«One More Time With Feeling» es el documental que explica el nuevo disco de Nick Cave & The Bad Seeds… Pero ¿no se le va la mano al artista con el ego?
«Es difícil no concebir esta película como una biografía en la que el artista se esfuerza en seguir construyendo su propio personaje, un personaje brillante y fascinante… pero también muy pero que muy lejos del ser humano que a muchos gustaría divisar en algún momento u otro a lo largo y ancho del metraje«… Estas palabras las escribí hace ahora casi dos años al respecto de «20.000 Días en la Tierra«, el documental de Ian Forsyth y Jane Pollard que se aproximó a la biografía de Nick Cave en clave poética. Y si, de hecho, me permito el pecado de vanagloria al citarme a mi mismo es porque estas palabras no sólo siguen siendo válidas en el caso de «One More Time With Feeling«, sino que resumen el principal motivo por el que, de un tiempo a esta parte, no soporto al artista.
Nunca fui fan fatal de Nick Cave, por mucho que algunos de sus discos («Let Love In» -Mute, 1994-, «The Boatman’s Call» -Mute, 1997- y «No More Shall We Part» -Warner, 2001-, básicamente) formen parte intrínseca de mi educación sentimental y musical y todavía sigan sonando en my iTunes de forma religiosa cada cierto tiempo. Pero, de repente, los discos de Cave empezaron a interesarme cada vez menos al resultar paulatinamente menos sentidos, menos íntimos, más maquinales en su concepción y ejecución. De hecho, cada vez empezó a caerme peor por mucho que yo quisiera que me cayera bien. Que fuera mi ídolo.
Aquí entra, supongo, esa archiconocida leyenda que dice que el artista se toma la creación artística como un trabajo de oficina en su propio despacho, siguiendo unos estrictos horarios diurnos lejos de las horas tempestuosas en las que el resto de mortales creemos que suelen operar las musas. También entra, digo yo, la crisis de mediana edad que pasó Nick Cave y que le llevó a embarcarse en aquella aventura en forma de brabuconada absurdamente macha que fue Grinderman.
Pero, sobre todo, el factor determinante a la hora de alimentar mi antipatía hacia Cave ha sido el hecho de que, en la última década y media, la boca del artista ha sido lo más parecido a un pozo bien profundo y oscuro desde el fondo del cual, chapoteando en unas aguas cenagosas, un hombre grita reclamando atención. No socorro. Sólo atención. Toda la atención que cree merecer por ser un hombre renacentista, un semi-dios griego, un artista a todos los niveles. Y, así, Nick Cave se ha lanzado a carreteras secundarias más allá de la música, como la literatura o el cine (porque nadie puede ignorar el hecho de que los dos documentales en torno a él proyectan perfectamente la imagen que él quiere proyectar y que, por lo tanto, más bien deberíamos decir que están dirigidos por él).
Su meta final no podía ser más evidente: dejarnos bien claro que es un ser excepcional, un mito viviente, un héroe sin fisuras. Es una pena que vivamos en la era que celebra a los seres cotidianos, que no cree en los mitos y que el único héroe que concibe es el que porta la partícula «anti» por delante de su propio nombre. El arte periférico de Nick Cave (los libros, los documentales) es un corolario a través del que explicarse a sí mismo. Pero, en vez de explicarse con humanidad, el artista prefiere embarcarse en grandilocuentes discursos metafísicos que, al final, no dicen nada. Sus peroratas suelen ser como cuando escuchas a ese amigo que sólo sabe hablar de él mismo y lo único que te llega a los oídos es «yo yo yo yo yo yo yo yo yo yo«.
De esto va precisamente «One More Time With Feeling«. Supuestamente, este debería ser el documental que explicara el nuevo álbum de Nick Cave & The Bad Seeds, ese «Skeleton Tree» (Bad Seeds Ltd., 2016) que se lanza oficialmente hoy 9 de septiembre. El mismo artista advirtió que la puerta de acceso hacia el disco es el documental de Andrew Dominik (director para el que Cave compuso la banda sonora de «El Asesinato de Jesse James por el Cobarde Robert Ford«)… Una puerta de acceso necesaria debido a que «Skeleton Tree» no es un disco cualquiera de Nick Cave & The Bad Seeds.
