Si quieres saber por qué todo el mundo está señalando a «Fallout 4» como el juego del año (y de la vida), aquí te lo explicamos en cinco puntos bien claros.
Suponemos que aquí cada uno tiene su propio baremo para detectar si algo está partiendo la pana o no… Pero por lo que respecta a nosotros, en Fantastic Plastic Mag lo tenemos muy pero que muy claro: entramos en 9gag y, si el 20% de los memes están dedicados a ese fenómeno, eso significa que podemos hablar de un fenómeno en toda regla. Y una cosa os decimos: en las últimas semanas «Fallout 4» no ha ocupado el 20% de los memes de 9gag sino más bien una cifra que podría acercarse perfectamente al 48,3% (sí, claro, nos hemos inventado este porcentaje de forma totalmente vil, pero ¿a que ha quedado bastante riguroso?).
La cuestión es que en la redacción de Fantastic Plastic Mag ya llevamos unas buenas semanitas jugando a «Fallout 4» (en su versión Xbox One, por si alguien se pone culo fino y quiere tener este tipo de información a buen recaudo) y, cuando nos planteamos cómo encarar un artículo especial sobre la experiencia en sí, lo primero que se nos pasó por la cabeza fue hacer un Top 5 de los motivos por los que todo el mundo está señalando este título como el mejor juego del año 2015. Nos dimos cuenta, sin embargo, que al final ese Top 5 se parecería demasiado a este otro artículo en el que, antes del lanzamiento del juego, resumíamos por qué todo el mundo estaba palote al respecto de «Fallout 4«.
Al fin y al cabo, los motivos por los que «Fallout 4» está brillando con un fulgor furioso son los que se suelen evaluar en todo juego habido y por haber: unos gráficos de un preciosismo inusitado (sobre todo en los paisajes), un sistema de juego complejo y con millones de pliegues (que, de hecho, incluye en su interior diferentes gameplays: acción, RPG, juego de construcción…), centenares de horas delante de la consola (o el PC), un argumento sólido (aunque sin demasiadas complicaciones porque, al fin y al cabo, simplemente sirve de «excusa» para introducirse en una experiencia de juego abierto de una extensión que asusta), un mapeado abierto y extensísimo en el que resulta fácil -y placentero- perderse… Pero de todo ello ya te hablamos en el mencionado artículo.
Así que mejor vamos a hacer algo diferente. A continuación, en vez de describir todo eso de lo que ya ha hablado todo el mundo, vamos a proceder a señalar los cinco momentazos en los que, mientras jugábamos, nos hemos dado cuenta de que esto de «Fallout 4» es pura C R E M I T A. Que sí, que se parece mucho a «Skyrim» y todo lo que te dé la gana. Pero pocas veces te encuentras ante un juego que te hace pensar que es más grande que la vida (tomando prestada una expresión que suele utilizarse al hablar de cine por mucho que, ahora lo vemos, tiene más sentido ante juegos como este). Ahí vamos…
CONSTRUIR TU PROPIA CASA (Y POBLADO). A ver, ¿pero «Fallout 4» no es un juego que te pone en la piel de un superviviente de una hecatombe nuclear que ha de enfrentarse a un mundo post-apocalíptico lleno de mutantes sanguinarios y otras bestias del montón? Sí. Pero no. No del todo. Resulta que, una vez te metes de lleno en el juego, lo más apasionante no es irte de misiones o recorrer el mundo de cabo a rabo para descubrir nuevas maravillas: lo más apasionante es quedarte en tu pueblo desguazando las ruinas, vaciando el terreno y construyendo tu propio pueblo. Tienes que edificar casas (con sus correspondientes facilidades para albergar a sus habitantes, ya que no estarás solo en tu poblado), huertos en los que crezca comida, fuentes que den agua, puestos de defensa… También tendrás que asignar los recursos a los habitantes para que estos se hagan cargo mientras tú estás ocupándote de otras cosas. Pero, oye, centrémonos en la parte divertida, que es la de la construcción: a partir de los materiales que vayas consiguiendo por todo el mundo de «Fallout 4» podrás construir paredes, suelos, habitaciones, muebles o aparatos electrónicos para, poco a poco, ir consiguiendo una base de operaciones lo más civilizada (y fardona) posible. Y, sí, somos conscientes de que esto es más bien un cruce entre «Sim City» y «Los Sims«. Pero, ¿y lo adictivo que es? ¿Eh?
