Una iluminación rojiza bañó el escenario durante todo el repertorio que Micah P. Hinson ofreció con The Junior Arts Collective, la banda que lo acompaña en esta ocasión en su gira española. Con una toxicidad contagiosa, el norteamericano volvió a demostrar el pasado lunes 19 de noviembre en la Joy Eslava de Madrid por qué se ha ganado a pulso el nombre de chico malo del folk: el aura maldita que despliega siempre hace que aparente muchos más años de los que tiene -son sólo 31-, y el eco autobiográfico de sus canciones es siempre una buena excusa para ver a este joven sobre el escenario. Es tímido y a veces da la impresión de ser tosco, no le gustan las fotos con flash y habla para el cuello de la camisa, pero cuando canta, desprende tanta fuerza que uno se olvida de lo introvertido que es el músico.
«Take off That Dress For Me» y «Seven Horses Seen» sonaron al principio, siempre fieles a esa máxima de Micah -que se quejó por cómo pronunciamos su nombre en español- que es la de transmitir letras prosaicas de forma elegante. Él y sus músicos permanecían en el escenario conscientes de lo que hacían, que era encoger corazones; y, además, era lunes: uno podía salir de ahí casi tan triste como de cualquier concierto de Daniel Johnston (y, de hecho, consiguieron su objetivo). El público esta vez fue respetuoso, mantuvo el silencio y alguno derramó una lagrimilla en esa «Close Your Eyes» que, con el acompañamiento de la violinista, sonó como un fuerte quejido.
Hubo tiempo también para escuchar a un Micah P. Hinson eléctrico y ruidoso, que es precisamente como suena en su mayoría «Micah P. Hinson & The Junior Arts Collective» (Full Time Hobby, 2012), el disco de rarezas que el texano ha sacado del baúl y que ahora comparte con sus fieles. Pero también escuchamos temas de «Micah P. Hinson and The Pioneer Saboteurs» (Full Time Hobby, 2010), como «The Cross That Stole This Heart Away«, «Watchers, Tell us Of The Night» y «Stuck On The Job«. Las canciones que escribe parecen ser la única llave de acceso al personaje -y no a la persona- que crea Hinson, corrosivo, dolorido y en búsqueda de respuestas. Para el final dejó «God is Good«, un tema que siempre dedica a su padre y con el que parece redimirse por ser una bala perdida.