¿Quieres conocer un lugar del centro de Barcelona en el que morir a base de bebidas de pura fantasía? Pues necesitas conocer (y adorar) Pandacha.
¿Existe experiencia más deprimente que pedir un café para llevar en la ciudad de Barcelona y recorrer las calles con un vaso de triste cartón que te va quemando las manos y el alma? Por no hablar de que el brebaje que va dentro de ese vaso seguro que te va a quemar el estómago y las entrañas, porque el nivel del café y el té en la Ciudad Condal sigue siendo una basura generalizada y, mira, tú y yo sabemos que lo de «para llevar» es una excusa para bajar el listón de calidad más todavía.
Por todo eso me he enamorado profundamente de Pandacha, un pequeño local que abrió sus puertas en 2017 justo tocando con Plaza Urquinaona (específicamente, en el número 2 de la calle Ausiàs March) y que yo he descubierto hace tan solo un par de meses. El flechazo, por cierto, nació en los ojos… Como nacen todos los flechazos, ¿no? Y es que ver desde la lejanía la banderola con la silueta de un panda sobre la puerta de Pandacha invita a acercarte y mirar qué hay dentro. Porque, en serio, ¿existe algún desalmado en el mundo al que los pandas no le derritan el corazón?
Y, ojo, porque este morir de amor, este kawaii, este cuteness overload, es precisamente lo que sientes al cruzar las puertas de Pandacha. El local es pequeñito, pero se beneficia de la calidez de la madera y los colores neutros. También se beneficia de toques de color como, por ejemplo, un cuadro de Scott Schidely que fascinará a quien no conozca a este pintor. Pero lo cierto es que el principal acierto de Pandacha es dejar las mesas al fondo del local y dar prioridad en la entrada a lo primero que te encuentras al acceder al espacio: la barra con ingredientes a la vista, pastas, pasteles y otras locuras como unas tazas de té con caras de pandas en diferentes estados anímicos que vas a querer para tu casa en tres, dos, ¡uno!
Y es que, antes de entrar en materia con las bebidas, permitidme que os hable de lo que no son bebidas en Pandacha. Y con «lo que no son bebidas» me refiero a una colección de pasteles con una pinta alucinante en los que siempre se priorizan los colores de fantasía y las preparaciones vistosas. Las pastitas orientales ideales para un pequeño mordisco con el que acompañar la bebida que elijas (ojo con el hojaldre relleno de té verde). Y, por encima de todo, una selección de mojis elaborados por la pastelería Niji entre los que destacan los básicos entre los básicos: el moji de anko y el de té verde.
Pero recuerda una cosa: lo que hace de este café de inspiración taiwanesa un lugar sublime es su aproximación a las bebidas. Porque una cosa os digo: hay veces que me vengo arriba y me olvido de lo deleznable que es el modelo de negocio de Starbucks y, por unos instantes, deseo que traigan esas bebidas de fantasía que lo petan en EEUU con cafés de unicornio y tés de arcoíris. Pues, bien, ya no tengo que desear este pacto con el diablo nunca más, porque la propuesta de Pandacha es precisamente esa. El café es de un nivel realmente magnífico. Pero el verdadero forte del lugar son locuras como los tés de fantasía, el mousse tea, el matcha latte o el bubble tea con unas bolitas de sabores que son lo más cercano al Cielo que podrás ponerte nunca en la boca.
Y luego está la presentación de todas estas maravillosas bebidas. Si te las tomas en el propio local, irás descubriendo las diferentes tazas y vasos de Pandacha, dignos de un museo del kawaii oriental. Si, por el contrario, decides pedir cualquier bebida «para llevar», puedes estar tranquilo: no vas a pasar ningún tipo de vergüenza porque incluso los vasos de plástico son una preciosidad de morir de amor continuamente. De hecho, más que pasar vergüenza con las bebidas para llevar de Pandacha, te ocurrirá todo lo contrario: que querrás exhibirte y exhibirlas. Pero para eso existen los Stories de Instagram, ¿no? [Más información en el Instagram de Pandacha]