¿Te han dejado alguna vez y no lo viste venir? Eres el lector perfecto para gozar este «Manual del Perfecto Dejado» de Flanagan McPhee e Iván Harón.
A todos nos han dejado alguna vez. Y, antes de que me salgas con que eres un unicornio en el país de los caballos cojos y que tienes una lustrosa cabellera rainbow y un cuerno tornasolado porque es que a ti nunca te han dejado, permíteme que te diga algo: claro que te han dejado. Puede que no te haya dejado una pareja, pero te habrá dejado un amigo (o alguien que consideraras un amigo), un colega de curro a cuya relación le diste más importancia de la que realmente resultó tener, una prima del pueblo que considerabas imprescindible en tu vida pero que es que pasa total de ti… Sí, a todos nos han dejado alguna vez. A absolutamente todos.
Y por eso mismo resulta que absolutamente todos somos lectores potenciales de «Manual del Perfecto Dejado«, libro editado por Mueve Tu Lengua y que tiene tanto de terapia como de exorcismo. Sus autores son Flanagan McPhee e Iván Harón: el primero al cargo de los textos que son el esqueleto, el segundo a los mandos de un buen puñado de ilustraciones que son la piel y el pelaje y la carne que, sobre el esqueleto, acaba por multiplicar de forma exponencial la poesía implícita en todo acto de ser dejado. El diálogo entre ambas partes es tan íntimo, tan armónico, que no solo se potencian el uno al otro, sino que son imprescindibles para acabar de entender el conjunto de la obra.
Resumiendo mucho, podría decirse que «Manual del Perfecto Dejado» es el proceso de escritura terapéutica con el que McPhee se quita la espinilla de haber sido dejado por alguien a quien quiso de esa forma ciega que te incita a ignorar todos los indicios del desastre inminente. Como todo buen manual de autoayuda, el libro se estructura a partir de todo un conjunto de reglas imprescindibles para superar una ruptura no deseada. Reglas que, por cierto, no podrían ser más acertadas en consejos como no contarle a nadie que te han dejado, porque en el momento que lo cuentes se hará realidad. Been there. Done that.
Las reglas, verdaderos pildorazos de síntesis terapéutica, se ven ampliadas en capítulos que nunca superan las tres páginas y en las que McPhee va de lo general (las reglas) a lo concreto (su propia historia de desamor). En ese tipo de movimiento mental pendular y bipolar que es inevitable después de toda ruptura, Flanagan transita del lenguaje puramente poético (cuando evoca el dolor, claro, pero también cuando se da cuenta de que las alegrías pasadas se ven empañadas por la ominosa sombra de la mentira) a un código mucho más irónico (cuando se trata de darle la vuelta a la tortilla y dejar claro que su exnovio es pura escoria).
Quien crea que el lenguaje de las redes sociales va en contra de la literatura, que se baje aquí y ahora del «Manual del Perfecto Dejado«. Estará ignorando, eso sí, que la literatura tiene el deber absoluto de capturar y encapsular el lenguaje de su tiempo, y que este es el lenguaje del momento histórico que nos ha tocado vivir. McPhee es un tuitero ilustre, y eso es algo que se nota en el brío de sus frases y en su forma de estructurar el libro en base a pildorazos verticales de sentido más que en forma de argumento horizontal. Se nota en su lengua sardónica, tan afinada en el noble arte de la recolección de likes; y se nota también en su capacidad para crear metáforas poéticas con las que es fácil conectar y verse espejado.
Son estas imágenes poéticas las que suele aprovechar Iván Harón a la hora de ilustrar las vivencias de su compañero: sus ilustraciones son puras metáforas visuales en las que, como ocurre con los textos de McPhee, resulta terriblemente fácil conectar y verse espejado. Son una amplificación del mensaje primordial en este tomo: quiérete, maricón, porque nadie te va a querer nunca de la forma tan sanadora como puedes y debes quererte a ti mismo. Porque, cuando te dejan, la única salida es cerrar a tu alrededor una gran esfera y priorizar el «yo» para olvidar el «nosotros».
De eso va este «Manual del Perfecto Dejado«: puede que Flanagan y Harón quieran vendernos que este es un perfecto documento de autoayuda que nos va a ayudar en nuestras rupturas no deseadas… Pero en verdad se intuye que esto ha sido más bien un proceso que le ha ayudado al escritor a sanar sus propias heridas, con toda la mala baba y el dolor que ello implica. También con toda la belleza que arranca de nuestro interior. Y eso no es algo negativo. Sino más bien todo lo contrario. [Más información en el Twitter de Flanagan McPhee, en la web de Iván Harón y en la de la editorial Mueve Tu Lengua]