Digámoslo con pocas palabras: la gala de los Oscars 2017 ha sido la más diversa, divertida e histórica de las últimas décadas. Y eso es así.
Dicen que durante la gala de los Oscars 2017, celebrada el 26 de febrero en el Dolby Theatre de Los Ángeles, Donald Trump batió el récord al mayor número de horas de silencio en Twitter desde que tomó posesión de su cargo de Presidente de los EEUU. No es de extrañar. No cuesta demasiado imaginar a Kellyanne Conway y a Melania, cada una a un lado del hombre de pelo imposible, conteniéndole como quien contiene a un perro rabioso para que no se lance contra sus enemigos naturales, esos libertinos de Hollywood que nunca se ponen de acuerdo pero que ahora sí, ahora lo tienen claro: hay que ir a por Trump. Y hay que ir a matar.
Tengo que reconocer que he cambiado el titular de este texto a última hora. Originalmente se iba a titular «¿La gala de los Oscars 2017 se ha planificado minuciosamente para encabronar a Donald Trump?«. Y es que, al fin y al cabo, desde el minuto uno de la gala (bueno, desde el minuto cinco, pongamos, justo cuando Justin Timberlake dio por finalizada una actuación con multitud de bailarines que consiguieron que toda la platea bailara «Can’t Stop The Feeling!«), el nuevo POTUS parecía marcado en el guión de la ceremonia como referencia constante para las chanzas de todos los presentadores. Especialmente para el brillantísimo Jimmy Kimmel.
«¿Recordáis cuando el año pasado decíamos que los Oscars eran racistas?«, comentaba el presentador en su discurso de apertura con una sorna que indicaba a las claras cómo cambia el cuento ahora que todos tenemos a Trump como faro guía en lo que a racismo se refiere. A partir de ahí, toda la gala parecía estructurada en base a dos metas que, al fin y al cabo, si te lo paras a pensar, son la misma: criticar la política del Presidente de EEUU y / o solucionar el entuerto del racismo de los Oscars del año pasado y el boicot que se les realizó por ser nominar, premiar y dar visibilidad exclusivamente a actores, directores y profesionales blancos.
En ese mismo discurso de apertura, Kimmel pide un aplauso para la «sobrevalorada» Meryl Streep, haciendo chanza visible del beef que la actriz ha tenido en las últimas semanas con Donald Trump (que ha sido precisamente el que la ha señalado como «sobrevalorada»). Los dos primeros grandes premios de actuación van a parar a Mahershala Ali y Viola Davis, Mejor Actor por «Moonlight» y Mejor Actriz por «Fences«, respectivamente. «El Viajante«, del director iraní Asgar Farhadi, es distinguida como Mejor Película de Habla No Inglesa y pone en bandeja un discurso contra la política contra inmigrantes del nuevo gobierno yanki. Gael García Bernal sale a entregar un premio y, como buen mexicano, se muestra en contra de cualquier tipo de muro. «Zootropolis» se hace con el galardón al Mejor Film Animado y, llamadme retorcido, pero ¿no es el film de la Disney un canto a favor de la diversidad más aperturista? Uno de los interludios de la gala consiste, básicamente, en gente de todo el mundo (y todas las razas e idiomas) hablando de por qué «las películas son un idioma universal«. «The White Helmets«, historia sobre la guerra de Siria, se alza como el Mejor Corto Documental. ¿Hace falta seguir?
Claro que hace falta seguir, puesto que el que mejor ha articulado este discurso anti-Trump y a favor de la diversidad ha sido un épico Jimmy Kimmel capaz de marcarse una versión de «El Rey Leon» con Sunny Pawar (el niño de «Lion«), de chotearse directamente de «lo que sea que ha pasado en Suecia» y, llegando a su propia cima de maravillosa mala leche, reaccionar ante el silencio de Trump haciendo dos menciones del Presidente en Twitter: una preguntándole si estaba despierto y otra, sublime, con el hashtag #merylsayshi (#meryldicehola).
Lo interesante de todo este tinglado, sin embargo, es que Kimmel ha sabido llevar la gala más allá de su agenda política inicial, resultando mucho más que entretenido en todas sus apariciones… Especialmente aquellas en las que descargaba kilos y kilos de bilis sobre su reconocido archienemigo Matt Damon (conducir a la orquesta para que pusiera fin al discurso del actor ha sido magistral precisamente porque este discurso no era de aceptación de un galardón, sino de presentación del mismo). Y no solo Kimmel ha resultado divertido y emotivo, sino que ha habido espacio para otras intervenciones a la altura como la de Kate McKinnon haciendo malabares con las palabras, el «Regreso al Futuro» de Seth Rogen y Michael J. Fox o la tronchante presentación de los premios científicos de la mano de Leslie Mann y John Cho.
