El primero era mejor… Lo dijeron Manos de Topo cuando se les ocurrió titular así su segundo disco y lo solemos soltar cual tópico inevitable cuando rajamos de arriba abajo el tan difícil y temido segundo álbum de determinado grupo que anteriormente había recibido alabanzas por doquier gracias a un brillante y sorprendente debut. No ahondaremos una vez más en la conocidísima historia que relata y describe cómo se desarrolla ese proceso descendente cuyo final siempre es el mismo: batacazo o, siendo benévolos, patinazo. Para desgracia de los británicos (aunque a nivel de sonido parezcan norteamericanos) Male Bonding, su breve biografía ya recoge tan fatídica circunstancia. Es posible que resulte cruel afirmarlo con tanta rotundidad, pero este trío londinense estaba destinado a compartir el resurgir del noise-rock noventero junto a Jaill y a igualar el impacto ruidoso de No Age en el momento en que ficharon por Sub Pop, sello que acoge a las tres bandas y que se convirtió en el estandarte legendario del género. En un principio, había llamado poderosamente la atención que una formación no estadounidense con ínfulas de rompe-cuerdas de guitarra eléctrica fuese recibido con los brazos abiertos por la discográfica de Seattle, aunque los hechos fueron confirmando que los ingleses poseían razones y virtudes suficientes para explicar su entrada en ella: un rock abrasivo, contundente, incendiario y, a veces, melodioso basado en la mejor tradición yanqui perpetuada por Dinosaur Jr., Superchunk, Pixies y Sonic Youth. Es decir, que en su música no había (ni hay) rastro de la pérfida Albión.
Su álbum de estreno (ese que era mejor), “Nothing Hurts” (Sub Pop, 2010), cumplió con las expectativas y encumbró a Male Bonding al podio del noise del siglo XXI por la vía rápida. Quizá por ello, los británicos intentaron aprovechar tal inercia y no tardaron demasiado en ofrecer su continuación, “Endless Now” (Sub Pop / Pop Stock!, 2011): un año y tres meses. Sin embargo, y pesar de mantener una apariencia sonora similar y fiel a los postulados del trío, a su nuevo LP le faltan los matices que abundaban en su antecesor, los detalles que lo diferenciaban de muchos de los trabajos de la joven hornada ruidista: antes, el acelerador se mantenía apretado a fondo pero iba oscilando sus movimientos a través de breves trallazos en función del desarrollo del disco (“Franklin” era el corte que ejemplificaba a la perfección ese modus operandi); ahora, el nervio sigue firme, bien tenso (no hay más que atender a los imparables seis minutos y medio de “Bones”, que sigue a rajatabla la fórmula maestra de Kim Gordon, Thurston Moore y compañía), pero inamovible (sólo se corta en la acústica, escueta y anecdótica “The Saddle”).
Tal derroche de energía se agradece, por otra parte, pero hace pensar que Male Bonding optaron sólo por elevar la velocidad de crucero sin dejar lugar para el juego melódico, con el consecuente peligro de que el conjunto sonase monótono y sus piezas resultasen muy semejantes entre sí. Únicamente “Seems To Notice Now” parece escapar de dicha potencia uniforme al mostrar una marcada línea pop, la cual destaca tras el inicio arrollador compuesto por “Tame The Sun” y “Carrying”. Como no podía ser de otro modo, las guitarras son las auténticas protagonistas de “Endless Now” al llevar el peso de las composiciones desde su comienzo hasta su final: el tramo central del álbum se dibuja según esa directriz (en él sobresale “What’s The Scene?”, con sus palmas y coros surferos) y se estira hasta el cierre sin cambios de marcha (“Channeling Your Fears” y “Dig You Out”). Con lo cual, aquí no hay misterio, las cosas están claras: este es un disco para escuchar de una tacada, sin respiro, teniendo en cuenta que, desde el arranque, el déjà vu va a ser constante a medida que transcurra el minutaje… Pero entre canción y canción, no con respecto al primer álbum, “Nothing Hurts”. Porque, recordemos: ese era mejor.
Male Bonding – Bones by subpop