A veces, las mejores cosas te las encuentras por casualidad. Nosotros íbamos a ver a Krizia Robustella durante la mañana del martes en 080 Barcelona Fashion y, de rebote, nos encontramos a primera hora también y después de las «bananas» de la barcelonesa con el desfile de Selim de Somavilla, que presentaba su colección «Three Thousand Words«. Intentamos discernir de qué iría la cosa pero, como siempre pasa con los textos que presentan las colecciones, no entendimos nada en la hoja de prensa. El texto decía cosas como que «la colección evidencia una dualidad de sexos, que eventualmente se une para formar uno» o avanzaba que su punto de partida era el cuadro. Todo muy random, muy intenso pero muy difuso a la vez. Tuvimos que vivir todo el show para entender un poco más de la genial creación de este joven barcelonés que trabajó durante dos años en Martin Lamothe , que ya estuvo en la pasada edición del 080 de la mano de Escorpion y que aúna a la perfección el espíritu del swinging London con la modernidad más absoluta.
Se podría esperar una colección que abogara por la androginia y, sin embargo, vivimos un despliegue de sensualidad en las prendas femeninas y de elegancia en las masculinas que nos dejaron con la boca abierta desde que vimos pasar a la primera modelo. Con unos acabados impecables, las prendas para mujer se construían como delicados vestidos rectos y faldas de plisado amplio de evidente inspiración sixties que rompían con la ingenuidad del corte gracias a unos estampados y unos materiales muy roqueros (aquí también hubo tartanes, pero usados de una forma mucho más sutil y elegante que en Mango y se combinaban con cueros o piedras brillantes). Para los chicos, se apostaba por los tejidos tornasolados, los pantalones de pinza y la ruptura de una discreta elegancia dandy gracias a unos estampados flores y muy vivos. Aunque los protagonistas fueron, sin duda, los zapatos. Y todo en tonos burdeos, mostaza y azul marino. Al final nos quedó la agradable sensación de haber visto una de esas colecciones que son llamativas sin ser atrevidas, que se quedan en tu memoria sin mucho fuego artificial. Sobria y efectiva. Y, con ella, Selim de Somavilla se ha convertido en un talento a seguir la pista.