PORT LOUIS
La razón de existir de Port Louis es conseguir llegar al Top 5 de Salvatore… Y, si no sabes quién es Salvatore, tranquilo: solo tienes que seguir leyendo para descubrirlo.
VIDA. Como proyecto musical, Port Louis cuenta con ya unos cuatro años a sus espaldas. Pero, hasta 2016, solo existía en el pequeño universo de dos personas: Pol Marcet, el alma tras el casiotone, y Salvatore, un compañero de trabajo de Pol al que este último “torturaba periódicamente con demos de temas antiguos regrabados” (me cuenta Pol por DM). Ante cualquier audio que le presentara Pol, su fiel oyente siempre decía lo mismo: “Está bien, pero no está en el top 5”.
A día de hoy, Salvatore aún es el primero en escuchar sus canciones, pero el universo de Port Louis se ha expandido un poco más. Con la llegada a Bandcamp del epé “Casiotone Rules” (autoeditado, 2017), se sumaron a la pequeña pero sólida base de fans del proyecto toda la buena gente relacionada con Hi Jauh USB?, Ultra Local Records y el festival Acustic Vell de Girona. De vez en cuando, a Pol le acompaña Oriol García Cerezo al bajo (antiguo compañero de fatigas en Basement Rhino y El Yo Interior). “Pero solo en los ensayos: sufre una especie de aversión a los escenarios y ya juró hace tiempo que no volvería a tocar en directo”, escribe Pol. De moment,o ha cumplido. Así que, cuando hay que tocar en directo, Arcadi, el hermano de Pol, toma el bajo y Jordi Farreras (Ran Ran Ran) la batería. El recorrido es largo; el reconocimiento (en mi nada objetiva opinión) demasiado pequeño. Me parece un motivo más que suficiente para incluirle en esta nuestra sección.
OBRA. En el caso de Port Louis, la descripción de su Bandcamp es un buen punto de partida para definirle. “Pop casiotónico-doméstico”, y con eso ya está casi todo dicho. Armado de todo tipo de cacharros de todo tipo de épocas -para los apasionados de los cacharros, en el tuiter de Port Louis podéis ir viendo poco a poco todas las piezas de su colección-, Marcet crea melodías sencillas y pegadizas que hacen del minimalismo su caballo ganador. Loop tras loop, se nos entreabre la puerta a un diminuto universo salpicado de costumbrismo y poesía (muchas de las letras son poemas o adaptaciones de José Manuel Claramonte), donde los amores platónicos son cajeras de supermcercados, las canciones de amor parecen escritas para lámparas (“Mari Luz”, versión de The Lizipains) y las de desamor, de tanto cariño que emana la melodía, para pedir matrimonio.
Un universo donde que te toque la lotería de Navidad se convierte en lo más tierno que puede ocurrirle a un ser humano y donde tienen cabida reminiscencias que van desde Primogénito López a The Bats. No sé si alguna canción conseguirá algún día entrar en el exigente top 5 del célebre Salvatore. En el mío, sin duda alguna, ya lo están. [Patri di Filippo] [Más información en el Twitter de Port Louis]