La cuarta temporada de «¿Quién Quiere Casarse Con Mi Hijo?» ya está entre nosotros… Y lo primero que hay que hacer es llevar a los hijos tróspidos a juicio.
[dropcap]J[/dropcap]usto antes de que ayer 14 de enero se emitiera el primer capítulo de la cuarta temporada de «¿Quién Quiere Casarse Con Mi Hijo?«, alguien me comentaba que ya estaba cansado de esta nueva manga de la serie cuando todavía ni había arrancado. Lo admito: me hizo dudar. Puso en tela de juicio lo que yo creía que era una fe ciega. Llevaba varios días con este acontecimiento marcado en mi calendario como uno de mis momentos de despiporre más esperados de todos los tiempos… Y, sin embargo, tuve que planteármelo: ¿estaba con un empalme (figurado) de cojones (nada figurados) por lo que el programa ha acabado significando para muchos de nosotros o porque el programa siga mereciendo la pena?
No tardé en dar con la respuesta: a ver, señores, señoras, tróspidos y engendros de diverso pelaje, ¿no se acuerdan ustedes de aquel poltergeist de nombre Leti (vi-vi-vi-vi-¡vivalafiesta!)? ¿Ya nos hemos olvidado del tormentoso affair entre Andrea y Víctor? ¿Has dejado de utilizar todos los neologismos que introdujo en nuestra lengua Mari Carmen? ¿El complejo de Edipo de Alexis y su padre Armando no significó nada para ti? ¡Pues eso! Justo ahora hace un año que estábamos en pleno fragor de la batalla en la tercera temporada de «¿Quién Quiere Casarse Con Mi Hijo?«, lo que viene a significar que hemos estado huérfanos de Luján y sus cachorros durante demasiado tiempo. Así que sí, el palotismo estaba justificado y, de hecho, lo que se pudo ver ayer en Cuatro lo volvió a dejar bien clarito.
¿Que tanto este programa como su versión femenina «Un Príncipe Para Una-mamarracha-random» están más guionizados que una película de Pudovkin (para los menos versados en historia del cine: director ruso creador del concepto «guión de hierro», que es tan jodido y cuadriculado y ruso como suena)? ¿Que, dependiendo de cómo te sople el siroco, el montaje de sonido puede cargarte más que una comida familiar con esa tía tuya que tiene una risa más penetrante que la de Loreto Valverde (aquí acabo de perder a todos los lectores de menos de 30 años)? Puede ser. Pero, hijo mío, si fuiste capaz de ver el primer capítulo de la cuarta temporada de «¿Quién Quiere Casarse Con Mi Hijo?» y no vibrar un poquillo como una zorrupia en celo, es que no tienes alma.
Yo lo ví. Yo lo vibré. Y sé que no tiene mérito porque soy un poco 24 Hour Zorrupia People, pero precisamente por eso no he podido evitar la tentación de dejar por escrito aquí y ahora mis impresiones iniciales de los cinco candidatos de este nuevo «¿Quién Quiere Casarse Con Mi Hijo?«. ¿Serán válidas mis percepciones cuando lleguemos al final de la temporada? ¿Habrá alguien que me obligará a tragarme todas estas palabras una por una? ¿Saldrá Leti para enseñarle a las candidatas cómo conseguir que sus melenas nazcan cuanto más lejos de sus cejas mejor? ¿Saldrá Alexis como candidato sorpresa para el hijo gay? Todo es posible. Pero centrémenos en lo que tenemos sobre la mesa, que no es poco.
RAFA: EL QUE TE VA A DAR ASCO. Rafa fue el primer hijo que nos presentaron y, más que seguramente, el que más vamos a odiar durante todo el programa. Pero que conste que no es rabia tipo «yo soy más pobre que la cerillera de Dickens y ver a este papanatas con tres Ferraris me toca las pelotas«, no. Es más bien una rabia del tipo «tu cara me da asco, tu labio inferior me da asco, tu bronceado me da asco, tu pelo de mierda me da asco, tu mirada de pasaba-por-aquí me da asco, tu ropa me da asco y, por si fuera poco, tu madre me da asco en concreto y en abstracto«. Vamos, que es menos odio de clase y mucho más odio directo, concreto, teledirigido contra un espécimen que no debería existir entre la raza humana si no fuera porque la naturaleza es así y provoca mutaciones: a uno le salen tres brazos, y otro le sale un Rafa.
