No es algo muy común que un artista tome una carretera secundaria, la agote con el acelerador pisado a fondo y, acto seguido, se reincorpore a su camino principal para descubrir que el barro acumulado en las ruedas le permite un mayor agarre en la conducción. Y esto que puede sonar a fantasía lúbrica de aficionado a rallies de montaña es ni más ni menos que la imagen más adecuada para encarar «Clear Moon» (P.W. Elverum & Sun Ltd., 2012), la nueva entrega de Mount Eerie. Ahora llega la hora de las exploraciones… Consideremos la carrera de Phil Elverum precisamente como eso, como una carrera que empezó en la banda The Microphones, heredera directa del sonido noventoso de K Records (sello, por cierto, muy afín a este artista que ya había visto varios proyectos suyos amparados en esta santa casa). Banda sonora recomendada para este tramo del trayecto: el sublime «The Glow, Pt. 2» (K. 2001). Para sorpresa de muchos y gusto de muchos más, la interestatal por la que transcurría la carrera de Elverum cambió de estado y de paisaje de pronto, de forma abrupta y sin avisar. Su nuevo alias suponía una transición poco dolorosa, ya que bien puede considerarse que Mount Eerie se desprendió naturalmente de los títulos de sus tres últimos álbumes como The Microphones: «Drums From Mt. Eerie» (K., 2003), «Singing From Mt. Eerie» (K. 2003) y, evidentemente, «Mount Eerie» (K., 2003).
El cambio de paisaje no fue tan brusco como podía pensarse: ya al frente de su último proyecto, Elverum siempre había demostrado una voluntad experimental inquieta y aficionada a los rápidos movimientos de una culebra que huye sobre aguas tranquilas. Así que, sin abandonar las texturas rugosas del DIY noventero, Mount Eerie se adentraba en los terrenos de un folk tan experimental que espantaba incluso a los más freaks dentro del weird folk… Los mismos posers que, sin embargo, abrazaron el que sigue siendo el disco más accesible de Elverum: el gigantesco «Lost Wisdom» (P.W. Elverum & Sun Ltd., 2008), banda sonora de este segundo tramo de un viaje a través de la noche y con el crepitar de las llamas de hoguera transmutando el interior del coche en un campamento improvisado en medio del bosque. Tampoco pretendo hacerme el interesante ni el esnobista: puede que este sea su disco más accesible, pero es que es cierto que, considerando una discografía aficionada a los zarpazos, es totalmente imposible no rendirse ante «Lost Wisdom» seas un poser wierdfolkista o no. Por eso volvió a sorprender (esta vez de verdad) cuando la carrera de Elverum hizo un nuevo cambio de estado y de país y se zambulló de pleno en los pantanosos terrenos del drone, del metal y, al fin y al cabo, del rollo darks. Banda sonora sólo para valientes: «Wind’s Poem» (P.W. Elverum & Sun Ltd., 2009), tratado de ruidismo metalero no apto para todos aquellos que arrimaron la cebolleta al metal cuando empezó a ser cool.
Ahora, con «Clear Moon«, es difícil saber en qué estado estamos. Es como si, al volver de las ciénagas de «Wind’s Poem«, una disrupción espacio-temporal digna de «Star Trek» hiciera posible la existencia de tres planos de existencia en una misma realidad. Ya teníamos asimilado el crujiente lo-fi noventero y los folkismos salvajes y asilvestrados de los dosmiles, pero lo cierto es que el nuevo barro metalero bajo las ruedas del coche de Phil Elverum hace que el regreso hacia todo lo dicho suene incluso mejor. Y es que en el último trabajo de Mount Eerie conviven los tres géneros, etiquetas o, simple y llanamente, estados de ánimo. El álbum se abre con la falsa ilusión de que esto podría ser una marcha atrás, una maniobra de reculamiento al percibir que las aventuras de guitarras darks no fueron tan bien recibidas como cabría esperar… Y es que dos temas tan subyugantes como «Through The Trees Pt. 2» (que es el reprise a la primera parte aparecida en «Wind’s Poem«, con la que no guarda ningún tipo de correspondencia) y «The Place I Live» elevan el alma varios metros por encima del cielo en dirección a la luna clara, clarísima, del título del disco. El primer tema es dulce con la dulzura de «Lost Wisdom«, mientras que el segundo corte es algo así como si las brumas de los drones oscures de los últimos tiempos de Mount Eerie se abrieran de par en par para dejar pasar un rayo de luz en forma de una voz femenina fantasmagórica que flota hacia el final de la composición. A estas alturas, imposible no estar vendido a las delicias de «Clear Moon«.
Pero es esta una ilusión engañosa, ya que pronto se desvanece la ilusión y el monstruo experimental de chatarra y mugre se abre paso a través de las canciones para recordar que lo de Mount Eerie está muy lejos de agradar: lo suyo es fascinar, aunque esa fascinación sólo sea apta para los más aventureros. Ahí están las progresiones free de «Lone Bell«, con un saxo malrollistas punteando la caída libre en espiral de una percusión hipnótica; o la metronimia de falso kraut (le falta nitidez para poder endilgársele tal etiqueta) de «House Shape«. «Over Dark Water«, la única cesión puramente metalera del disco, arranca con un riff de guitarra eléctrica oscura, oscurísima, que hace pensar a partes iguales en «Wind’s Poem» y en los cánticos satánicos de atmósferas insanas de Sunn O))) y compañía. «Clear Moon» es una oda al escapismo drone más ingrávido, mientras que «Yaming Sky» vuelve a los parámetros folkistas de ruralismo nocturno norteamericano que hace pensar en el Lynch de celouloide. Podrá parecer, después de todo lo dicho, que «Clear Moon» va picoteando aquí y allá de las experiencias musicales ya vividas y entregadas por Elverum… Pero lo cierto es que no hay en este disco ninguna canción que pueda concebirse como un absoluto: las constantes vitales se van confundiendo, y cuando parece que un estilo gana la batalla, Phil sabe combatirlo arrojándole cualquiera de las otras etiquetas contra la boca. Ahí queda, por ejemplo, la digresión drone que hacen más brillantes los aciertos folkies de «The Place I Live«; también la espiritualidad mesiánica (muy doom folk) que actúa de pomada sobre los rasguños causados por el metal arisco de «Over Dark Water«. Volvamos a «Star Trek«: «Clear Moon» son tres dimensiones plegadas en un único plano de realidad. Es, al fin y al cabo, la síntesis de la carrera de Mount Eerie. ¿Se impone cambio de estado y de paisaje?