La gran pregunta antes de que empezara el desfile de Manuel Bolaño de esta edición del 080 Barcelona Fashion era si el diseñador barcelonés metería en su colección su elemento fetiche: los osos de peluche. Y sí, cuando el desfile ya había avanzado y mostrado algunos de los looks, llegaron los modelos masculinos con enormes cajas de regalo (¿bombones?) y grandes cestas con ositos rojos mirando al público. De nuevo, la infancia y la ensoñación, esos elementos recurrentes en el imaginario de Bolaño, estaban también presentes en su nueva colección de invierno.
El cambio al respecto de su anterior propuesta fue bastante espectacular: si en su propuesta de verano el diseñador abrazaba los tonos pastel (el turquesa y el aguamarina), en esta colección la apuesta iba hacia los tonos más llamativos, con el fucsia, el naranja y el amarillo como grandes protagonistas. La colección se centraba en texturas contundentes y materiales muy invernales, y destilaba ese candor romántico que siempre podemos ver en todas sus colecciones y que esta vez se inspiraba en la primera cita que tuvieron los padres del diseñador: ellos llevaban regalos para agasajar a sus amadas, ellas se tapaban la mirada con gafas oversized con un rollo muy 60s y miraban al público a través de ellas con timidez mientras esperaban que el amor pasara por su puerta.
«Soixante-Quatorze» resultó ser una colección muy femenina, de inspiración muy romántica que se dejaba acariciar por lazos grandes, hombreras drapeadas, mucha superposición de prendas y volúmenes holgados. No convenció tanto como la anterior, pero dejó un agradable gusto a romanticismo y a San Valentín…. Perdonadnos la cursilada.