Lo más jodido de todo es que, más allá de la rabia íntima y personal que este chaval pueda levantar, es que tiene algo que debería ser ilegal en «¿Quién Quiere Casarse Con Mi Hijo?«: es aburrido hasta decir basta. En comparación con el resto de hijos, Rafa palidece por saltless. Aun así, vamos a por sus highlights, que no fueron pocos:
- Rafa afirma que, no sé, a lo mejor es superdotado. Que no se ha hecho nunca la prueba. Pero que se lo han dicho muchas veces, y si se lo han dicho tantas veces por algo será, ¿no?
- El chaval tiene tres secretarias… y su madre. Esto podría parecer una chorrada si no fuera porque la mujer le pide cita para hacerse un peeling cuando están en el hotel y selecciona los modelos para que elija qué vestir ese mismo día. Nene, esto no es una secretaria: es una concubina.
- Rafa dice que lo de su peinado es único: tupé, pinza del pelo y coletilla samurai. A ver, cari, esto es como lo de ser superdotado: si nadie más en Marbella lleva tu pelo, por algo será, ¿no?
- La madre de Rafa comenta como quien no quiere la cosa que Marbella es un lugar sin problemas porque, jo, qué poco guay que es eso de que te sientes en un restaurante y el de la mesa de al lado esté llorando porque no tiene dinero. Qué queréis que os diga… A mi me jodería más que se sentara a mi lado esta señora con esa piel grasienta que tiene (¡que se pague un tratamiento anti-sebo o algo!) y con ese acento que todavía no sé si es de prostituta rumana, de analfabeta francesa o, simple y llanamente, de monga irreversible.
- Christopher es el hermano pequeño de Rafa. Él le llama «mini-yo», pero nosotros preferiremos llamarle «Julián Muñoz en versión Benjamin Button«.
- ¡Qué bien escogido ese «Gangsta’s Paradise» como banda sonora para esta familia!
- Dely, la candidata preferida del pueblo, se presenta diciendo que tiene 24 años, 12 por cada teta. Dely dice que bebe muy poco alcohol, tan sólo una copita al día. Dely está muy loca. Dely está como una puta cabra. Dely es de las que sacan un machete en medio del programa y se carga hasta al encargado de raccord.
- Sara, la candidata preferida de la clase pudiente, se presenta diciendo que le gusta Cartier y que le pirra Aristocrazy. Sara dice que le tiene fobia a la pobreza. Sara afirma que sabe francés y se le queda cara de mema cuando le preguntan algo en ese idioma. Sara es algo así como si M.I.A. tuviera dinero y no vistiera como Saruman El Multicolor. Sara dice que los lujos se los paga su papi y que, si no, se lo paga ella con lo que gana de modelo. Sara piensa que somos gilipollas y que nos creemos que puede ser modelo.
- Pili, la candidata preferida de tu abuela, dice que hace milagros. Pili afirma que Rafa le recuerda a Elvis. Pili dice que es la reencarnación de Marilyn Monroe. Pili obvia que más bien es la reencarnación de Mayra Gómez Kemp en sus 50.
- Fatal que Rafa eliminara a Gabriela (la que parecía la hija perdida de los Kardashian) y a la niña de las nieves (de la que ni recuerdo el nombre pero que ustedes ubicarán como «la puta friki que iba con alas y plumas»).
VEREDICTO. A no ser que algo totalmente inesperado ocurra (que Dely tenga un brote psicótico, que Sara cante «Y.A.L.A.» o que Pili se muera por vieja durante la grabación), los fragmentos de Rafa van a ser los que decidas pasar en esta edición de «¿Quién Quiere Casarse Con Mi Hijo?«. Boring to the max.
