La última jornada del Primavera Sound 2017 podría haber sido la menos intensa… Si no hubiera sido por los brillantes Noga Erez y Joey Purp.
Voy a ser sincera: servidora tenía un verdadero problema personal con el sábado del Primavera Sound 2017: la no particular apetencia por ningún nombre en concreto del cartel, quitando a The Magnetic Fields. Arcade Fire: vistos y disfrutados mucho en el mismo festival y escenario hace tres años, hoy en día no valen la caminata hasta Donde Cristo Perdió Una Sandalia; Pond: más de lo mismo, solo que ni siquiera me gustaron la primera vez que los vi; Metronomy: nunca me han despertado especial interés; Hamilthon Leithauser: lo mismo. Etcétera. De hecho, justamente de este querer encontrar algo de interés nació el artículo que publicamos la semana pasada sobre joyas ocultas del cartel, y de ahí salieron dos de las que fueron las mejores actuaciones de la jornada: Noga Erez en el Bacardí y Joey Purp en el Pitchfork.
Aún así, la última jornada del Primavera Sound 2017 arrancó -quitando el no llegar a tiempo para ver a The Magnetic Fields y arrepentirme todo el día a intervalos de diez minutos de que la pereza venciera a la determinación- muchísimo mejor de lo esperado: no sólo el buen tiempo acompañó la segunda mitad de la tarde, sino que incluso podía contar con unas sorprendentes energías renovadas y buen humor pese a la catastrófica falta de sueño que llevaba días arrastrando. Mientras todo el mundo estaba engorilado chillando «¡pa siempre! ¡pa siempre!» en Agorazein, en Noga Erez cada cual tenía su sitio para mover a gusto el bullate: pocos, pero buenos.
La joven israelí, quien publicó su primer LP, «Off The Radar» (City Slang, 2017), justo hace dos días, hizo alarde de todas las razones que han llevado a la prensa a llamarla insistentemente «revelación del año«: una voz dulce y potente, actitud y confianza por los cielos y el ser probablemente la única persona que no hace el ridículo cuando baila rollo gangster. Aunque Erez se haga acompañar en formato directo por dos músicos encargados de teclados y percusiones, ella sola se bastó para comerse el escenario nada fácil en el que actuó. Ni el hecho de estar programada a las seis de la tarde del último día, ni el de actuar en un escenario que fácilmente está a 20 minutos andando desde el epicentro del festival, ni el de solaparse con artistas mucho más conocidos… Nada de todo eso pudo evitar que todos los allí presentes bailáramos hasta con las canciones que no conocíamos. Para cerrar, cómo no, el gran hit: «Dance While You Shoot«. Enorme Noga Erez.
El siguiente en mi lista de Descubrimientos De Última Hora Para Salvar El Sábado era el rapero Joey Purp. Etiquetado como Artista Revelación por Pitchfork, colaborador con Chanche The Rapper o Vic Mensa, fan confeso de Wu-Tang Clan y The Velvet Underground, el jovencísimo estadounidense las tenía todas consigo para decepcionar y no conseguir cumplir las expectativas que le preceden. Solemos castigar con dureza y rigidez que alguien nos defraude, cuando en realidad creo que lo más común es justamente no estar nunca a la altura de la imagen ideal que uno crea en su cabeza, no poder cumplir con las expectativas que otros crean sobre ti. Sin embargo, Purp lo hizo: cumplió las expectativas y ejecutó un concierto convincente y vigoroso que consiguió despertar de su típica hibernación al público imperturbable y soso tan característico del Primavera Sound.
Y aquí empezaron los problemas. Como conducida por una fina ironía del destino, la caída de la tarde coincidió con la caída de todo aquello que había hecho muy agradables las primeras horas en el recinto: cae el sol, se levanta un vientazo; empieza a tirar aire, aquel buen humor y vigor vital que nos mantenía felizmente en pie empieza lentamente a derrumbarse; desaparece el sol y aparece la temida resaca. Con más o menos cansancio, pero ya no conseguimos remontar del todo los ánimos en todo lo que quedaba aún por delante. Teenage Funclub: hola y adiós por el césped, pues apremiaba más cenar algo e intentar recuperar fuerzas. Seu Jorge interpretando su tributo a David Bowie: no se ha visto nunca peor combinación de factores. El Ray-Ban estaba que no cabía ni un alfiler durante el concierto, por lo que escoger un escenario de gran capacidad era una decisión necesaria. Pero un emplace ancho significa que, cuanto más lejos, más débil el sonido. Y que una música tan delicada, detallista e íntima como la interpretada por Jorge se difunda a un sonido bajo significa, en última instancia, una sola cosa: que desde la mitad superior de las gradas no escuchabas el sonido que salía del escenario que tenías enfrente, sino el concierto que fuera que hubiera en el Pitchfork a esa misma hora.
