Y parece que, finalemente, este año no nos quitaremos de encima la maldición que se inició el año pasado: esta extraña ristra de muertes célebres que parecen sucederse a una velocidad inusual y que se está llevando por delante a algunos de los más ilustres artistas de nuestros tiempos. El último exponente es Mark Linkous, el hombre detrás de esos Sparklehorse que nos arrebataron con discos tan sublimes como «Good Morning Spider» (Capitol, 1999) o su último trabajo firmado bajo este nombre: «Draemt for Light Years in the Belly of a Mountain» (Capitol, 2006). Lo último y tremendamente vitalista que supimos de él fue su colaboración con Dangermouse (y David Lynch en lo visual) para firmar aquel «Dark Night Of The Soul» que hoy, tristemente, suena a premonición. El suicidio de Linkous ha sacudido a la escena musical, que ha preferido aferrarse a las palabras que la familia hico públicas junto al anuncio oficial de la muerte del artista: «Con una gran tristeza compartimos las noticias de qeu nuestro querido amigo y miembro de la familia, Mark Linkous, se ha quitado la vida hoy. Estamos agradecidos por el tiempo que ha pasado con nosotros y que siempre llevaremos en nuestros corazones. Que su viaje sea pacífico, feliz y libre. Hay un cielo y una estrella para tí«. Nosotros, sin embargo, preferimos quedarnos con el título de otro de sus discos, «It’s a Wonderful Life» (Capitol, 2001), y con el video de esa misma canción…