El pasado año 2015, Arthur Cave se lanzó por un acantilado después de haber tomado LSD. El chico, uno de los dos hijos de Nick Cave, tenía tan sólo 15 años. Y, evidentemente, «Skeleton Tree» gira en torno al duelo del artista, a cómo enfrentar una pérdida de esta magnitud y cómo asimilar una desgracia tan antinatural… El problema es que, desde el minuto cero, queda claro que este es un documento totalmente innecesario. En lo artístico, lo único que vemos es una interpretación de las canciones en un espacio eclesiástico con cámaras circulares espectaculares, pero que no dejan de formalizar una especie de «visual álbum» monocorde, aburrido y repetitivo. Una especie de EPK con ínfulas arties que a veces es desbordantemente bello, otras desbarra en lo sentimentaloide y hortera (el plano desde el estudio hasta el espacio para ver amanecer). Aunque, al final, no deja de tener la estructura de cualquier material de promo audiovisual: actuaciones, charlas, digresiones y las necesarias bromas para mostrar cercanía y establecer algún tipo de vínculo emotivo con el espectador.
Pero, sobre todo, si «One More Time With Feeling» es innecesario, es precisamente porque resulta ser un alarde exhibicionista que pretende recubrir ese exhibicionismo de palabras grandilocuentes que lo hagan pasar por arte elevado. Habrá quien compre. Yo, sin embargo, me tengo que poner subjetivo y afirmar que hacer un documental sobre la muerte de tu hijo a menos de un año de su desaparición me parece tan obsceno como cualquiera de esos actos de tele-realidad que tan a menudo criticamos. Más todavía si, siendo alguien como Nick Cave, te dedicas a transitar de cliché en cliché a la hora de surcar los negros mares del duelo. Como si los hubieras descubierto tú. Como si fueras la primera persona que tiene determinados pensamientos (básicos).
En cierta parte del documental, el artista afirma que la mayor parte de las conversaciones con su psicoanalista giraban en torno a su mujer, Susie Bick, modelo de los 90 que siempre ha defendido su actual anonimato con uñas y dientes. Dice Cave que acababa hablando siempre de ella porque es mucho más interesante que él… Y, a continuación, «One More Time With Feeling» se adentra en su mejor tramo. Son dos escenas minúsculas. En una, Susie habla de cómo enfocarse en su trabajo como diseñadora de ropa le ha ayudado a superar el duelo (¿quién no se ha volcado en el trabajo para no pensar en sus problemas?). Lo explica de forma sencilla y directa. Dice no tener grandes palabras trascendentales que se revelen como una gran verdad metafísica para superar algo como lo que está pasando ella. Y, a continuación, después de que su marido ya haya advertido que Bick es extremadamente supersticiosa con sus canciones, habla de un cuadro que pintó Arthur de pequeño en el que sale el molino que está en el acantilado desde el que se tiró. Puede ser entendido como exhibicionismo, pero su humanidad frontal le redime. Tras explicarlo, afirma no saber qué más decir. Y se calla. Y el documental vuelve de nuevo a Nick Cave.
En «20.000 Días en la Tierra» era Kylie Minogue la que, en una conversación sobre la obsesión de ambos por pasar a la historia, ponía a Cave en su sitio al decirle que ser olvidada le daba miedo, claro, pero que también le daba miedo estar sola. La humanidad femenina de Minogue dejaba en evidencia la ampulosidad anti-humana del -pretendido- mito masculino. En «One More Time With Feeling» es Susie Bick la que deja en evidencia que su marido es un egotrip continuo, un ser pagado de sí mismo que es incapaz incluso de emocionarnos al hablar de la muerte de su hijo.
En otro momento del documental, Cave afirma que le da tanta importancia a las palabras que está orgulloso de todos y cada uno de los versos que ha escrito en su vida… Pero que, en este caso, en «Skeleton Tree» hay versos que están ahí no por la belleza de las palabras, sino por su intención. Por lo que dicen. Y hay que reconocer que el álbum fabula algunas canciones desnudas y bellas al nivel de lo mejor de su discografía… Pero también se permite algunos descarrilamientos a veces hacia el sentimiento barato, otras hacia el aburrimiento supino.
Al fin y al cabo, Nick Cave parece pedir perdón por adelantado (y de forma sobradamente altanera) por el hecho de que «One More Time With Feeling» tampoco tenga una justificación artística, sino que encuentre esa misma justificación en la intención. Es una pena, sin embargo, que el artista vuelva a dejar pasar una oportunidad para que le conozcamos. Sigue empeñado en vendernos un mito inquebrantable. Ya conocíamos al mito en tiempos de guerra, ahora lo vemos en tiempos de duelo. Pero, como en toda leyenda greco-romana, incluso en tiempos de duelo tiene que mostrar su madera de mito. De ser superior. Y por eso, permitidme un último momento de subjetividad, Nick Cave ya me caía mal… Pero ahora me cae todavía peor. [Más información en la web de «One More Time With Feeling». Escucha «Skeleton Tree» en Apple Music o en Spotify]