Nuestro informe sobre la escena musical alternativa de Galicia llega a su fin con una tercera entrega que se centra en promotoras, salas y clubs… Sigue habiendo espacio para la esperanza.
EL ANDAMIAJE. Las diferentes vías artísticas y (en la medida de lo posible) profesionales tomadas por los músicos y grupos alternativos en Galicia se establecen gracias a un armazón construido para sustentar, lanzar y permitir el crecimiento de cada propuesta -sea cual sea su origen y condición- y que se ha potenciado durante los últimos años, compensando carencias estructurales que antes se consideraban crónicas y que ahora se resuelven con el desempeño de cada célula creativa y organizativa en función de sus características y su área de trabajo.
Así, como si de un conjunto de círculos concéntricos se tratara, en el que se retroalimentan todos los sectores implicados, aparece en un lugar prominente la acción de los sellos, cuyo espíritu se puede resumir en la filosofía de Discos da Máquina: “Somos un sello cooperativo en el que todos los grupos colaboramos para sacar adelante la parte más sucia del negocio: la distribución, la promo, etc. También realizamos actividades colectivas que intentan visualizar el trabajo del sello, potenciar su identidad y ayudar a financiarlo. Somos una fórmula que ha encontrado a varias bandas para seguir sobreviviendo; todo el mundo echa una mano en lo que sabe hacer, pero luego es artística y discográficamente independiente del todo. Somos gente muy variada y hacemos música muy diversa, pero todos tenemos en común una manera de ver el asunto y ganas de seguir tirando por muy malas que nos vengan dadas”.
Aunque el esfuerzo de las disqueras, independientemente de sus recursos y tamaño, no se centra sólo en funcionar como plataformas que den salida a sus protegidos dentro de la comunidad, sino también en el resto del país e incluso en el mercado foráneo. Matapadre es un buen ejemplo de ello: “Nuestros grupos son más demandados fuera de Galicia, incluso tenemos más propuestas de festivales de verano en el extranjero que aquí. Empezamos a sacar algunos discos de grupos de aquí que poca gente conocía y fue genial verlos en tan poco tiempo tocando en grandes eventos de España y otros países. Hemos vendido copias físicas de nuestros discos en Estados Unidos, Reino Unido, Portugal, Francia, Bélgica, Holanda, España… Es mucho más de lo que habíamos imaginado en un principio”, explica Iván Arias.
La alianza pactada hace unos meses entre Ernie y esmerArte -sin perder la identidad de ambas firmas- refleja la dimensión que posee hoy en día el sistema gallego no sólo a nivel discográfico, sino también de promoción, y la que puede adquirir en los próximos años. “Compartimos una filosofía muy clara a la hora de trabajar y desarrollar los proyectos. La admiración entre ambas empresas era, antes de la fusión y sigue siendo en la actualidad, mutua. Los objetivos son poder hacer todos nuestros proyectos viables y sostenibles, además de seguir disfrutando de nuestro trabajo”, comenta Josiño Carballo, de Ernie, sobre una unión lógica cuya misión concreta Kin Martínez, de esmerArte: “Lo primero que nos hemos planteado es estabilizar los proyectos en los que estamos trabajando y construir una base de futuro para atender a nuevas propuestas. Nuestra intención es establecer un nuevo criterio dentro de la industria musical basada en las potencialidades que tiene el sector de la música y su poder de interacción con otras actividades”.
El esfuerzo editorial y el empeño por cuidar con detalle cada fase de la actividad de los grupos y artistas se traslada a un circuito de directos que ha multiplicado exponencialmente el tamaño de su programación en las cuatro provincias gallegas, a pesar de que el impacto de la crisis económica, la falta de ayudas institucionales y privadas y decisiones políticas como la subida del IVA cultural al tipo general del 21% han afectado a su funcionamiento y a la supervivencia de muchas iniciativas, sobre todo vinculadas a festivales locales, de cuya agenda han desaparecido eventos como Cultura Quente, Vigo Transforma, Dolorock, Lolapop, Pulpo&Pop o Rock In Way / Music Way -sin contar otros de naturaleza efímera que sólo se llevaron a cabo en fechas puntuales propulsados por la celebración de determinados fastos, como Santirock, Concertos do Novo Milenio o Xacobeo 10-. Con todo, aún resisten reuniones musicales al aire libre de diverso pelaje, que van desde el peculiar Sinsal San Simón al Sardines de Sada, Sereas e Piratas y Noroeste Pop Rock, pasando por el V de Valarés, el FiV de Vilalba, portAmérica y Festival do Norte, que se ocupan no sólo de llevar a Galicia nombres del panorama nacional e internacional, sino también de dar cancha a las referencias autóctonas.
