Ya puedes olvidarte de «Black Mirror», porque la ciencia ficción más profética del momento es la que contiene «¡Universo!», el cómic de Albert Monteys.
Una ficción episódica en la que cada capítulo presenta una historia autónoma que actúa a modo de predicción de futuro. Una predicción que puede resultar más o menos inquietante, más o menos esclarecedora, más o menos justificada… Pero que en todos los casos supone una visión estéticamente arrebatadora que induce a la reflexión. ¿Te suena? No, no estoy describiendo la serie «Black Mirror» creada por Charlie Brooker. Estoy describiendo «¡Universo!«, el cómic de Albert Monteys que la editorial Astiberri publicó hace unos meses en un precioso tomo con un formato rectangular que estimula un ritmo de lectura especial. Espacial. Futurista. Visionario.
Leer «¡Universo!«, al fin y al cabo, es como leer un cómic digital que se ajusta perfectamente a la pantalla de tu ordenador portátil… Porque es que, para ser totalmente honestos, esa es precisamente la génesis de este cómic que Albert Monteys publicó originalmente en la plataforma online Panel Syndicate. Fue allá donde, historia a historia, capítulo a capítulo, el autor se fue desprendiendo de la piel que le vimos habitar durante tanto tiempo: la piel de autor de éxito en El Jueves. Si alguien se sorprendió de la vocación sci-fi de las páginas de este «¡Universo!«, sería porque no recordaría que el primer trabajo en solitario de Monteys fue, precisamente, la añorada «Calvera Lunar«.
Sin embargo, lo que allá fue meter el dedo gordo del pie en las aguas de la ciencia ficción clásica, aquí se convierte en un gozoso lanzarse de cabeza y nadar en ellas con el mayor de los estilos. Al fin y al cabo, «¡Universo!» es un cómic espectacular en su apartado visual. El trazo de Monteys es lo suficientemente maleable como para bordear la barrera de lo desconocido sin caer en el terreno de lo inverosímil: sus visiones de futuro resultan esplendorosamente coherentes y, sobre todo, infinitamente bellas. El uso de los colores primarios, la planificación de todas y cada una de las páginas y las composiciones atrevidas subliman la forma de «¡Universo!» y lo convierten en una experiencia vibrante en su forma… Pero más vibrante todavía en su fondo.
Y es que lo verdaderamente espectacular del cómic de Monteys es el hecho de que, detrás de cada capítulo, se intuyen no solo horas y horas de reflexión, sino también un gran trabajo de campo e investigación, que es precisamente lo que otorga verosimilitud a las profecías de futuro de «¡Universo!«.
En el primer capítulo, un «currito» del futuro es enviado al Big Bang para que imprima una marca de copyright en los átomos del Universo en expansión y así su empresa pueda reclamar su autoría y cobrar royalties. El problema es que eso significa que, sin envejecer ni un segundo, este pobre hombre tendrá que vivir cada minuto y segundo desde el nacimiento del Cosmos hasta el momento en el que le enviaron el pasado… Por suerte, tiene la compañía de un gadget en forma de triángulo con un ojo que, cada vez que tome contacto con la humanidad ancestral, recordará, evidentemente, al Ojo de la Providencia que siempre se ha representado por encima de la cabeza de Dios.
¿No te parece un juego de sentido realmente elocuente? Pues eso es solo el principio. En capítulos posteriores de «¡Universo!«, los robots de compañía que han acabado siendo más bien compañeros sentimentales de casi toda la humanidad se revelan y empiezan a asesinar a sus dueños, un astronauta entra en contacto con una civilización que no mora en este plano de realidad, un extraterrestre intenta no ser asimilado en una conciencia comunal que funciona fuera de este plano de existencia física, una pareja intenta conservar el amor aunque un accidente provoque que ella viva siempre por delante en el tiempo en un decalage cronológico que va aumentando poco a poco su distancia respecto al presente…
Estas son solo las historias recopiladas por Astiberri en este tomo de «¡Universo!«, el primero de lo que se presume una de las sagas más elocuentes y necesarias del panorama comiquero actual. Y es que, contra la pesadumbre pesimista que se desprende de (casi) todos los capítulos de «Black Mirror«, la visión de futuro de Monteys siempre guarda mucho espacio para el humor. Al fin y al cabo, más que intentar meternos el miedo en el cuerpo demostrándonos que las semillas de los terrores futuros de la humanidad ya hace tiempo que están sembradas en nuestra sociedad, «¡Universo!» prefiere llevar una sonrisa hasta nuestros rostros para que, al final de todo, un destello magistral del guión te congele esa sonrisa y te obligue a reflexionar.
¿La letra con sangre entra? Eso pensaban en el pasado. Y así nos ha ido. Yo soy mucho más de aprender divirtiéndome. Así es como suelen quedárseme grabadas las mejores lecciones… Y he de reconocer que el «¡Universo!» de Monteys no solo me ha entrado por los ojos y por la letra, sino que ha conseguido levantarme el ánimo y, una vez estaba ahí arriba, suspendido en la diversión y el entretenimiento, es cuando me ha invitado a reflexionar. Lo ha conseguido. Una y otra vez. Igual que ha conseguido que, a día de hoy, el segundo tomo de «¡Universo!» sea lo que espero con más ganas en este, ejem, Universo. [Mas información en el Twitter de Albert Monteys y en la web de Astiberri]