Segundo desfile de la jornada y, como el año pasado, se repetía el combo Krizia Robustella / Selim de Somavilla a primera hora de la mañana (lo que en algún momento ha hecho que esa sensación de «hora de la marmota» que suelen tener estos eventos se nos mezclara con el sabor a café matinal). Como si los organizadores nos quisieran hacer ver uno y otro lado de la moda barcelonesa: el lado más sporty de Krizia y el más classy y contenido de Selim. Las dos caras de la moda joven catalana.
De nuevo, la colección del barcelonés ha sido un winner total aunque se alejara bastante del estilo 60s que tanto nos enamoró en su anterior propuesta. Para el próximo invierno, Selim abandona las calles de Londres y se mete de lleno en una comunidad Amish de la America Profunda (pero una comunidad Amish muy muy guay, claro) para crear un misterioso western darks. El diseñador apuesta por telas contundentes y calentitas: lana, algodones y tejidos más tecnológicos que contrastan con el rollo más tradicional de los cortes de algunas prendas. El desfile empezó con un rigurosísimo negro (y un Jon Kortajarena en plan sueño húmedo de las brujas de «Coven«), evolucionó hacia el gris, el azul y los tonos tierra y acabó en una locura de colores granates brillantes. Vimos poca ropa para mujer (aunque lo que vimos fueron vestidos que nos quitaron bastante el hipo) y mucha propuesta masculina: pantalones tobilleros con cremalleras y mucha textura (pantalones, chalecos y chaquetas acolchados, por ejemplo) con unos estampados regios y contenidos y también camisas con transparencias y lazos. Elegante y comedido en esta ocasión, Selim demostró que siempre es una apuesta segura que lo pone todo en la elegancia y la tradición. Y nosotros rendidos a sus pies, claro.