La referencia de Miquel Suay para su colección «Lapislázuli» presentada en el 080 Barcelona Fashion eran claras y efectivas: Mediterráneo, mar de colores.
Incluso alguien que desconociera por completo de qué iba la colección que Miquel Suay presentaba estos días en el marco del 080 Barcelona Fashion podía salir del desfile con una vaga idea de lo que allá había ocurrido: el color azul como hilo de plata que une las diferentes partes de la colección, los detalles de color como un ente acuático que flotaba sobre las prendas, lo mutable, el eterno movimiento luchando siempre contra unas siluetas regidas por la razón, por las líneas rectas que, sin embargo, buscan también siempre un concepto inédito de dinamismo. Sí, todo eso podía verse en «Lapislázuli» aunque no te hubieras informado previamente sobre las intenciones de Suay.
Pero eso sí: si conocías las intenciones del diseñador, seguro que lo flipaste más todavía. Y es que afirmaba Suay que su mayor fuente de inspiración para esta colección de primavera / verano 2016 era ni más ni menos que la Sala XX de los Derechos Humanos de la ONU, obra de Miquel Barceló: la Capilla Sixtina del Siglo 21 que, vista desde el suelo, es algo así como un mar vuelto del revés, con su explosión de colores latiendo dentro del azul puramente Mediterráneo. Al fin y al cabo, esas son las aguas de las que ha bebido Suay para su nueva colección: las aguas del Mediterráneo.
La pulsión femenina latía por debajo de la propuesta puramente masculina de «Lapislázuli» : blondas minimalistas, chorreras, bordados, capas, tablillas…
Todo esto se ha traducido en una colección en la que ha habido dos tensiones básicas. La primera de ellas has sido entre la sastrería prêt-à-porter (en las formas rectas, la elegancia generalizada, los tejidos nobles) y ciertos aromas a active wear (chaquetas de cortes deportivo, cremalleras, cordones deportivos como cierre de pantalones no deportivos). La segunda y más interesante ha sido la pulsión femenina que latía por debajo de la propuesta puramente masculina de «Lapislázuli» : blondas minimalistas, chorreras, bordados, capas, tablillas… Todo, repito, unido por un mar de colores que habitaba el azul siempre presente en la palma de la mano de los modelos. Como decía el cómic en el que se basa «La Vida de Adele«: el azul es un color cálido.