[/nextpage][nextpage title=»David y Markus» ]DAVID: EL QUE ES TAN FUERTE QUE NI TE LO CREES. Con David empezó a mejorar el nivel del programa… Supongo, sin embargo, que muchos vivirían un momento similar al mío: me pasé varios minutos pensando que la madre de este (no tan) chaval me recordaba a alguien o que a lo mejor ya había salido en alguna edición anterior de «¿Quién Quiere Casarse Con Mi Hijo?«. Cuando, sin embargo, David se pone delante de la tele y vemos a la señora echando las cartas en las pantallas, todo hizo «clic»: ¡es la rival eterna de Sandro Rey a la hora de conseguir el título de Pitonisa Mayor del Reino! Una vez superado el shock, hay que reconocer que la participación de David en el programa es fascinante porque te hace plantear seriamente si los creadores reciben ayudas estatales por este tipo de integración de disminuidos leves en la sociedad.
Sea como sea, al final resulta imposible que Edipo / David y su madre no te caigan bien: se les ve majos, tan majos como esa novia que una vez se echó un amigo tuyo y que lo primero que hizo fue preguntarte por tu carta astral. No, no siguen juntos: tu colega la dejó a las dos semanas. Pero, oye, ¿y las risas que os echáis cuando os acordáisde ella (desde el cariño)? Así vamos a recordar a David y su madre, que nos dieron momentazos tremendos como los que siguen:
- David dice que trabaja ayudando a la gente, cambiándole la vida… Y lo dice en serio: hace chapuzas y les arregla cosas en casa. La verdad, a mi me vendría bien un David en mi vida.
- David está empanado y tiene tendencia a quedarse en blanco mirando al infinito. Si a eso sumamos que es un poco estrábico, el mencionado extravío de la mirada hace pensar precisamente en los ojos de un ciego. Lo que tiene mucha gracia: «Hola, soy David, el hijo invidente de una vidente«.
- A David le gustaría ser un ave. Pero también le gustaría ser un caballo. O un ave. O un caballo. Súper lo mismo, vamos.
- Necesito urgentemente que alguien me explique el pelo de David. ¿Cómo puede ser que esté calvo de la coronilla pero tenga ese pedazo de flequillo con efecto gaviota? ¿Es una especie de digi-evolución del peinado / cenicero de la escena bakala de los 90?
- También necesito que alguien me explique la boca de Rosa. ¿Se puso esos labios mientras dudaba entre convertirse en tarotista o en actriz porno?
- Algo que ya no necesito que me explique nadie es que España es Sagitario. Gracias por la información, Rosa.
- No entiendo cómo puede ser que David no escogiera a Isabel, la poetisa que no se sabe sus propios poemas y que los acaba con un maravilloso «y yastá«. Para más inri, Isabel está estudiando «para ambulancia», que es algo que siempre me ha fascinado y que me hace querer estudiar «para carrito de la compra». Eso sí, por mucho que no lo entienda, tengo que agradecerla a David que la echara: el puteo que se pilla la niña, preguntando si tenía que desnudarse para que la eligiera, fue de órdago.
- Lo de Carina fue impactante: llegó, bailó el baile de la culebrilla poniendo cara de putón verbenero… y se fue. Cuando la echaron dijo que era porque David no había entendido nada, que el baile de la culebrilla depende de cómo tú lo veas. Pues no sé, yo tampoco lo entendí.
- Noelia, la sefardita descendiente de Nabucodonosor que cuenta fábulas, entró pisando fuerte. Pero se desinfló pronto.
- No me queda claro si Oxana, la rusa que David define como «un hada madrina» pero que no dice ni una puñetera palabra en todo el primer programa, acabará siendo un grower o un bluff.
- La mejor de todas las candidatas de David es, sin embargo, Fátima: ella no busca un hombre, sino un pinchito. Es por eso que, cuando el chico se las lleva a comer, no entiende que hablen de gilipolleces intrascendentes porque lo que quiere ella es ronear, mira mi culo, date la vuelta. Literalmente. Fátima tiene flow y quiere que le den caña porque, si no, y de nuevo cito literalmente, «Redes, Punset, zzzzzzz».
