Manuel Bolaño presentaba en 080 Barcelona Fashion su «Palomo Cojo»: una colección fascinante que te obliga a inventarte tus propios cuentos.
Manuel Bolaño ha conseguido lo que ha de ansiar todo diseñador de moda: que cualquiera que asiste a sus desfiles se vea obligado a dejar colgada en la puerta cualquier tipo de noción preconcebida en lo que a tendencias se refiere. Bolaño no opera en el aquí ni en el ahora. Bolaño opera dentro de su propia cabeza… y habrá que ponerle velas al santo de turno para que siga así durante el resto de su carrera, porque lo que hay dentro de la cabeza de este diseñador es un imaginario inagotable, inabarcable, único, exuberante y con una capacidad inaudita para sorprender a cada nueva colección cambiándolo todo sin cambiar nada.
En esta ocasión, Manuel Bolaño presentaba en el marco del 080 Barcelona Fashion su colección para el próximo otoño / invierno 2015-16. El título, «Palomo Cojo«, podría tomarse inicialmente como una referencia poco velada a la homosexualidad mal vista en otros tiempos… Pero lo cierto es que, observando la colección sobre la pasarela, quedaba claro que a Bolaño le interesa el concepto de animal puro vulnerable y herido por encima de cualquier tipo de orientación sexual: la colección al completo supura un sentimiento de nostalgia por un pasado lejano que se está desintegrando poco a poco, convirtiéndose en polvo o en cenizas, en polvo y cenizas, un pasado desde el que sólo llegan hasta el presente destellos cada vez más difuminados que, sin embargo, son capaces de transmitir una fascinación profundamente magnética.
En «Palomo Cojo» convive la magnánima elegancia de unos 60 psicodélicos a los que se ha drenado del colorido más cliché con una especie de ajado look traveller, de refugiado de posguerra que sólo puede soñar con las estrellas de la gran pantalla pero en sus propios términos: tanto en la silueta del hombre como de la mujer Bolaño vive la posibilidad de un star system que no se alimentara de la estética ampulosa de La Croisette sino del lujo abuelil de un pueblo de Polonia. Superposiciones, blondas, estampados florales retro, pieles, look pastoral… Sea como sea, tanto la silueta del hombre como de la mujer Bolaño se pierden la una dentro de la otra: las mujeres llevan pantalón y los hombres faldas, en un fascinante eco de la androginia exultante que vimos hace unos días en la semana de la moda de París.
Pese a todo, cuando el último modelo de «Palomo Cojo» abandona la pasarela y se apagan las luces, cada uno de los espectadores se queda en la oscuridad con sus propias percepciones, con sus propias historias. Yo os he explicado la mía, pero seguro que encontraréis quien os cuente una historia completamente diferente. Ahí está la magia de Bolaño: en ser un cuentacuentos que nos obliga a explicarnos nuestros propios cuentos.