vodafone se fue transformando en una enorme juerga de pub británico con el gentío tarareando cada estribillo y meneándose sin descanso, sobre todo cuando las ramonianas “Wreckin’ Bar (Ra Ra Ra)” e “If You Wanna” se combinaron en una mezcla triunfal que culminó un concierto rico, variado y divertido.
Tras el punk-pop-rock para las masas, los sonidos sintéticos volverían a aparecer para tomar las riendas del festival hasta el cierre de la jornada. Primero de la mano de Hot Chip, que no dudaron en sacar todo su arsenal de electro-bombas rompepistas para crear su particular homenaje al house, al soul, al funk y al disco setentero. Alexis Taylor, cual predicador de las pistas de baile, tanto se movía como una peonza sobre las tablas como se ponía a los mandos de los teclados para dar forma a “How Do You Do?”, “And I Was A Boy From School” y “Don’t Deny Your Heart”, mientras Joe Goddard y el resto de su big-band lo seguían atentamente demostrando que disfrutaban al máximo con lo que hacían. Una sensación que transmitieron a la platea durante todo su show, pero especialmente cuando le pusieron el broche de oro con el trío “Over And Over”, “Ready For The Floor” y “I Feel Better”, cuyos efectos orgásmicos desaparecieron de sopetón al comprobar que se había hecho el silencio. ¿Tan pronto? Sí, el recital tecno-festivo de Hot Chip se había hecho muy corto.
El de The Knife, por el contrario, no sólo aparentó ser eterno, sino también confuso, singular, enmarañado e ininteligible. La polémica que venía arrastrando con anterioridad el “Shaking The Habitual Show” se materializó en cuanto principió con una larguísima introducción con música de fondo trufada de proclamas a favor de la vida, el ser humano y las emociones y acompañada de unos ejercicios realizados al unísono por la audiencia que actuaron como calentamiento previo. La estampa era espectacular, pero los murmullos de incomprensión comenzaron a correr como la pólvora y aumentaron al observar la performance de los hermanos Dreijer y su cuerpo de baile insertada en un decorado salpicado de extraños instrumentos, disfraces, máscaras y tonalidades fluorescentes. Eso sí, su sección inicial, con Karin al micrófono y alejada del aura conceptual que presidiría el resto del espectáculo, posibilitaba creer que el camino por el que se dirigirían los suecos no sería tan difuso ni abstracto. Sin embargo, su cíber-aquelarre se fue descomponiendo poco a poco en coreografías caóticamente ordenadas, carreras, movimientos estrambóticos pero perfectamente coordinados y playbacks que, efectivamente, rompieron con lo habitual. Tanto, que se palpaba en el ambiente el impacto de lo visto y oído en los cerebros de muchos de los presentes, que no salían de su (negativo) asombro. Si ese era el objetivo que buscaban The Knife, habían cumplido con creces. Pero no se librarían de entrar en la lista negra del Vodafone Paredes de Coura 2013.
PALCO VODAFONE FM. El aturdimiento generado por The Knife continuaría durante la madrugada. Circunstancia que inluyó en cómo los asistentes acogieron el pop electrónico de John Talabot -con Pional a su lado como fiel escudero-, con relativas frialdad e indiferencia, quizá porque a esa hora ya exigían su ración de bombo y platillo. Con todo, la pareja española se centró en repasar de cabo a rabo las excelencias de “fIN” (Permanent Vacation, 2012), extrayendo todo su jugo orgánico, sus melodías licuosas y sus ritmos cadenciales a través de un repertorio remodelado -sobresalieron “When The Past Was Present” y “Destiny”– y hábilmente reproducido en directo.
The 2 Bears -es decir: Raf Rundell como efusivo entertainer y Joe Goddard, que repetía presencia- serían los encargados de finiquitar la vasta e intensa jornada lanzando desde su mesa de mezclas house –“Music Is The Answer” de Danny Tennaglia-, UK garage, clásicos revisados –“The Way You Make Me Feel” de Michael Jackson– y temas de cosecha propia –“Bear Hug”– en un set con puntuales limitaciones técnicas pero sudoroso y diseñado para bailar hasta el amanecer.