- David les dice a sus candidatas que su madre es lo más importante en su vida y que sólo le falta acostarse con ella. Y hasta aquí puedo leer.
VEREDICTO. David tiene mucho potencial… Lo único jodido es que es la típica persona que te pone a huevo hacer mil bromas sobre él pero que, después, te acabas sintiendo fatal porque sabes que es majo. Eso sí, las caras de Violador del Eixample que a veces pone pueden llegar a echar por tierra todo lo dicho.
MARKUS / DANIEL: EL PROTAGONISTA DE ESTA EDICIÓN. Voy a decirlo tal que así: la presentación de Markus / Daniel fueron los mejores cinco minutos televisivos de los últimos años. Si lo viste, sabes a qué me refiero. Todas las ediciones anteriores de «¿Quién Quiere Casarse Con Mi Hijo?» supusieron un mero training destinado a adquirir la suficiente pericia en el montaje audiovisual como para llegar a este Everest catódico. Y mira que el chaval lo tenía difícil: un modelo normalito con una madre que parece la novia de Shrek pero de color humano (y digo esto con lágrimas en los ojos, porque María José es mi madre preferida ever) o, lo que viene a significar lo mismo, los que lo tenían todo para ser los protagonistas sosos de esta edición pero a los que bastó tres minutos para convertirse en el motivo básico para ver esta temporada.
La dinámica entre ambos, además, es pura maravilla y queda resumida en ese momento en el que el niño critica a su madre por no soltar el bolso ni dentro de la habitación del hotel y ella le responde que se acostumbró a hacerlo así porque cuando va a tomar café con las amigas hay mucho mangante por ahí. Lo dicho: entrañable y achuchable. Este, sin embargo, no fue el único must de esta madre y su hijo…
- La historia de Markus es surrealista: en verdad se llama Daniel, pero resulta que, en la primera agencia de modelos que visitó en busca de trabajo, le dijeron que tenía cara de rumano y le bautizaron como Markus. Por favor, que alguien busque la agencia y les haga un examen de geografía, porque me parece que confunden Rumanía con Extremadura.
- Markus, rumano, MJ… Las palabras susurradas a lo anuncio de Calvin Klein van a provocar lloros cada vez que se utilicen en esta temporada.
- Imposible entender el odio de Markus hacia la perrita de María José / MJ: vale que el can es un poco racista y le ladra a los negros… Pero sus montajes con los ojos ensangrentados y lanzando lásers con la mirada fueron canelita fina.
- Markus dice que es un poco maniático… Y yo aplaudo que el programa no haya dudado a la hora de destrozarle la vida al chaval dejando en público que eso no es manía, sino Trastorno Obsesivo Compulsivo.
- Al chaval le gustan las chicas llamativas, travestis pero sin ser travestis y, sobre todo, le mola una nueva modalidad femenina que desde ya debería constar como opción a marcar en los perfiles de Badoo: «putón familiar».
- Dos cosas que no cuadran: para ser modelo, Markus se podía haber vestido un poquito mejor de cara a su selección de candidatas (iba en tejanos y camisa de cuadros); y, sobre todo, para ir de guapo por el mundo debería obviar afirmaciones como la de que McDonalds es como un restaurante de lujo pero más barato.
- ¿Recuerdas lo de «putón familiar»? Si existiera una definición de diccionario, a su lado estaría la foto de la candidata conocida como «lagartona» (según MJ), Prince (según Markus) o Sarita (según ella misma). Porque, a ver, qué puedes esperar de una señora mayora que todavía se hace llamar con diminutivo. Ella dice que tiene 33 años, pero yo supongo que los tiene como Dely: 33 por cada teta… ¡Y seguro que tiene tres tetas!
- ¿Al final Markus echó a la que podía saber el tamaño y la forma del rabo de un hombre mirándole las manos? Lo que está claro es que no le enseñó las manos.