Dos momentos, eso sí, han sido los que han impulsado la gala un peldaño más arriba hacia el escalón de lo puramente histórico. El primero de ellos, cuando Kimmel ha dado paso a un grupo random de turistas que viajaban en un bus (turístico, claro) y que, de repente, se han visto en primera fila con la élite cinematográfica mundial. Si lo de Ellen Degeneres y la pizza y los selfies te pareció lo mejor de los Oscars en las últimas décadas, replantéatelo, porque este tipo de locuras han conseguido que Jimmy Kimmel haga historia con la gala más divertida que se recuerda en mucho pero mucho tiempo (¿o es que no se había convertido en lugar común eso de criticar cada año los Oscars por el aburrimiento supino que provocaban incluso en sus ediciones más lúcidas?).
El segundo momento histórico ha sido, sin embargo, involuntario. Y no ha tenido nada que ver con Kimmel. La cosa ha ido tal que así: Warren Beatty y Faye Dunaway suben a presentar el último premio, el de Mejor Película, y se lo entregan a «La La Land«. Sube todo el equipo del film. Empiezan con sus discursos… Y, de repente, resulta que le han dado un sobre equivocado a Beatty y hay que rectificar para otorgarle el gran premio (de forma más que merecida) a «Moonlight«. Un retruécano final que hace hincapié en lo que hemos vivido en toda la ceremonia: le das el premio a una peli blanquísima y, de repente, se lo quitas para dárselo a un film puramente negro. ¿Justicia poética? ¿Escenificación casi metafórica del malestar racial de los Oscars 2016?
A estas alturas, tanto da. «La La Land» se ha hecho con las suficientes estatuillas como para seguir considerándose uno de los iconos cinematográficos más importantes de lo que llevamos de siglo. «Moonlight» y «Manchester by the Sea» entran directas en la categoría de culto puro y duro. Y, por encima de quién se lleve los premios a casa, la gala de los Oscars 2017 sirve a un propósito mayor y totalmente justificable. Siempre se ha dicho del cine que guarda un parentesco demasiado peligroso con la publicidad: que fuerza tendencias, que crea necesidades de consumo, que inyecta ideas en los espectadores.
Y, por una vez, es imposible no estar más de acuerdo con la tendencia forzada, con las necesidades creadas, con las ideas inyectadas: los Oscars 2017 han articulado un discurso de amor universal sin fronteras, de necesidad de derribar muros, de apertura mental y emocional, de desmantelamiento de prejuicios racistas… Por una vez, es deseable que el mundo del cine quiera influir sobre el imaginario colectivo e incluso cambiar el rumbo de sus acciones. No es de extrañar, entonces, que Donald Trump se haya tenido que callar la puta boca. Ya era hora.
Más información en la web de los Oscars 2017. A continuación puedes ver el palmarés completo de esta edición de los Oscars:
MEJOR ACTOR DE REPARTO: Mahershala Ali por «Moonlight»
MEJOR MAQUILLAJE Y PELUQUERÍA: «Escuadrón Suicida»
MEJOR DISEÑO DE VESTUARIO: «Animales fantásticos y dónde encontrarlos»
MEJOR PELÍCULA DOCUMENTAL: «O.J.: Made in America»
MEJOR MONTAJE DE SONIDO: «La llegada»
MEJOR MEZCLA DE SONIDO: «Hasta el último hombre»
MEJOR ACTRIZ DE REPARTO: Viola Davis por «Fences»
MEJOR PELÍCULA DE HABLA NO INGLESA: «El viajante» (Asghar Farhadi; Irán)
MEJOR CORTO DE ANIMACIÓN: «Piper»
MEJOR PELÍCULA DE ANIMACIÓN: «Zootrópolis»
MEJOR DISEÑO DE PRODUCCIÓN: «La ciudad de las estrellas – La La Land»
MEJORES EFECTOS VISUALES: «El libro de la selva»
MEJOR MONTAJE: John Gilbert por «Hasta el último hombre»
MEJOR CORTO DOCUMENTAL: «The White Helmets»
MEJOR CORTO DE ACCIÓN REAL: «Midenki (Sing)»
MEJOR FOTOGRAFÍA: Linus Sandgren por «La ciudad de las estrellas – La La Land»
MEJOR BANDA SONORA ORIGINAL: Justin Hurwitz por «La ciudad de las estrellas – La La Land»
MEJOR CANCIÓN ORIGINAL: City of Stars de «La ciudad de las estrellas – La La Land»
MEJOR GUIÓN ORIGINAL: Kenneth Lonergan por «Manchester frente al mar»
MEJOR GUIÓN ADAPTADO: Barry Jenkins & Tarell Alvin McCraney por «Moonlight»
MEJOR DIRECCIÓN: Damien Chazelle por «La ciudad de las estrellas – La La Land»
MEJOR ACTOR PROTAGONISTA: Casey Affleck por «Manchester frente al mar»
MEJOR ACTRIZ PROTAGONISTA: Emma Stone por «La ciudad de las estrellas – La La Land»
MEJOR PELÍCULA: «Moonlight»