«Hurry Up, We’re Dreaming!» (Naïve, 2011) es un disco épico. Con todas las letras. Eso puede provocar decepciones cuando las expectativas del directo de M83 son altas, pero lo que vivimos el pasado 9 de marzo nada tuvo que ver con eso. Ninguna decepción a la vista y sí la idea general de que el concierto de Anthony González fue sublime e incluso tan épico como su último disco, a pesar del calor y el abarrotamiento de gente que se vivió en la barcelonesa sala Razzmatazz. Cuatro músicos acompañaron a Anthony a través de este viaje hacia las estrellas. Guittarra, batería, Morgan Kibby a las voces y teclados y un saxofonista que sólo apareció para tocar unos segundos en el tema «Midnight City«. Una banda que ayudó a crear ese sonido espectacular y poderoso, que inundó las paredes y el aire, creando una atmósfera llena de intensidad y magia.
Empezaron con la «Intro» de ese último disco y apareció en escena la máscara de la portada de «Hurry Up, We’re Dreaming!«, dotando ese momento de teatralidad y dándonos a entender que el espectáculo no había hecho más que empezar. Después de eso todo fue ruido, energía y explosiones de sonido, fuegos artificiales y estrellas que se iluminaban detrás del escenario. Un viaje cósmico en el que sonaron temas de su anterior álbum «Saturdays=Youth» (Virgin, 2008) como «Graveyard Girl«, alternándolas con todas esas canciones que nos ha dado su último álbum y viviendo momentos llenos de comunión y euforia colectiva con jitazos como «We Own The Sky» o la mencionada «Midnight City«, probablemente dos de las canciones más conocidas de Anthony Gonzalez. Una hora y cuarto llena de momentos de éxtasis, pero también hubo algún momento para la quietud con temas como «Year One, One UFO» que, si bien pudieron bajar un poco la intensidad general del concierto, tampoco desafinaron tanto en el repertorio que M83 preparó para esa noche de viernes. Para acabar, se decidieron por la dupla de la mítica «Skin of the Night» y «Coleurs«, y aunque les faltaron otros temas como «Kim & Jessie» (¡imperdonable!), la sensación general fue la misma: la de haber vivido una orgía de sensaciones que probablemente se repita en el próximo Primavera Sound con el añadido de que será al aire libre y en un festival. No nos queremos ni imaginar los infartos que esto podría provocar… Pero si eso ocurre, habremos muerto de felicidad y éxtasis, vencidos por un sonido apoteósico.
[Miriam Arcera]