- Rocío. La judoka. «Qué guapa eres». No sé. Que la echen ya.
- ¿Alguien podría decirme cómo se llama la sevillana que dijo que «estudio policía» y que trabajaba «de peluquera y de la noche»?
- «Mi madre dice que llevas un vestido muy corto». «Sí». ¿Soy el único apenado por el hecho de que Natalia no pasara la selección final? Si tuviera la capacidad mental de juntar tres palabras y articular una frase, podría haber sido la Leti de este año.
- Otra que debería haber pasado la criba final: Rosa, la jardinera. ¿Que aquella mirada de loca del coño sumada a unas tijeras de podar asustarían hasta a Freddy Krueger? Sí. Pero precisamente por eso se merecía pasar a la final. Directamente.
- Ojito con Meri, también conocida como Miss World Alahurin de la Torre 2014, que dice que para ser miss hay que saber de todo, que desfila como una muñeca Wendolyn y que es súper partidaria del bipartidismo.
VEREDICTO. Ya lo he dicho, pero lo repito: Markus y MJ son los verdaderos protagonistas de esta edición de «¿Quién Quiere Casarse Con Mi Hijo?«. Si alguien me preguntara, yo quitaría directamente a Rafa y les daría más espacio a ellos.
[/nextpage][nextpage title=»Sandro y Diego» ]SANDRO: EL GAY QUE NO INTERESA NI A LOS GAYS. Reconozcámoslo: los hijos gays de «¿Quién Quiere Casarse Con Mi Hijo?» siempre son los más sosainas. Será que desde la dirección piensan que con el hecho de tener un homosexual en el programa ya han cumplimentado la papeleta o será porque tienen miedo de que, si hacen leña de la pluma caída, se le tiren encima los colectivos gays, siempre súper comprensivos y con un sentido del humor capaz de asimilar conceptos elevados de ironía… Sea por lo que sea, Sandro no va a ser al gay que cambie la tónica general del programa a la hora de abordar sus hijos gayers. Sobre todo porque es un cliché gay viviente. Y eso siempre aburre.
Rosa, sin embargo, es harina de otro costal. En resumidas cuentas: Sandro quiere un chulazo, Rosa quiere una carrera… Y, entre uno y otro, con la casa sin barrer. Eso sí, no nos preocupemos porque ,gracias al casting de candidato,s puede ser que el segmento gay de esta temporada sea un poquitín más interesante que de costumbre. Eso se desprende precisamente de los mejores momentos homosexualos del primer programa…
- Sandro dice que te pone el culo fino fino… Y a cualquiera que sepa de qué va la cosa le bastará una mirada para saber que el chaval es un puro «power bottom«. Pasivorra para las amigas.
- Vale, ahora en serio: Sandro dice que te pone el culo fino fino porque es profesor de fitness y de GAP y de otras cosas que ni recuerdo porque estaba demasiado ocupado alucinando con la ceja producida del niño. Que, por cierto, esta edición de «¿Quién Quiere Casarse Con Mi Hijo?» es de ceja producida todo el rato. Fíjense ustedes.
- #supermelancólico #supersensible #supercliché
- Sandro es Míster Gay Sonrisa Smile 2014, lo que nos obliga a admitir que los homosexuales son tan desviados que son incapaces de ordenar las palabras de forma normal. ¿No es más entendible lo de Miss World Alahurin de la Torre 2014?
- La obsesión de Sandro por los dientes no es ni medio normal. Lavarse los dientes durante cuatro horas al día, tal y como afirma, es rollo «mens esquizo in corpore dentudo«.
- Rosa es la dueña del Casino de San Ginés, que suena ultra fetén en un modo cinematográficamente Scorsese pero que en verdad es un antro donde los viejos juegan al dominó y a las cartas. Ese es el nivel, Maribel.
- Rosa fue secretaria general del PP.
- Rosa sería una buena presidenta para este país. O eso dice ella.