PERDER EL TIEMPO. ASÍ EN GENERAL Y EN ABSTRACTO. Pero la procrastinación en «Fallout 4» no acaba en tu casa y en tu pueblo. Ni mucho menos. En este juego, lo que mola es sentir que podrías estar viviendo misiones complejas pero que, en vez de eso, aquí estás, buscando materiales para sentarte en el banco de herramientas y mejorar tu armadura y vestimenta, para dedicarle un buen ratazo a cocinar la carne de animales asesinados y plantas recolectadas (para así, eliminar su radiación y poder comerlas sin peligro alguno) o para convertirte en un maestro de la mejora y tuneo de armas diversas. No te creas que los motivos para perder el tiempo se acaban aquí: siempre puedes ir a alguna ciudad a hablar con la gente y así ir mejorando tus dotes de persuasión (ya que en toda conversación podrás elegir entre diferentes respuestas que te convertirán en un personaje u otro) e incluso puedes coger a tu perro y lanzarte a ver mundo. Caminar de un lugar a otro es un pasatiempo formidable… Pero, ¡ojo!, porque el mundo de «Fallout 4» está habitado por un monstruo llamado Deathclaw que es jodidamente violento y prácticamente indestructible. Si le ves, lo mejor que puedes hacer es salir corriendo en la dirección contraria.
[/nextpage][nextpage title=»PARTE 2″ ]TU PRIMERA MISIÓN (CHISPAS). Pero, venga, no nos quedemos en la excusa de la procrastinación, porque el corazón de «Fallout 4» consiste en ir desbloqueando nuevas misiones y aventuras y meterte de cabeza en ellas como si no hubiera un mañana. La primera de todas esas misiones viene a resumir todo lo que encontrarás después. Antes de nada, tienes que ir a una ciudad fantasma que hay justo al lado del pueblo en el que «despiertas» después de haber pasado más de un siglo en criogénesis. La exploración es sencillita pero apasionante: una gasolinera abandonada llena de topos-rata, muchos coches abandonados en diferentes estados de descomposición, casas medio derruidas… Y, entonces, llega la acción. Te topas con tus primeros bandoleros, te los cargas, entras en un edificio cerrado que tienes que ir recorriendo cargándote a los enemigos diversos hasta llegar a los Minutemen, un grupo de justicieros al que te unes sin dudarlo ni un instante. Ellos te dan las claves para que te metas dentro de tu primera armadura andante y repartas yoyas por doquier. Y eso es lo que harás a partir de ahora: entrar en edificios, matar a enemigos, buscar armaduras para ser más fuerte y destructivo. ¿Lo mejor de todo? Que, tras la experiencia de «Skyrim» hacer todo esto sin magia pero con pistolas es realmente refrescante.
SALIR AL MUNDO ABIERTO. El principal peligro de «Fallout 4» es que, si eres un jugador superficial que se cansa a la hora de juego, nunca llegarás a catar su verdadero potencial. Te vamos a explicar cómo nos topamos nosotros con este potencial… Después de la primera aventura, después de unas buenas horas de procrastinación construyendo nuestra base, después de todo eso, el jefe de los Minutemen te asigna como misión ir a socorrer a unos supervivientes que viven en un barranco. Esta es la primera vez que tendrás que hacer un viaje largo en el juego y, en cuanto sales del perímetro en el que has vivido tus primeros pasos, sólo hay espacio para la fascinación. Cuando empiezas a recorrer el mundo, ves de qué pie calza «Fallout 4«. Y lo flipas. Empiezas a corretear entre gigantescas autopistas colgantes medio derruidas, presas de agua abandonadas, instalaciones tecnológicas en estado de descomposición y muchas otras locuras que, por vez primera, te obligan a mirar hacia el horizonte (el del juego, vamos), y reflexionar sobre lo que te espera en este mundo. Esto no es fantasía medieval a lo «Skyrim«. Eso lo tienes muy visto. Pero ¿cuántas veces has estado en un mundo post-apocalíptico tan realista? Muy fuerte.
SENTIRTE MUY PEQUEÑITO AL PENSAR EN TODAS LAS HORAS DE JUEGO QUE TE QUEDAN. Pues eso. Que, después de todo lo dicho, lo que convierte a «Fallout 4» en uno de los juegos más destacados de los últimos tiempos es su propuesta de un mundo en el que te vas a perder durante días, semanas, meses ¡y años! No hay duda alguna: entre las misiones (que, por cierto, se irán ampliando de forma totalmente gratuita a través de DLCs), la construcción de tu pueblo base y la capacidad de procrastinar a base de bien y sin mirar a quien, nos encontramos ante una experiencia que va a pasar a formar parte de tu vida. Aquí no se vale eso de jugar de forma ocasional y fulminar el juego en varias horas. Esto es una carrera de fondo. Y, por si no te has dado cuenta, todavía no llevamos corrida ni una décima parte de la carrera.
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