“Best Of Friends”. Este es el título de la mejor canción de 2012 para el New Musical Express. Sus autores, los jóvenes rockeros Palma Violets. ¿En qué se había apoyado la revista musical para otorgar el número uno de la lista a su composición? Posiblemente, en su melodía enérgica, la rasgada voz y la centelleante guitarra de su líder Samuel Thomas Fryer y en los arreglos de teclado que le dan el justo toque épico. Es decir: los parámetros habituales. Pero, repasados esos aspectos y siendo realistas, dicho tema no parecía poseer la talla suficiente para lograr tal honor y superar en el escalafón a otras piezas mucho más logradas (porque la verdad es que el año pasado hubo donde elegir…). Hasta el ínclito Julián Ruiz se llevó las manos a la cabeza cuando se conoció la noticia, lo que conducía a pensar en una de estas dos teorías: 1) Que NME disponía de información privilegiada que le permitía adelantarse al resto del mundo y, de paso, demostrar que su punto de mira no estaba tan desorientado como se creía; o 2) Que algo olía a podrido en Londres, concretamente en la redacción del otrora ilustre semanario británico. Teniendo en cuenta la pomposidad y el tono exagerado con que el susodicho medio anuncia desde hace lustros el advenimiento de la próxima gran nueva banda salida del reino de su majestad Isabel II, resultaba difícil confiar en su pronóstico con respecto a Palma Violets. La sombra del hype hipertrofiado se abalanzaba sobre el lozano y aún no tan conocido grupo, que sólo contaba con un single como bagaje en su haber, suficiente para que recibiese el galardón de ‘banda novel inglesa a seguir sí o sí en el 2013’.
Los efectos del concepto ‘hype británico’, definitivamente, ya no son lo que eran. No hay que remontarse demasiado en el tiempo para recordar que a The Libertines y Arctic Monkeys les había salido bien la jugada, traduciendo el significado de ser la sensación del momento en inapelables motivos de alegría; pero, en los años posteriores, la cuestión degeneró en un huracán que obligó a muchas bandas a huir o a reformular sus planteamientos, como The Horros o The Vaccines. Palma Violets tienen todas las papeletas para seguir el primero de esos caminos, al no disponer de las armas necesarias (al menos, por ahora) para prolongar su tirón más allá de los meses en que se dejen ver por alguno de los principales festivales europeos. El mal presagio se fundamenta, por un lado, en que su carta de presentación se basa en el agotado cliché de grupo encabezado por dúo que se quiere y se odia a la vez (el mentado Fryer y el bajista Alexander ‘Chilli’ Jesson, sucedáneos de Pete Doherty y Carl Barât); y, por otro, en su pose artificial de rebeldes urbanitas que canalizan sus cuitas a través de guitarreo sucio, cuentos callejeros y entonaciones empapadas en alcohol, claves del repertorio de su álbum de debut, “180” (Rough Trade, 2013).
Como si de una mala copia de una película de Guy Ritchie se tratara, Palma Violets intentan construir en parte de este disco su propio film barriobajero mediante odas a personajes de dudosa calaña (o eso nos quieren hacer creer) pero auténticos (“Johnny Bagga’ Donuts”, “Tom The Drum”), historias de pandilleros (“Step Up For The Cool Cats”) y arrebatos escapistas (“Rattlesnake Highway”) escupidos a golpe de rock bluesero, garagero y psicodélico sumergido en whisky y cerveza; pero entre esos cortes se cruzan, hasta imponerse cuantitativamente, relatos sobre las tribulaciones emocionales que también agitan los corazones de indómitos jóvenes amantes (la citada “Best Of Friends”, “All The Garden Birds”, “Last Of The Summer Wine” o “We Found Love”), interpretados por un afectado y gritón Fryer que no logra resultar verosímil al oyente. Así que, si quieren escuchar a un verdadero tipo duro a la par que sensible, aquí no lo van a encontrar.
La sensación final que transmite “180” (producido por Steve Mackey, miembro de Pulp) es de desidia y pereza: el tracklist discurre sin demasiados sobresaltos ni sorpresas y su contenido se muestra trillado, insulso y previsible. Lo que ofrecen Palma Violets ya lo propusieron cientos de veces otras tantas bandas en el pasado (reciente y lejano), que acabaron abandonando el negocio musical sin pena ni gloria. En su caso, es probable que ni siquiera su pertenencia al legendario sello Rough Trade les ayude a cambiar su fatal destino; más que nada, porque su capacidad actual no está a la altura de la historia de su casa discográfica. Triunfo del postureo, consecuencia de la modernidad o, simplemente, HYPE… Llámenlo como quieran. Si los Sex Pistols fueron el gran timo del rock and roll, ¿qué son Palma Violets? Esta vez no nos la cuelan desde la Gran Bretaña.