KRÄMER
Luz y oscuridad son los polos entre los que basculan las dos únicas canciones de krämer… Pero, oye, a veces bastan dos canciones para enamorarse hasta las trancas, ¿no te parece?
VIDA. Tras este enigmático proyecto del que nadie sabe o dice nada, y que tampoco cuenta con perfil alguno en redes, se encuentra Carlos Baeza Kramer, de Melilla. Aunque su ocupación principal es la de dibujante, también toca el bajo en The Holy Babies. Y ahora empieza a componer sus primeros temas con cajas de ritmo y sintes analógicos (todo esto me lo cuenta él por Instagram… Mis dotes de investigación no llegan a tanto). Por el momento, apenas tiene dos canciones subidas a Bandcamp bajo el título de “ride the sun” (autoeditado, 2018), pero parece ser que más pronto que tarde publicará más cositas.
OBRA. A veces, buceando por el catálogo de novedades de Bandcamp, me entretengo intentando adivinar qué tipo de música hace determinado grupo solo mirando la portada. En realidad, me suelo aburrir enseguida: es increíble lo asimilados que tienen los grupos el supuesto código estético que les corresponde por género musical. Portada en blanco y negro con tipografía regia: post-rock. Foto absurda y fea de algo cotidiano (valen desde un tenedor a un billete de metro tirado por la calle): pop de dormitorio. Algún dibujo-logo colorido o una chavala guapa: indie casposo. Probadlo. Nunca falla.
Siguiendo mi juego, al toparme con la portada de “ride the sun” de krämer y ese solete sonriente que parece haber sido pintado por tus primos pequeños, imaginaba que me iba a encontrar con algo lo-fi y casero. Pero lo que no me esperaba era encontrarme una canción que suena a la mezcla perfecta entre Teen Suicide (no sorprende: Carlos mismo me nombra a Marcelo Criminal como influencia) y Air France. Así, la euforia característica de los suecos emerge de los loops y sintetizadores varios que estructuran «ride the sun«, pero es rebajada con unas capas de distorsión que le dan ese toque tan íntimo y ensoñador. El resultado es una especie de verano suspendido en el tiempo, como si uno cogiera el preciso instante en el que el sol incide sobre las olas del mar, creando mil y un reflejos, y lo hiciera eterno. La única pega es que, en realidad, esta eternidad no dura ni dos minutos. Pero para algo está el botón del play.
Unas semanas más tarde, a ese mismo EP se sumó otra canción: “.”, que nada tiene que ver con la anterior. El componente lo-fi se queda, el bailable se transmuta en psicodélico y sombrío. Baterías graves y contundentes, sirenas de policía y el sample de una voz extraña terminan de completar un tema que, con su minuto y poco, se hace tan adictivo que el anterior. Por ahora tenemos la luz y la oscuridad; a ver con qué nos sorprende la siguiente canción. [Patri di Filippo] [Más información en el Bandcamp de Krämer]
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