El verano aún sigue aquí, pero pronto se irá… Sin embargo, hasta que llegue el día oficial del calendario que marque la transición al otoño, continuará vigente como el momento del año más idóneo para que los sonidos más cálidos, armoniosos, nostálgicos y evocadores de otras épocas y lugares atraviesen dulcemente nuestros oídos y se claven plácidamente en nuestras neuronas mientras el sol se oculta en el horizonte, el aire se impregna del aroma del salitre marino y la brisa costera se introduce por cada poro de nuestra piel. Estas mismas palabras usábamos para referirnos al chill wave como la corriente que engloba de forma ideal ese torrente de sensaciones cuando iniciamos nuestro particular repaso al estado actual del género con el primer capítulo dedicado a Memory Tapes y su “Player Piano» (Carpark, 2011). Las posteriores entregas centradas en Com Truise (“Galactic Melt” -Ghostly International, 2011-) y Washed Out (“Within And Without” -Sub Pop, 2011-) confirmarían que las fronteras que delimitaban la ola hipnagógica se estaban diluyendo y que sus supuestos guardianes (los tres nombres mencionados más algún ejemplo anterior) intentaban, en mayor o menor medida, salir de ellas hacia otros espacios creativos.
Dos meses, varias mañanas estivales placenteras, unas cuantas calurosas sesiones playeras y algún atardecer melancólico después, le llega el turno a Alan Palomo, cabeza visible y pensante de Neon Indian. Resulta curioso comprobar que el texano ha sido el más rezagado de la vieja guardia glo-fi a la hora de publicar su segunda obra si tenemos en cuenta que hace un par de temporadas se había convertido en uno de sus emblemas gracias a “Psychic Chasms” (Lefse, 2009). Un disco que abrió la veda duermevela pero que no contentó por igual a crítica y público: de una parte, por obra y gracia de la moda imperante en aquel año, se destacaban sus virtudes hasta rozar la exageración; de otra, no pasaba de ser un álbum de pop sintético apañado y de escucha agradable. En cualquier caso, y a pesar de la disparidad de opiniones, Palomo se convirtió en un pequeño Rey Midas del chill wave por el que otros artistas se mataban para que les pasase por su filtro alguna de sus composiciones… Y viceversa, como quedó patente con el artefacto de remezclas “Mind CTRL: Psychic Chasms Possessed” (Fader / Nuevos Medios, 2010).
Dado el status que había logrado alcanzar el señor Palomo en el mundillo alternativo electrónico, no quedaba más remedio que prestar atención a sus pasos durante 2011 para descubrir por dónde irían sus tiros. Naturalmente, antes de entregar su nuevo y esperado largo, el muy apropiadamente bautizado (por los tiempos que corren), “Era Extraña” (Trangressive Records, 2011), fue publicando breves aperitivos que aumentaron la intriga por destapar su contenido: primero, dos cortes instrumentales (“Heart: Attack” y “Heart: Decay”) que, según su autor, se insertarían en un movimiento instrumental de tres partes; luego, una canción hecha y derecha, “Fallout”, en la que destacaban sus abrasivos acordes de guitarra recubiertos por los consabidos sintetizadores ‘made in Neon Indian’, que situaban la voz de Palomo en un gaseoso punto de ingravidez; y, finalmente, “Polish Girl”, single de presentación oficial de melodía certera y cercana a los postulados nostálgico-ochenteros del chill wave. En realidad, esos cuatros temas no representaban nada novedoso en el frente de Neon Indian en cuanto a sonido y estilo, con lo cual lo mejor era esperar a ver cómo se ordenaban en “Era Extraña”, ya que todos ellos se incluirían en él.
Su inicio cumple, exactamente, con lo adelantado: “Heart: Attack” y “Heart: Decay” componen junto a “Heart: Release” el hilo instrumental que une las tres fases argumentales del LP, que se podrían dividir en ‘ataque’, ‘decadencia’ y ‘liberación’, un juego de palabras que deja a un lado su carácter técnico relativo al sonido para describir las tres etapas en las que se mueve el corazón a nivel emocional. Si a ello le sumamos un cambio en la ambientación típica de Neon Indian, de una cálida a una más gélida (el disco se registró casi en su totalidad en Helsinki), obtendremos la atmósfera reinante de “Era Extraña”. La antes mentada “Polish Girl” rompería levemente ese molde, en el cual el verdadero protagonismo lo toma el viraje de Palomo hacia estructuras de raigambre shoegazer formadas por capas y capas de distorsión electrónica a la manera de Ulrich Schnauss (“The Blindside Kiss”) o Engineers (la hechizante “Hex Girlfriend”). Llegada la etapa de ‘decadencia’, Palomo abandona la tensión del reverb y retoma el pulso ensoñador de la ya conocida “Fallout” para enlazarlo con el desarrollo onírico de “Era Extraña” (la canción) y “Halogen (I Could Be A Shadow)”, esta última una pieza que podrían firmar Trembling Blue Stars si recorriesen la Vía Láctea de cabo a rabo y regresasen a la Tierra para relatar el viaje.
Justo antes de descender hacia el epílogo del disco, la ‘liberación’, Palomo demuestra la fidelidad a sus raíces ochenteras exprimiendo todas las posibilidades sonoras del sintetizador, haciendo flotar las canciones sobre reposados (“Future Sick”) y ondulantes (“Suns Irrupt”) océanos cósmicos. No obstante, cuando lo más previsible sería cerrar “Era Extraña” rebajando el tempo a base de golpes taciturnos casi imperceptibles hasta que se perdiera en el infinito, “Arcade Blues” levanta el vuelo de tal modo que dota al álbum de vitalidad, nervio y físico. Es decir: el conjunto adquiere, de repente, hueso y músculo, se hace terrenal; salta del exotismo extracorpóreo del chill wave a la sugerente atracción tangible del post glo-fi. Otra variación en el planteamiento primigenio de Neon Indian, que pasa de perderse exclusivamente entre vapores estelares a caminar con los pies en la tierra con la mirada fija, eso sí, en el cielo estrellado.