La vida (musical) es injusta. Así, generalizando y a lo bestia. No se explica de otra manera que una banda con una contundencia de sonido y planteamiento tales como Man Man se hayan quedado con cuatro discos a sus espaldas relegados a los círculos más limitados y como reducto para freaks musicales y gafapastas practicantes. Si bien es cierto que las canciones de esta banda de Philadelphia exigen del oyente tanto como aparentan exigirse a ellos mismos, es imposible escuchar su atronadora concepción del rock inteligente sin caer rendido. Sus melodías, sus letras y, sobre todo, su puesta en escena los distingue como una banda original y diferente, con un directo contundente que alterna la opereta rock y el cabaret desquiciado, con su líder Honus Honus a la cabeza siempre aporreando el piano en cada canción, dando vida a todos los temas… Y dejándose un poco de la suya en el intento.
Para este disco se han dejado acompañar por Mike Mogis, componente de los celebérrimos Monsters of Folk y habitual de Bright Eyes, que les ha producido impecablemente y ha sabido trasladar a las once canciones que componen el álbum un aura de serenidad sonora (por raro que parezca) que le da al conjunto cierto empaque de perfección. No se sabe hasta qué punto uno quiere que la vociferancia y alma juguetona de Man Man -que, reveladoramente, habían prescindido de la figura el productor hasta ahora- responda a los prefectos de una producción espartana, pero lo cierto es que el resultado es notable. Y en «Life Fantastic» (Anti-, 2011) dejan de sonar a piratas borrachos para sonar como bluesmen expertos y experimentados, con el ron calentándoles la traquea pero sin nublarles el sentido. Los pianazos y la voz de Honus Honus suenan limpios y contundentes como nunca, y toda la parafernalia instrumental que decora los temas (violines, flautas, oboes, xilófonos, percusiones varias…) se ensambla con tiro certero. Menos vibrante, pero sí más ordenado.
Han dejado atrás la cacharrería y suenan más serios y… ¡oops!, profundos. No es que antes no lo fueran, pero el envoltorio ruidoso de sus anteriores canciones jugaban bastante al despiste con la profundidad de sus temas. Man Man siempre han sonado divertidos y taberneros, pero en «Life Fantastic«, como para contrarrestar el optimismo que despide el título, habita un sentimiento casi tétrico: la mayoría de temas son nanas de medianoche. Algunas suenan a pesadilla o a despertar por culpa de un autobús retumbándote al oído, y otras a maliciosa cantinela viperina y peligrosa en sus segundas intenciones. El mismo Honus lleva diciendo desde sus comienzos que el próximo disco sería “más oscuro”, y la caída libre desde sus inicios hacia lo tétrico y malrollero ha encontrado en este último trabajo la resolución a ésa voluntad.
Aquí hay, como siempre, rupturas y despecho, pero también cadáveres que aparecen envueltos en plástico en medio de un picnic y padres diciéndoles a sus hijos que el mundo se está muriendo («Life Fantastic«) y personajes grotescos que se destrozan los dientes comiendo “hard-tasting candy” («Spookie Jookie«). También hay experimentación y ganas de jugar, como siempre. «Knuckles Down» es un buen comienzo algo continuista, con ese espíritu de auténtica banda sonora de «Piratas del Caribe«. «Piranhas Club» y «Houte Tropique» son un par de bizarradas de rollo playero tropicalista y con un curioso puntillo doo-woop que no deben tomarse tan en serio como otros temas (aunque ése “the world is a shit show, as bad as the sequel” que escupe Honus en «Piranhas Club» igual sí que tenga voluntad de ser tomado en serio). En «Dark Arts«, el cantante se desgañita explicando un accidente que lo dejó casi para el arrastre, y lo hace en una de las mejores canciones de la historia de la banda: una inquietante y frenética nana gótica que consigue dejarte exhausto. Mientras que en «Shameless» recuperan el sonido circense gamberrete por el que son tan conocidos. luego están las canciones en las que dejan de ir a piñón y se permiten juguetear con los instrumentos y las melodías y demostrar que no son sólo una pandilla de hooligans armados de guitarras y un piano, como en «Steak Knives» y «Oh, La Brea«, que oscilan entre el rock intimista y la broma sentida.
Con Nick Cave & Cía. con las pichas enredadas totalmente en Grinderman, consuela saber que queda algún digno heredero de aquél increíble e inimitable «Murder Ballads» (Mute, 1996) que marcó una época y cuyo legado musical se evaporaría en el aire como la pólvora después de un disparo. Man Man no son sólo cuatro tíos con ganas de guerra y de liarla: con este disco, se confirman como los ejecutores de un universo lírico totalmente propio, como entusiastas trovadores de nuestro tiempo que se mueven por los márgenes de la música sin más intención que hacer llegar a cuantos más mejor su sentido paquete de historias, fábulas contemporáneas representadas con sonidos añejos que pican de aquí y allá pero con unas raíces y un fondo muy bien definido.