- Tanto Rosa como Sandro son #juancarlistas. Están a favor de la monarquía y no entienden que alguien pueda optar, por el contrario, por la anarquía. Rosa y Sandro son de derechas, pero convienen en que todo el mundo debería ser apolítico. A Rosa y a Sandro les gusta Podemos. Rosa y Sandro tienen una confusión política encima de aquí no te menees. Y recuerda: Rosa y Sandro tienen derecho a votar como tú y como yo.
- Rosa y Sandro encuentran la horma de su zapato en Juan, que es muy madrero y que es estilista, pero que va escasito de cultura y que no vota. Es de suponer que no sabe qué es Podemos y mejor así.
- Comentemos el caso de Samuel: barbudo barcelonés con pinta de hipster que ha estudiado bellas artes. Sandro, que en otra vida fue crítico de arte, le pregunta qué estilo hace: ¿Barroco? ¿Renacentista? El artista responde que lo que él hace es (y cito textualmente) «una reflexión y relectura a nivel social y cultural para poner en evidencia todas las estrategias culturales y sociales que tenemos«. Pinta, por cierto, mezclando pintura y sangre. Samuel fue el primer expulsado. Y no le extrañó a nadie.
- Ojito con la cuota freak entre los gays: Brian tiene la piel atópica y piensa que seguro que eso le gusta a Sandro (suerte que no tiene la sarna); Héctor es fiel a los 80 y a la movida madrileña y no se considera ni hombre ni mujer, sino persona; hay otro que no sabes si viene a «¿Quién Quiere Casarse Con Mi Hijo?» o a «Fama A Bailar» en versión (más) travesti (todavía)… La cosa está fatal.
- El juego de esta edición estará en el zorreo entre los dos candidatos preferidos de Sandro: Ra le pone porque es un chulito lleno de tatuajes (con una cara tatuada en el pecho de alguien que no sabe ni quién es), mientras que Vicente fue compañero suyo en el certamen Mister Gay Sonrisa Smile 2014 y tiene pinta de ser dulce y atento. No hace falta ser la vidente del programa para saber que Ra va a ponerles el culo a Sandro y a Vicente como la bandera de Japón.
VEREDICTO. Señores de «¿Quién Quiere Casarse Con Mi Hijo?«, acepten mi consejo: para la próxima temporada del programa, prescindan de gays aburridos y prototípicos y vayan de cabeza a la comunidad de osos españoles. Mucho más divertido. Ya verán.
DIEGO: EL META-HIJO. Lo de Diego fue pura injusticia: después del segmento aburridísimo de Sandro y sus First Gay World Problems Alahurin 2014, el espectador estaba ya tan cansado que lo de este aficionado al cine y su madre no brilló como tendría que haberlo hecho. Porque, ojito, lo de Diego puede llegar a ser bastante serio: desde el minuto cero, es imposible saber si el programa se está quedando con él o si es él quien se está quedando con el programa. Sus declaraciones y las de sus colegas son lo más parecido que vamos a encontrar en la televisión española al Abed de «Community«: Diego conoce el medio y va dejando caer comentarios bomba que, si van a más, pueden llegar a convertir su fragmento en una experiencia puramente meta.
O a lo mejor me estoy haciendo una paja totalmente innecesaria y Diego no es más que un friki del cine que todavía no se ha enterado de que, después del año 2001, John Travolta y Nicolas Cage son los únicos seres humanos en todo el planeta a los que la ley permite llevar perilla. Sea como sea, el chaval, su madre y sus candidatas trufaron el programa de momentazos:
- Empecemos con una pregunta: ¿por qué Diego tiene tendencia a acabar las palabras con una vocal neutra, eliminando por completo el género de las palabras? Ni idea.
- A Diego le gusta expresarse a través del cine y, precisamente por eso, dirige muchos cortos. Le honra, por otra parte, no ocultar que las reacciones de sus colegas cuando les enseña sus piezas oscilan entre el «¿pero qué basura es esto?» y el «me has hecho perder 17 minutos de mi vida». Sinceridad brutal.