“Si nosotros los festivales no las apoyamos, ¿quién lo va a hacer? Queremos que las bandas salgan fortalecidas del festival”, sentencia Toño Caneda, director del Festival do Norte. Y añade: “Nuestra aportación es modesta, ya que tampoco somos un festival muy grande, pero nos encantaría tener a más bandas gallegas. Simplemente, a veces nos resulta complicadísimo seleccionar a cuatro o seis de ellas; y, sinceramente, no están todas las que nos gustaría que estuvieran, pero intentamos ir seleccionando las que nos gustan. Intentamos transmitirles el mismo cariño que si fuesen una banda grande nacional e internacional”.
Por otro lado, la proyección que están logrando algunos de esos certámenes facilitan que la música gallega se expanda hacia sectores culturales adyacentes. Lo explica Kin Martínez, máximo responsable de portAmérica: “Pensamos en generar las mejores sensaciones dentro del evento, por eso contemplamos y le damos mucha importancia a otras cuestiones claramente relacionadas como la gastronomía, el emprendimiento o la opción turística. La música y la gastronomía son disciplinas que comunican muy bien y forman parte del activo estratégico que tenemos en Galicia”.
Bajo techo, la actividad se divide en ciclos que abarcan todo tipo de estilos (Sinsal, Voces Femeninas -de la promotora Coconut Producciones-, Compostela Rock o triCiclo -de Work On Sunday-); en los planes alternativos que ofrecen espacios sociales autogestionados como el pontevedrés Liceo Mutante -caldo de cultivo del que surgió Unicornibot y toda la corriente sonora afín-, el coruñés Casa Tomada o el santiagués A Gentalha do Pichel; y en la programación estable de salas y clubes como Capitol (Santiago de Compostela), Super 8 (Ferrol), Mardi Gras (A Coruña), Medievo Club y Clavicémbalo (Lugo), Sala Karma (Pontevedra), la emblemática La Iguana Club y La Fábrica de Chocolate Club (Vigo) o Café & Pop Torgal (Ourense), que deben afrontar los embates de un contexto de depresión y el aumento de los costes impositivos que provocaron que, a mediados del 2013, se certificara una caída del 21% en el número de conciertos celebrados y del 31% en la cifra de espectadores (según el “Informe del Impacto Económico de la Crisis y la Subida del IVA en el Ocio Nocturno” elaborado por la plataforma ProNoche).
Precisamente, tomando como base a la audiencia, desde el Café & Pop Torgal se ofrece una perspectiva realista pero curiosa acerca de la espléndida y, a la vez, contradictoria situación por la que pasa la ruta de directos que recorre toda Galicia, “que es una comunidad con un público volcado y exigente; se nos ha puesto a todos el morro un poco fino y eso tiene partes muy buenas y partes muy malas. Nunca hemos tenido tantos conciertos en Galicia, la agenda semanal es de locos; pero creo que esto viene dado por un tema más cercano a la situación que vivimos de crisis y la necesidad del individuo de buscar nuevas formas de trabajo, ocio, etc.”.
PROBLEMAS A RESOLVER. He ahí la raíz de una de las cuestiones a abordar en el futuro dentro del dinámico y expansivo movimiento musical alternativo gallego: el desajuste entre una oferta a todos los niveles abundante y diversificada y una demanda que, paradójicamente, no resulta tan elevada como se puede creer de antemano. El público potencial es numeroso y enérgico, pero la proporción efectiva que se relaciona habitual y directamente con la escena aún no es la adecuada. Eso se deduce, al menos, de la opinión de Luis Campos: “Había, y consideramos que todavía hay, mucha más oferta que demanda de público. Es el momento de buscar nuevas ideas, coger aire, escuchar y ver lo que está pasando a nuestro alrededor. La cultura y la música forman parte normal de la sociedad, como comer, vestirse o ir al colegio”.
Se intuye que existe un exceso de programación y eventos, que responde a una necesidad de que cada conjunto o individuo tenga su sitio y de que la llama socio-cultural se mantenga prendida, pero, “aunque nos encante que la agenda gallega esté muy cargada de conciertos, desde el punto de vista empresarial creemos que existe una saturación importante. Evidentemente, hay muchos grupos que quieren tocar y como público agradecemos la existencia de conciertos por todos lados. Desde la perspectiva de un promotor que busca la profesionalización, todo es más delicado porque vemos que existe una clara tendencia hacia la desindustrialización”, concluye Iván Arias.
