Imágenes que te venga a la cabeza cuando escuchas las palabras «literatura nórdica». ¡Undostresrespondaotravez! Frío. Noir. Larsson. Depresión. Suicidio. Lumpen. Cerilla. Bidón. Gasolina. Melancolía. Seriedad. Mentalismo. Sobriedad… Está claro que, por un motivo u otro, esta es la idea general que tiene el público a la hora de plantarse ante el compendio de letras nórdicas. Habrá que agradecer, entonces, el esfuerzo de Jonas Hassen Khemiri a la hora de quitarse de encima sanbenitos absurdos. Y también habrá que agradecer a la editorial Miscelánea que traigan hasta España la novela «Montecore«, donde el mencionado autor traza un certero retrato de Suecia y de la significancia de la inmigración en aquel país que, por una vez, no es un retrato fatalista, sino repleto de ironía y de humor. La historia de un hijo que va descubriendo poco a poco una nueva visión de un padre al que creía conocer; un padre que, en el arranque del tomo, está celebrando su cincuenta aniversario rodeado de personalidades como Bono o Kofi Annan. Con semejante arranque, imagina el resto… Y, después, imagina que existen otras Suecias más allá de la que imaginaste al principio de este post.