¿Por qué nos gusta tanto «Next in Fashion» de Netflix? Por un motivo: porque es todo lo que «Maestros de la Costura» tendría que haber sido (pero no fue).
Hace un par de años, yo mismo escribía un par de artículos (este y este otro, para ser exactos) en el que hablaba, fundamentalmente, de por qué «Maestros de la Costura» había sido una decepción extrema para mí. Está claro, por otra parte, que mi opinión era esa, una opinión, y que ahí está el programa en cuestión, petándolo en La Primera como si no hubiera un mañana para demostrar que no tengo ni puta idea. Pero, ojo, porque lo que yo venía a decir en su momento es que el programa no era lo que yo esperaba ni lo que se me habían vendido: yo quería un programa de moda, pero «Maestros de la Costura» es más bien un programa de costura y costurillas.
Y esa idea se ha afianzado con solidez en mi cerebro al tragarme en tiempo récord la primera temporada de «Next in Fashion«, el programa con el que Netflix ha querido tener su propio «Project Runway» pero que en España indudablemente vamos a comparar continuamente con el formato comandado por Lorenzo Caprile, Palomo y María Escoté. Porque esto voy a decirlo así, deprisa y corriendo, para que duele lo menos posible, pero ahí voy: «Next in Fashion» es todo lo que en mi cabeza yo deseaba con todas las fuerzas del mundo que hubiera sido «Maestros de la Costura«. Me explico.
Empecemos por los presentadores. La presencia precisamente de Palomo y Escoté en el formato español hacía pensar en sus inicios que íbamos a encontrarnos ante una apuesta por la moda de nueva generación, pero al final el que manejaba todo el cotarro era Caprile y su pollaviejunismo rampante. Esto no ocurre en «Next in Fashion«, donde la barca la manejan de forma suavísima Tan France (que llega flechadísimo desde otro formato de éxito: «Queer Eye«) y Alexa Chung (a la que reconozco que estaba dispuesto a odiar recalcitrantemente pero que, mira, va a ser que no, porque la tía es divertidísima y sabe trenzar perfectamente su background de bloguera -de las de verdad, no de las posers- con una actitud de hooligan británico que a veces es más macho que yo mismo).
La omnipresencia de los presentadores es imprescindible para entender el funcionamiento del programa. Que tampoco es que sea demasiado complicado: hay todo un conjunto de concursantes que inicialmente forman equipos por parejas para afrontar las sucesivas pruebas de moda. Y recalco: pruebas de moda, no (solo) de costura. En todas las pruebas (menos la final) la dinámica es la misma: los concursantes tienen dos días para crear uno o dos looks que se circunscriban en la temática / tendencia / concepto fashionista elegido. Street, rollo militar, underwear, red carpet… Las categorías son amplias pero están perfectamente acotadas para no añadir complejidades innecesarias y absurdas.
Ese es otro de los grandes aciertos de «Next in Fashion«. Porque, al final, una cosa que me ponía especialmente nervioso en «Maestros de la Costura» es que no era un concurso que pidiera que los concursantes hicieran grandes diseños, sino que más bien era rollo «tenéis que crear los uniformes para quinientos soldados chinos imperiales en dos horas en este espacio a la intemperie en medio de una montaña nevada mientras sesenta niños os tiran bolas de nieve y los presentadores os demostramos el desprecio máximo por las mierdas que estáis haciendo hasta que nos vemos en la obligación de meternos en faena in extremis para salvaros de la prueba imposible en la que os hemos metido«. Si has visto un único capítulo del programa de La Primera, sabes que tengo toda la razón del mundo.
Dicho de otra forma: en «Maestros de la Costura» se prioriza el conflicto y la espectacularidad del show business por encima de la creatividad y, sobre todo, por encima de la moda. Eso no ocurre en «Next in Fashion«. Más bien ocurre lo contrario. Puede que dos días siga siendo un periodo de tiempo escaso para realizar diseños solventes, pero los concursantes consiguen desfilar sobre la pasarela verdaderas maravillas capaces de fascinar a cualquiera que esté interesado en el mundo de la moda. El nivel de algunos modelos finales es, de hecho, sorprendentemente perfeccionista y elocuente en lo creativo. Yo mismo he visto looks con peores acabados en algunas pasarelas nacionales.
Puede que esta solvencia y este savoir faire tenga mucho que ver con la ya mencionada presencia de Tan France y Alexa Chung, que muestran una empatía infinita con los diseñadores y que, cuando ofrecen un consejo, lo hacen para mejorar realmente la solvencia del concursante y no para jugar a estúpidos mind fucks. También puede que tenga que ver con el casting de concursantes, todos ellos con un recorrido probado en el mundo de la moda y alguno de ellos incluso con renombre dentro de la industria. (A mí me fascinó particularmente encontrarme con Marco Marco, un básico en la drag queen couture.)
También tiene mucho que ver, claro, con el resto de miembros del jurado que acompañan programa tras programa a Tan y Alexa. Entre los fijos están los imprescindibles estilistas de las estrellas, Eva Chen (directora de moda en Instagram) o Elizabeth Van Der Goltz (directora de compras de Net-a-porter, portal online que pone a la venta la colección del ganador del concurso). Y en el jurado estelar no se andan con chiquitas y convocan a luminarias de moda de última generación como Kerby Jean-Raymond (Pier Moss), que por otra parte la lía parda de forma injustificada para defender lo indefendible; hasta grandes nombres rimbombantes como Prabal Gurung, Christopher Kane, Philip Lim, Prabal Gurung o Ralph Lauren.
Con semejantes musas, ¿cómo no van a ofrecer los concursantes resultados tan maravillosos? Aunque, al final, lo que sinceramente creo que ocurre con este programa de Netflix es que alcanza una altura tan interesante a nivel de moda precisamente porque no incurre en el error garrafal de «Maestros de la Costura«: el programa de La Primera parece odiar profundamente a sus concursantes (en serio, no es ni medio normal las putadas que les gastan continuamente para conseguir audiencia), mientras que «Next in Fashion» se basa en el puro amor por la moda primero, y luego por el trabajo de los diseñadores. Se les brindan las herramientas, el tiempo y el espacio mental para que brillen. Y, finalmente, no solo brillan ellos, sino que sobre todo consiguen que brille el programa. [Más información en la web de «Next in Fashion» en Netflix]