Junto a Noga Erez y Joey Purp, Lvl Up también formaban parte de esa lista de grupos que descubrimos pocos días antes del festival para rellenar un sábado nefasto; la diferencia es que, contrariamente a la vertiente hiphopera, el indie de guitarras no cumplió las expectativas. Los neoyorquinos no es que sonaran mal, sino que sonaban demasiado parecidos a un grupo que admiramos mucho. Y, para escuchar a Pavement pero en peor, me quedo escuchando a Pavement en mi casa y santas pascuas.
Catastrófico, terrorífico, peñazo King Krule, que si matar a alguien de aburrimiento fuese una frase literal y no una metáfora se hubiera quedado al instante tocando ante una pila de cadáveres. Nos vamos antes de que termine a coger sitio para Skepta en Más Allá del Más Allá, y la cosa remonta. Esta especie de AK-47 con piernas y brazos dispara hits, tralla y grimeazo a diestro y siniestro. Saltamos, nos reímos, nos divertimos imaginando que somos los gangsters más chungos del barrio y no unos pijos que han pagado 200 euros para imaginarse que son los gangsters más chungos del barrio. Vuelven los problemas: se escucha muy bajo para la envergadura del escenario, y a la altura de la torre de sonido del Heineken se pierde todo un poco en el aire. Por perder, me pierdo yo también al volver del baño y me paso el resto de concierto en plan Hansel y Gretel pero sin final feliz. Pasan a recogerme y nos encaminamos de nuevo a La Otra Puta Punta, pero son CLUBZ y lo valen. Y resultan no valerlo: temazos, pero nuevamente todo se escucha muy bajito. Empiezo a pensar que igual el problema es mío, que igual me he quedado sorda, o que me estoy quedando dormida o tronada o no sé, pero el caso es que no me llega la música al cerebro. Es como si alguien hubiera desenchufado el cable Experiencia Musical En Un Festival que está en mi cabeza, y todo está muy lejos.
En !!! directamente no me entero de nada, pero creo que no soy la única porque escucho a alguien decir «oye están tocando versiones, ¿no?» y a mi no me suena que !!! sea un grupo de versiones, y entonces me acuerdo que tienen una de «Take Ecstacy With Me» de The Magnetic Fields y me pregunto si la habrán tocado y no me habré enterado porque ahora resulta que me he quedado sorda, y sigo pensando en porqué no fui a The Magnetic Fields a las cuatro de la tarde y empieza Dj Coco y empiezo a sentirme cada vez más cansada.
No tengo muy claro si antes o después de Dj Coco me doy cuenta de que hace mucho tiempo que he perdido de vista a un muy querido amigo que vive lejos pero se vino al Primavera, y entonces me entero que hace tiempo que se ha marchado a casa y además de cansada empiezo a sentirme un poco triste. Le escribo a alguien pero no me contesta y me siento un poco más triste. Dj Coco pincha a Nirvana y me siento bastante más triste. Hace dos años recuerdo fuegos artificiales salir del escenario, y esta vez los cañones disparan apenas cuatro tristes serpentinas que me hacen sentir aún más triste y más cansada. Empiezo a preguntarme qué estoy haciendo allí y quién es toda esa gente, pero cuando intento averiguarlo ya estamos fuera del recinto. Esta vez no aplaude casi nadie al salir, lo que le quita al festival uno de mis momentos favoritos, y me pongo de nuevo triste. Y como estoy triste, yo tampoco aplaudo.
Tengo ganas de llorar y eso me da aún más ganas de llorar, pero me despejo lo suficiente como para resolver lógicamente que si me siento así es puro agotamiento físico y mental, que simplemente he llevado a mi cuerpo al límite y esta es mi manera de pedirme que por favor lo dejemos aquí, y dejo de preocuparme tanto. Vamos a la playa, amigos que viven lejos se marchan y me pongo triste pero ahora también un poco feliz por haber pasado con ellos estos días. Empiezo a sentirme mejor. Igual de cansada, pero ya no tan desesperada. Cojo el autobús con dos amigos, uno de ellos hacía cuatro años que no lo veía y ahora está dormido en mi hombro, y la cabeza le cuelga como un muelle y me parece muy tierno. Nos despedimos, nos vemos esta noche en Apolo, sí, lo intentaré, yo no sé si llego que tengo que escribir la crónica, venga ven, vale. Llego a casa y no me duermo, me pongo triste, le escribo a una persona a la que quiero para decirle que la quiero y me siento un poco mejor, comiendo en un buffet libre de techo, pero feliz. En resumen: hay que dormir un poco más y mantenerse hidratado.