Si al menos no lo haces bien, que lo parezca en las fotos. Ese parece el plan principal de Neon Indian para sus conciertos en general y para su paso por el Heineken Music Selector en particular, y así encontraron la complicidad de un público plagado de guiris, modernos y demás especies que parecían salidas de Brooklyn. La noche ya pintaba considerando por el lugar: Kapital no es precisamente la «sala de conciertos» más habitual en Madrid, sino que es más bien un sitio de encuentro de pijos y demás gente de bien. Aun así, sin ponerme radical en plan viejo gruñón, la mayor carencia de la sala se notó en cuanto empezó el concierto: sonido infame y muchos problemas técnicos. Prácticamente había que adivinar la voz de Alan Palomo sobre el resto de graves y amasijo de aparatitos electrónicos.
Si sumamos esto a la sobreactuación del líder de Neon Indian (me pregunto cuántas horas empleará en ensayar delante del espejo esas posturitas) y a que la inmensa mayoría de las primeras filas estaban más preocupadas por ponerse de acuerdo en quién era el más guapo del grupo (había igualdad de votos entre el bajista y el cantante), no me pareció mala opción abandonar mi posición para observar el resto del concierto desde una de las barras.
Y eso que la banda lo intentaba: le ponía ganas, esfuerzo y agradecía constantemente los intentos de bailoteos que se marcaban las primeras filas (normalmente, desaparecían al minuto de canción). Pero no, aquella no era la noche. Sólo «Polish Girl«, «Hex Girlfriend» y «6669 (I Don’t Know If You know)» consiguieron levantar un poco el nivel de «indiferencia» a «medio interesante». Al final, poco menos de una horita, un bis, y cada uno por su camino. Quizás tendríamos que haberlo supuesto todo antes. El chillwave… mejor en casa.
[Alejandro Masferrer] [FOTOS: Josefina Andrés]