- La madre de Diego es una estrella y por eso se llama Estrella. Ella dice que es Audrey Hepburn en «Desayuno con Diamantes«, Uma Thurman en «Pulp Fiction«, Mae West, Marilyn Monroe… A mi me parece que el mundo necesita más gente como Estrella que niegue la realidad a base de optimismo.
- Estrella dice que fue presentadora de informativos en Televisión Española y que hubo un torero en su vida, pero que estaba casado. La mujer va dejando pistas: dice que el hombre era un figurón del toreo… ¡y de otras plazas! Y tiene que ser fácil dar con él, la verdad, porque toreros pichabravas hay muy pocos.
- Que Diego defina a su grupo de amigos como La Generación del 27 pero subnormal es, simple y llanamente, magistral. Poca broma.
- Antes de que entren todas las candidatas, Diego dice que quiere chicas de todo tipo, incluso una choni a la que hacerle un «My Fair Lady«. De verdad. Imposible hacer bromas con este tipo.
- Por suerte, de las candidatas sí que se puede bromear. Tomemos por ejemplo a esa rusa de la que no recuerdo el nombre (¿Hola? ¿Qué pasa con las rusas en esta edición del programa?), la misma que dice que los españoles somos unos tirados y que en Rusia van al colegio ya con tacón y bolso. ¿Soy el único que piensa que ir al colegio en tacón y bolso sólo puede ser para que te enseñen a hacer la calle?
- Cuidadín con Yasmina, que fue militar durante cinco años y que tiene unas técnicas de autocontrol que son la hostia. Se controla tanto que al final no dice ni una palabra en presencia del resto de candidatas.
- Que nadie se lleve a engaño: de primeras, puede parecer que la favorita freak de Diego va a ser Beatriz, con el pelo rojo, aficionada a la caracterización, al maquillaje, a los efectos especiales y a las películas de terror (por mucho que decir que el primer «El Exorcista» es tu peli favorita sea un lugar común como una casa)… Pero la verdadera freak del programa será Angie, la ilustradora / diseñadora gráfica / diseñadora web / dibujante que parece medio monguer pero que es capaz de tirarse la salsa de soja encima del escote que Diego le toque una teta. Guarrilla guarrilla.
- Con la candidata freak por definir todavía, la que sí que está clara es la candidata choni: Nuria, fanática del leopardo que está escribiendo una novela pero a la que le encanta bailar sevillanas y que tiene como icono a La Húngara. Sí, mi olla descontrola.
- ¿Cuál es el sueño lúbrico de todo hombre? ¿Tetas? ¿Culo? Que va. El sueño lúbrico de todo hombre es una mujer (o algo así) como Ivana, capaz de beberse una jarra de birra del tirón. Si hace eso con la cerveza, imagina lo que hace con la… Pues eso.
- Cómo mola la gente como Ana, la chica que afirma ser «una bola de intrigas» y que no tiene ningún tipo de reparo a la hora de comentarle a Diego que el resto de candidatas le han dicho que no les gusta el chico para nada y que están ahí por el concurso. Por favor, que pongan a esta chica como responsable de estrategia militar en el próximo conflicto con medio oriente, porque lo suyo es la sutilidad pura y dura.
- Rosa intentó conquistar a Diego saliendo con una fusta que, de entrada, yo pensé que era un bastón de Magical Girl. Pero no, era una fusta. Y ella era fan de «50 Sombras de Grey«, un «bet seller» que todo el mundo debería leer y por el que ella siente un fervor especial. Sumemos: «50 Sombras de Grey«, fusta, todo el rato hablando de sexo… ¿Resultado? Sí, Rosa es virgen. Y también es eliminada en tres, dos, uno.
VEREDICTO. Diego tiene madera para ser el protagonista de una serie meta-televisiva, así que «¿Quién Quiere Casarse Con Mi Hijo?» puede convertirse en el laboratorio de pruebas antes de que alguien se anime y lo convierta en un Dan Harmon a la española. [/nextpage]