Cuando MGMT anunciaron que su segundo álbum no tendría singles, todo el mundo (y ojo que digo “todo el mundo”, que a mí me gusta mucho generalizar) reaccionó de tres maneras diferentes: una parte del globo enarcó la ceja derecha con desconfianza: ¿cómo? ¿ Los hacedores de los mega hits «Time to Pretend» y «Kids» no iban a dar singles? Entonces, ¿qué se suponía que iban a hacer? Reconozcámoslo, «Oracular Spectacular» (Columbia, 2008) fue una joya de pop psicodélico totalmente pasado de vueltas, muy de su tiempo, digno predecesor de discos que hoy nos encantan como el «Odd Blood» (Secretly Canadian / PIAS Spain, 2010) de Yeasayer, por poner un ejemplo. Sin embargo, las ramas no dejaban ver el bosque, y aunque frondoso, el bosque de «Oracular Spectacular» era caduco y sus virtudes -que eran unas cuantas: originalidad, inmediatez, frescura, desparpajo, morro y una capacidad de tomarse en serio en exceso muy risible pero entrañable- se quedaron en el 2008… y allí siguen. Otra parte de la población enarcó la ceja izquierda con curiosidad: ¿de qué va esto de no sacar singles siendo MGMT? ¿Qué pasa cuando un two hit wonder se niega a seguir tocando sus hits -que básicamente son dos, que no es que estemos hablando de Pet Shop Boys, Depeche Mode o Radiohead-, reniega en público de ellos y, además, renuncia a repetir la jugada, máxime cuando justo acaban de fichar por una multi como Sony? ¿Existía alguna posibilidad de que Ben Goldwasser y Andrew VanWyngarden fueran algo más que un hype y se desmarcaran con un disco de autor o lo que sea que pueda ser eso? ¿Hay vida después de «Kids«? Al resto de la población se la sudó completamente: a) porque ni idea de quién son estos emgiemti ni falta que les hace o b) porque total, con dos cubatas un sábado por la noche uno baila la sintonía del telediario si hace falta.
Antes de que «Congratulations» (Sony, 2010) saliera a la venta a principios de abril, los propios MGMT colgaron el álbum completo para escucharlo en streaming en su web, y la incógnita se desvelaba. Nueve canciones en total con una media de duración de cuatro minutos y medio y un intermezzo de doce, ahí es nada. Y sí. Ni rastro de singles potenciales. Ni siquiera el primero, «Flash Delirium«, con estupendísimo vídeo a lo Cronenberg de por medio. Los dos de Brooklyn se acompañaban en esta ocasión de Sonic Boom (aka Pete Kember de Spacemen 3) en la producción; y si el toque de Dave Fridman los acercaba a las paranoias juguetonas de Flaming Lips, Wolf Parade y otros experimentos de pop arty arriesgado e irreverente y les dotaba de un sonido muy de rave matutina en un chiringuito playero, el toque de Sonic Boom los aleja de la Tierra y los proyecta en ese espacio en el que un día se quedó atrapado el Comandante Tom, en un momento indeterminado entre mil novecientos sesenta y mil novecientos setenta.
Porque el «Congratulations» de MGMT, su disco sin singles, el que muchos calificaban como su suicido comercial, y lo tildaban de capricho de divas o de tontada de niñatos, es un disco deliciosamente retro, artificioso, pretencioso, arty y, sin embargo, muy digerible. Así que casi, casi, se puede decir que el doble salto mortal de estos dos les ha salido prácticamente bien. Muchos de sus detractores se han rendido a sus pies (aunque sigue habiendo quien va a la suya, no lo criticaremos aquí, que ser coherente en estos días vale lo suyo), y la sensación general es que estamos ante un disco maduro que supera la media normal, muy sorprendente viniendo de dos niñatos que hace tres días se vestían con las cortinas de su abuela, iban de Tom Cruise en «Coktail» y se permitían el lujo de tomarnos el pelo cerrando un concierto haciendo un playback descarado y pasando del público.
No hay singles, es verdad. Pero sí hay buenas y estupendas canciones, todas muy progresivas, algunas que derivan en una marea indefinida y desestructurada que bien pueden valer un dolor de cabeza o unas mariposas en el estómago. En ellas no tienen problemas en citar a sus ídolos y (deseables)influencias: «Song for Dan Treacy» -cuyo in crescendo del final me tiene totalmente loca- está dedicada al líder de Television Personalities, y «Brian Eno» está dedicada… pues eso, a Brian Eno. Ambas son dos joyas de pop barroco y psicodélico que no solo beben de los citados, sino también de The Beach Boys -más del «Smile» de Brian Wilson– y de los grupos mod de lo 60. Pero no se quedan en los homenajes los highlights. A diferencia de lo que suele ocurrir normalmente, es en las distancias cortas donde «Congratulations» coge fuerza, y sus baladas son emotivas, ornamentales y preciosistas: el subidón final de «Someone´s Missing«, la delicadeza de «I Found a Whistle«… Pero tres canciones destacan por encima del resto (y ya tiene mérito): el inicio del disco con «It´s Working» -quizá la que más ecos Oracularspectacularianos tiene, una overture enérgica y vitalista, que mira hacia el cielo-; «Congratulations«, la que cierra el disco, un pasaje triposo que haría las delicias del Marc Bolan más contemplativo; y «Siberian Brakes«, el «Pasaje a la India» particular de estos dos, un viaje de doce minutos por todas las influencias setenteras habidas y por haber: glam rock, pop y rock progresivo, psicodelia y música sintética se concentran en un patchwork indefinible, disgresivo, inabarcable, muy, muy fumado y espectacular.
Con «Congratulations«, MGMT se felicitan a sí mismos por los hitos conseguidos y por los que les vienen de camino. Porque si de algo sirve este disco, es para suscribir que no estamos ante la broma que pretendían ser, sino antes dos chavalines con ideas buenas y la pasta y las ganas suficientes de llevarlas bien a cabo. Solo queda ver cómo adaptaran esta extraña criatura al directo y, sobre todo, cuál será el siguiente paso a seguir. Porque a ellos, lo de la maldición del segundo disco les queda como lejos. Tanto, que se han permitido el lujo de tirar -por fin- las cortinas de su abuela por el retrete, dejarse la pose de divas de rastrillo hippy y vestirse como los pijos arties que son, ganando musical y estéticamente. Pues sí, señores: Congratulations.