Nos metemos de cabeza en el Munster Raving Loony Party 2015, uno de los festivales más psicotrónicos y divertidos imaginables… Y te lo explicamos todo.
Munster Raving Loony Party es un nombre muy largo y freak para un festival pero, como suena a locura, cautiva nada más escucharlo. Como ya os advertimos, el Munster Raving Loony Party es un festival diferente, por decirlo de alguna manera. Decidimos arriesgarnos y descubrir un festival que, a juzgar por lo que vivimos, nos va a acompañar sino toda la vida (por eso de la vejez), sí que unos cuantos años de nuestra existencia. Así de emocionados estamos, oigan.
La cosa prometía, aunque también podía ser un epic fail de aquellos que hacen historia porque no teníamos referencias de ninguna clase. Lo único que sabíamos es que esta era la cuarta edición y que por el festival habían pasado grupos como Mujeres, Thee Gravemen o The Felines, lo cual no está nada mal. Como nos gusta vivir al límite, nos dijimos, vamos a ello, sin miedo a la muerte, ni a los monstruos ni a los zombies. Y, así, el jueves 30 de abril nos plantamos en Roda de Barà, ciudad de vacaciones (y de campings a mansalva). El lugar de celebración era precisamente un camping, llamado Arc de Barà, y el escenario era una carpa decorada al estilo del oeste con una gran parrilla para hacer bocadillos de carnaza. Empezamos bien.
Tupés, chupas de cuero y labios rojos comenzaban a asomar a ritmo de The Cheating Hearts, grupo alemán que nos robó el corazón. Un chico a la guitarra y una chica a la batería, vestidos como los novios de una boda vintage, cantando sobre el amor y el desamor, mezclando el garaje con el punk y acabando su concierto con la maravillosa «Gotta have your lovin’«. Les siguieron los italianos Go!Zilla, que repetían en el festival. Su punk rock garaje nos recordaba a Thee Oh Sees y también nos encantó. Garra y fuerza para un concierto en el que despeinarse era un must. Después llegaron The Rippers, también italianos, con un cantante entrado en años pero con un entusiasmo que ya querrían muchos jovenzuelos para sí. Se desgañitó con la armónica y nos hizo gastar suela movidos por el sonido de tan mágico instrumento. La fiesta seguía con All Girl Dj Crew en la terraza del bar de enfrente de la carpa de conciertos. pero decidimos reservar nuestro sudor para los próximos días.
The Pukes, un grupo formado por unas quince mujeres versionando canciones punk con diferentes ukeleles, nos esperaban a mediodía en la piscina del camping. Para esta ocasión no vinieron las quince, pero sí contamos a seis chicas y tres chicos, lo que no deja de ser un grupo multitudinario. Era una de las sensaciones del festival, y estábamos emocionados por verlas en acción. Efectivamente, no defraudaron, fueron divertidísimas y muy adecuadas para esa hora tontorrona en la que el sol te da directamente en los ojos y llevas ya unas cuantas cervezas. A su actuación le siguió un show que se anunciaba como “trash”… y vaya si lo fue. Frank Castro era el personaje que nos iba a dejar a todos con la boca abierta y los ojos como sandías. El hombre hizo todo lo imaginable para acabar intoxicado y suplicando clemencia en un hospital, pero el caso es que sobrevivió y todavía no sabemos cómo. Bebió jabón, se tiró cerveza por encima, se pintó el cuerpo y la lengua con un spray y, en el momento álgido de su show, empezó a romper un trenecito de juguete con la boca y las manos a ritmo de «Demolición» de Los Saicos. Las piezas volaban en todas las direcciones y teníamos miedo de encontrarnos un diente por el camino. Luego acabó comiéndose los cristales de una copa de cerveza como quién se zampa un bocata de calamares. Como decíamos, todo un milagro que no acabara en urgencias. DJ Granny Fuzz, un señor vestido como si fuera la Señora Doubtfire, puso el punto y final a la pool party. Le freak c’est chic.
Por la tarde nos esperaban Las Marlenes, un trío de chicas con pelucas verdes que parecían la reencarnación femenina de Los Ramones. No se les podía gritar “más rápido” porque, si llegan a tocar a más velocidad, igual acabamos todos explotando. Pizpiretas y divertidas, estas chicas de Barcelona eran puro nervio. Nos encantó cómo la cantante exclamó «¡A chuparla!» cuando su actuación acabó. Fans. Algo más serios, pero igualmente divertidos, Charm Bag volvieron a repetir el combo chico a la guitarra, chica a la batería que ya vimos con The Cheating Hearts y que hemos visto en formaciones como The White Stripes, aunque ninguno de ellos tenga nada que ver entre sí. Hablaron de zombies, tumbas y playas con melodías que recordaban a The Cramps. Luego llegaron The Jackets, trío suizo vestido elegantemente de blanco y negro que sonaban similares a The Monks. Su cantante, muy carismática, iba maquillada como si fuera hermana de Alice Cooper y hacía aspavientos y muecas como si le faltara un verano o tres, además de tener una voz más que prodigiosa. Por último, Miss Ludella Black, grupo que cuenta con la cantante de Del-Monas y Headcoatees, pusieron el toque de distinción a la noche. Como el día anterior, la fiesta seguía en el bar del camping, con temas de garaje, rockabilly, punk, rock y psicodelia para que no dejásemos de mover nuestras estupendas caderas.
Último día de festival. Hoy toca reventar y acabar mal, como en cualquier buen festival que se precie. Para empezar la jornada, a mediodía se celebraba la Sangría Saturday Afternoon Party en la terraza del bar del camping, con sangría a precios muy populares para hacer las delicias de los guiris y adolescentes. O directamente de los borrachos, que de alcoholismo andamos todos bastante bien. Otra vez pudimos ver a The Cheating Hearts y a Leadfoot Tea & Fernando, un dúo formado por un batería y por el cantante de Charm Bag, que se dejó los pulmones soplando la armónica. Por la tarde llegaba una de las formaciones más esperadas del festival, los míticos The Masonics, que no defraudaron a un público ansioso por verles en acción. Luego Thee Jezebels, trío de chicas de Londres con mucha actitud y desparpajo, mascaban chicle mientras tocaban canciones alegres de garaje y se secaban el sudor diciendo que allí hacía más calor que en la central line del metro de Londres. La bajista tenía mucho estilo y un aire chulesco que cambió completamente cuando tocó después la pandereta con The X-Men y no paró de sonreír en todo el concierto. Hay que tener tablas, amigos. Los legendarios The X-Men, que vivieron su momento de gloria en los 80, vinieron con una formación un tanto diferente a la original y nos ofrecieron un concierto fantástico y muy cachondo. No paramos de reír y bailar, que era de lo que se trataba. Por último Biznaga, grupo punk español, puso los gritos y la potencia, los pogos y la enajenación. Y, para acabar de rematar nuestra demencia, un bar lleno a rebosar nos esperaba con hits de esos que hacen que bailes sin complejos, te tires al suelo o saltes por los aires. Tres días de espectáculo en el que las girl bands y las riott girls fueron la nota predominante del Munster Raving Loony Party. Lo que se dice un fiestón. El año que viene repetimos. Seguro. [FOTOS: AnTruan]