Puede que la década pasada estuviera definida por Kanye West… Pero «Modus Operandi» demuestra que 070 Shake debería definir la década que acaba de empezar.
No vas a leer ni una crítica de «Modus Vivendi» (G.O.O.D. Music, 2020) que no te recuerde que el mundo conoció a 070 Shake «gracias» a Kanye West, quien la incluyó en uno de los cortes de aquel fracaso de disco que fue «ye» (G.O.O.D. Music, 2018). Pero resulta que, al fin y al cabo, lo que deberíamos recordar aquí y ahora no son los méritos de Kanye, sino más bien los propios de Danielle Balbuena. Y es que, el mismo año en el que se publicó «ye«, ella dejó caer un EP tan imprescindible como «Glitter» (G.O.O.D. Music, 2018), sin el que resulta francamente imposible todo lo que se nos va a venir encima con esta artista. Que (gustosamente) va a ser mucho.
Sea como sea, para lo único que debería mencionarse el disco del marido de Kim Kardashian en una crítica de «Modus Vivendi» es para contrastar un hecho puro y duro: nos encontramos ante la antítesis absoluta del modus operandi (pun intended) que Kanye asumió en el año 2018 para dejar caer una ristra de discos descuidados, inacabados y, al fin y al cabo, potencialmente olvidables. El debut en largo de 070 Shake, por el contrario, es un álbum sólido en el que se intuye un trabajo concienciado a la hora no solo de definir los contornos (vastísimos) del imaginario sonoro de Balbuena, sino sobre todo de dar coherencia a todo un conjunto de sonidos que, partiendo del hip-hop macho yanki, se aventura a apropiarse de sonoridades sorprendentes y arriesgadas. Pero siempre estimulantes.
Y es que, a primer escucha, puede que lo que más sorprenda en «Modus Vivendi» sea precisamente las pinceladas de géneros que, a priori, nunca esperarías en el campo de nabos del hip-hop norteamericano de última generación. Aquí puedes encontrar esas guitarras zumbonas que son la obsesión más reciente del trap («Come Around«), obvio, pero colisionando frontalmente contra unas congas escapistas y una guitarra a lo Santana («Divorce«). Puedes toparte con un tema de ganstah rap oscuro y pendenciero que, de repente, se abra las venas para derramar un grand finale de cuerdas orquestales («The Pines«). Puedes dejarte llevar por una burbujeante tonadilla de hip-pop que no desentonaría para nada en un disco de Kali Uchis («Rocketship«), probablemente el único ramalazo de feminidad normativa que 070 Shake se permita en este debut.
También hay en «Modus Vivendi» una sensibilidad particularmente ochentera a la hora de abordar el trabajo con los sintetizadores, ya sea en su vertiente más nostálgica («Under The Moon«) o en su vertiente casi de radiofórmula (¿por qué no puedo dejar de imaginarme «Guilty Conscience» como banda sonora de una película de John Huges en la que, por arte de magia, el argumento fuera inclusivo y no una burrada heteropatriarcal?). Una conciencia ochentera que queda totalmente sublimada en un corte tan magistral como «Morrow«, que se abre con una guitarra española (hola, desde aquí un saludo a «La Isla Bonita» y al canon que fijó en el pop que vendría después) pero acaba con unas flautas del Orinoco que son tan new age que ríete tú de Enya.
Puede que, al fin y al cabo, esta coctelera de sonidos tan dispares encuentre su forma de ligarlo todo precisamente en las enseñanzas de Kanye West. Muchos de los trucos de producción más efectivos en el álbum (bombos que te sacuden las entrañas, hiper-tratamiento de la voz, sorpresas inesperadas en cada canción para paliar el déficit de atención de la era del shuffle en Spotify) ya los hemos escuchado antes en otros trabajos de Ye, que siempre ha sabido usar el cut’n’paste y la sampledelia como herramientas básicas para dar coherencia a sonidos de procedencias lejanas. Lo interesante en el caso de 070 Shake es que aquí no hay cut’n’paste ni sampledelia: aquí hay canciones en su formato más clásico, con un principio y un final. Y con mucha maestría entre medias.
Una maestría que resulta desafiante porque no necesita desafiar ni romper para sonar sugerente e inteligente. El tipo de maestría que está llamada a definir los contornos de la música de esta década que acabamos de descorchar y a la que deberíamos reclamar más discos como este «Modus Operandi» y más artistas como 070 Shake. Estamos hablando de una alguien que habla de amor, deseo y sexo con chicas. También habla de drogas, y en sus canciones casi puede escucharse la calle. Los callejones oscuros de los barrios menos favorecidos, más que las grandes avenidas iluminadas en la zona alta. Algo que es habitual en el hip-hop macho de última generación norteamericana, pero que Danielle practica como chica, sin subrayar nada, sin convertirse en bandera de ninguna causa. De forma totalmente natural.
Puede que llegues hasta su disco sin saber si quien canta es un chico o una chica. También puede que llegues hasta sus vídeos sin saber si 070 Shake es un chico o una chica. Lo interesante es que la energía que desprende todo lo que hace no es ni masculina ni femenina, a veces es más masculina, a veces es más femenina, siempre es gender fluid. Porque la energía masculina, egocéntrica y egotista de Kanye West definió la década pasada. Pero, si hay alguna energía que debería primar en la nueva década, debería ser la que desprende «Modus Vivendi«. [Más información en la web de 070 Shake // Escucha «Modus Vivendi» en Apple Music y en Spotify]