Más allá de aspectos románticos y estrictamente artísticos, justamente la industrialización del sector musical galaico es una de las principales claves para que éste prospere a largo plazo. Así lo cree Kin Martínez: “Todas las actividades e iniciativas carecen de la continuidad necesaria para que exista un segundo paso hacia la industrialización del sector. Carecemos de un plan que se base en el apoyo a la creación, a la presentación para luego trabajar en la parte de consolidación y la posible internacionalización. Así tendremos una escena y un objetivo común para que los esfuerzos de artistas, profesionales y medios de comunicación ayuden a construir el espacio cultural que tanto necesitamos. Lo que en el argot del sector decimos: ‘nos falta la hoja de ruta’. De alguna forma, la industria musical gallega no estamos a la altura o no tenemos los medios para atender la cantidad de producción artística que se está haciendo en Galicia. Siempre falla lo mismo: el artista crea obras, pero no sabe cómo vender su trabajo para que pueda vivir de ello”. O dicho de otra manera, según Toño Caneda: “El problema pasa por no haber sabido exportar todo ese talento fuera”.
La frase-colofón que mejor resumiría todo lo expuesto sería la siguiente: en Galicia se está desarrollando una gran etapa creativa en el peor momento industrial. Por ello, la sostenibilidad económica no sólo de cada idea concreta, sino también del plan global, favorecería que la escena gallega no se quedara en una moda fugaz. “Si conseguimos que los proyectos se mantengan de una forma constante, tanto económica como artísticamente, perdurará. Lo más complicado es llegar a ese punto donde un proyecto es sostenible por sí mismo”, atisba Josiño Carballo.
EL FUTURO Y SUS EXPECTATIVAS. La continuidad de la nueva ola gallega con la energía y fuerza actuales depende, desde el punto de vista artístico y musical, de que el tiempo ponga a cada elemento en su lugar y le otorgue el valor y el estatus que se merece. Teoría que se defiende desde el Café & Pop Torgal: “El tiempo hará de filtro real como siempre. No creemos en modas, sino en talentos. Y hay muchos y muy buenos”. Y que Tarci Ávila refrenda sin tapujos: “Cuando la crisis se haya llevado por delante a todos los cantamañanas, nos quedará ‘La Escena’. O mejor, llamémosla ‘Escena depurada, filtrada o saneada’”.
Un segundo factor que, probablemente, influya en la durabilidad de esta era dorada musical en el noroeste peninsular se encuentra en los fuertes lazos creativos que se constituyen entre sus protagonistas, puesto que “muchos ya nos conocemos desde hace más de diez años, y este boom que estamos viviendo sólo hace que nuestras relaciones se estrechen aún más”, aclara Óscar Vilariño.
Y la tercera circunstancia a tener en cuenta es el relevo generacional. ¿La juventud de hoy sembrará la semilla para que en el día de mañana se prolongue lo cosechado en el presente? Álvaro Blanco perfila la respuesta: “Buena parte de los grupos que ya existen seguirán haciendo música durante muchos años y la calidad de los proyectos va a mejorar con el tiempo, independientemente de la cantidad de propuestas. Lo que es esencial es que la gente vaya a los conciertos: ayudaría a continuar y mejorar a las bandas y también podría animar a más gente a crear música. Espero que la gente más joven coja el relevo, ya que de momento no lo veo”. Una visión no demasiado optimista que comparten Wild Balbina, aunque se abren a la opción de que se produzca un cambio: “No vemos posible una toma de relevo de aquí a un par de años porque la chavalada ya no toca, no se arriesga a nada; pero a los niños de ocho años que ven a sus hermanos tocando seguramente les produzca curiosidad o rechazo. ¡Seguiremos informando!”.
La historia que engloba a todos los protagonistas del actual panorama alternativo gallego se vive en tiempo presente y se conjuga en tiempo futuro sin saber cuál será su límite o su desenlace. A pesar de que existen ciertos paralelismos, se ha superado el mito de la movida galaico-viguesa de los 80 y se han espantado viejos fantasmas que aparecieron posteriormente. Aquí y ahora no hay lugar para actos rocambolescos, tendencias pasajeras ni fuegos de artificio. La heterogénea cohesión del nuevo movimiento alimenta un ecosistema en el que no sólo los más fuertes tienen la capacidad de sobrevivir y superar cualquier larga noche de piedra. Probablemente, dentro de otros treinta años se seguirá asegurando que lo que sucede hoy en Galicia ha trascendido etiquetas y esquemas para llegar a definir toda una época musical.