En una edición en la que lo que se ha premiado han sido el exceso, la ironía y la diversión a tutti pleni (ahí está ese merecidísimo premio a «EXÓTICA» de Brian&Beast), Yiorgos Eleftheriades volvía al 080 con su espartana propuesta de elegancia pura y depuradísima realizada con materiales ecológicos y naturales. Como si en lugar de un desfile de moda fuera una puesta en escena de una historia construida a base de bellísimos origamis, el griego presentó “Estimulación excesiva de un tipo específico #2″, una propuesta de verano lineal y muy centrada en la sastrería. El suyo es un trabajo mucho más conceptual que el de otros diseñadores que pudimos ver en esta edición: las colecciones de Eleftheriades en general buscan la elegancia femenina y masculina por encima de cualquier cosa, incluso de la posibilidad de ser ropa que se pueda vestir en el día a día.
Su nueva colección parecía habitada por prendas esculpidas en el cuerpo de los modelos, y ya desde la distancia se podía ver una preocupación por el detalle bestial: que la sencillez de sus patrones no llame a engaño, cada pieza parecía tener mil y una capas que se superponen una encima de otra creando pliegues, plisados y formas originales y muy estructuradas. El griego trabajó colores básicos y relajantes: tierras, amarillos pastel, verdes oliva, cremas, beiges y los siempre imprescindibles blanco y negro. Prácticamente no hubo estampados, si acaso algún tye-dye o alguna flor tamaño XXL que recordaban a la colección más japo de Prada combinados en riguroso blanco y negro.
La colección de Eleftheriades funcionó como un sobrio paréntesis entre la locura de otros diseñadores más jóvenes que habían apostado por una moda mucho más ufana y callejera. Lo suyo fue un punto y aparte de elegancia y sobriedad. Lo que se dice, otro nivel.