Nuestra crónica del concierto de Muse en Vigo se pregunta: ¿fue un evento histórico por la calidad de la actuación… o por coincidir con el día de la muerte de la Reina de Inglaterra?
Recordamos los días históricos, independientemente de los años que transcurran, por relacionar cada acontecimiento con el lugar en el que nos encontrábamos o con lo que estábamos haciendo. La fecha en que falleció la reina Isabel II, el 8 de septiembre de 2022, Muse iban a ofrecer en Vigo el considerado concierto más grande (y polémico) del verano y de la celebración del Xacobeo 21-22 en Galicia. Todos los que asistieron a Balaídos no olvidarán jamás que allí se enteraron de la noticia esperando la salida del grupo británico.
London bridge is down
En el interior y en los aledaños del estadio vigués se hablaba de esa casualidad mientras Killer Barbies arrancaban la tarde a todo trapo con “Love Killer”, el tema que los catapultó hace más de veinticinco años. Como representantes locales en tan insigne ocasión, Silvia Superstar y compañía resolvieron la papeleta adecuadamente, a pesar de que el gentío corría a colocarse en las posiciones privilegiadas de la pista o buscaba asiento en las gradas. “Que sí, que Isabel II ha muerto, ya es oficial…”. La atención se desviaba completamente hacia ese asunto por momentos, aunque a Silvia le daba igual: estaba en su salsa comandando a su grupo con el carisma y la actitud felina de siempre. Por ella (y por Killer Barbies) no pasan los años…
Algunas de las opiniones escuchadas antes de que Olly Alexander saltara a la palestra cuestionaban la idoneidad de que Years & Years ejerciesen de teloneros. Seguramente, parte de quienes pensaban eso ni siquiera los conocían… Era una buena oportunidad, por tanto, para descubrir quién era Olly cuando salió de una especie de cabina como por arte de magia. Eso sí, su show tecnopop con patinador y bailarines bondage con cascos de motorista (en este caso, muy motopapi) y cuero brillante danzando sobre las tablas cogió con el pie cambiado a más de uno y una.
“Son también británicos, ¿no?”. Sí, pero Olly arrinconó la candente actualidad para demostrar que su propuesta podía encajar, aunque no tuviera nada que ver, con el espíritu electrizante de la jornada. La sinuosidad de sus canciones y sus movimientos sexys y lúbricos -culminados con una coreografía lasciva practicada dentro de la citada cabina convertida en WC mugriento de club underground- hicieron que las cejas se arquearan, los ojos se abrieran como platos y aparecieran sonrisillas de extrañeza ante tal festín para la vista… y para los oídos.
Por algo Years & Years son tomados como los Pet Shop Boys del siglo 21 (salvando las distancias). De ahí que Olly sacara brillo a su versión del “It’s A Sin” de Tennant y Lowe. Cuando en la despedida cayó “King” (hola, Carlos III), su pieza más famosa, muchos dijeron aquello de que esa sí les sonaba… Pues ya sabían algo más de Years & Years.
Y, con puntualidad inglesa, se apagaron los focos del estadio, aumentó el griterío, se encendió la parrilla colgada en el escenario y empezó a retumbar de una forma atronadora “Will Of The People”, esa mezcla de Marylin Manson y Queen que abre el nuevo disco de Muse de idéntico título que llama a la agitación social, a la revolución y a cambiar el sistema imperante. Entonces, cuando después Matt Bellamy tocó algunos acordes de “God Save The Queen”, ¿se trataba de un sentido homenaje a la difunta reina? Sinceramente, no.
Respetuoso, de acuerdo. Pero también tenía un punto irónico, además al haberlo hecho como introducción a “Hysteria”. Ese gesto fue muy comentado, aunque posiblemente malinterpretado. Un tipo armado con una guitarra flamígera, encapuchado y con el rostro oculto al principio tras una enigmática careta -la misma que lucen los personajes que protagonizan los vídeos realizados para “Will Of The People”– a lo «V de Vendetta» en clave aún más futurista desearía derribar el palacio de Westminster, no arrodillarse ante su graciosa majestad…
A partir de esa declaración de intenciones, Muse plantearon un directo con inicio, nudo y desenlace hilvanado mediante varios interludios instrumentales e imágenes que sugerían la distopía que llevan tiempo anunciando. Y, como la excusa de su visita era su último álbum, de su contenido recuperaron la mitad de cortes, entre ellos “Compliance”, con trazas de incluirse a medio plazo entre sus clásicos en vivo; y “You Make Me Feel Like It’s Halloween”, interpretada por primera vez en directo porque, sencillamente, este era el primer concierto de Muse tras la publicación de “Will Of The People”.
Todo estaba perfectamente calculado y coordinado, desde la secuenciación de los temas hasta la escenografía. Probablemente, demasiado… Ahí surgió una de las sombras entre tantas luces, ya que esa rigidez no dejaba espacio para la espontaneidad. De hecho, incluso Bellamy contuvo más de la cuenta sus hiperbólicos ademanes rockeros, aunque no su virtuosismo guitarrero, del que presumió a gusto. Esa misma sensación de cierta frialdad, pese a las llamaradas, los haces luminosos y la enorme figura enmascarada -como la descrita más arriba- que intimidaba desde el fondo del escenario, se trasladaba de alguna manera a la pista y, sobre todo, a las gradas.
Parece mentira, pero, excepto en las filas delanteras, la euforia que se preveía no cuajó al 100%. Yo le encuentro dos posibles explicaciones: 1. El directo estaba diseñado como espectáculo más visual que musical, con lo que predominaban los móviles levantados en comparación con las manos elevadas; y 2. A los 17,000 espectadores que estaban en Balaídos se les podía haber añadido un par de miles (si las medidas de seguridad lo hubiesen permitido…) para que mejorase el aspecto general y la atmósfera del recinto.
En el segundo tramo del concierto creció la apabullante potencia de Muse, distribuida a través de “Time Is Running Out”, “Supermassive Black Hole”, “Plug In Baby”, “Uprising” -en este punto, Matt se había puesto su cazadora lumínica y su brazo de cyborg- y una ardiente “Starlight” que dio paso al consabido bis con la metalera “Kill Or Be Killed” y una morriconiana “Knights Of Cydonia”, que completó el mensaje contestatario de Muse con la arenga “No one’s gonna take me alive / Time has come to make things right / You and I must fight for our rights / You and I must fight to survive” lanzada a toda pantalla.
Disipados los efectos del estallido final, y tras una reflexión reposada, el abajo firmante sacó la siguiente conclusión: el ansiado show de Muse en Vigo no adquirió los tintes históricos que se presagiaban, solo en el sentido de que supuso el retorno de un evento musical multitudinario a Balaídos 21 años después. Fue, sin duda, un gran concierto con mucho ruido y bastantes nueces que demostró qué significa el concepto de rock de estadio, pero se recordará más por haber coincidido con el día en que Dios no salvó a la reina. [FOTOS: Xermán Darriba] [Más información en la web de Muse]