Miriam Ponsa, la ganadora de la última edición de 080 Barcelona Fashion pasa la reválida con «L’Exili», una colección brillante que remite a la Posguerra emigrante.
Los zapatos de Miriam Ponsa en esta edición del 080 Barcelona Fashion son los que, sin lugar a dudas, ningún otro diseñador querría llenar. A ver, no me estoy refiriendo a los zapatos «diseñados» por Ponsa, evidentemente, sino que más bien estoy tirando del refranero abuelil para venir a decir que, tras salir vencedora de la anterior edición de la pasarela de valores emergentes de la Ciudad Condal, Miriam Ponsa tenía por delante una de esas gestas que se le harían cuesta arriba al caballero andante más experimentado: pasar la reválida cuando todos los ojos están puestos sobre ti (y sobre tu colección).
Sea como sea, desde que se hizo público el concepto de la colección para otoño / invierno de 2015-16 de Ponsa, quedó claro que la diseñadora venía pisando fuerte. Ojito con el percal, que tiene su miga: año 1939, las tropas franquistas van empujando a un total de más de 470.000 almas fuera de las fronteras españolas. Dentro del país sólo hay espacio para una voz: la voz del totalitarismo franquista. Los nuevos exiliados llegan a Francia con un doloroso y sangrante sentimiento de nostalgia en su interior… Y ya se sabe: el exterior suele ser la expresión directa del interior, una materialización muchas veces más involuntaria de lo que desearíamos.
En el caso de «L’Exili«, Miriam Ponsa ha conseguido deslumbrar (again and again) en la pasarela del 080 Barcelona Fashion doblegando el concepto (que es allá donde se pierden otros diseñadores) y poniéndolo al servicio de la propia colección. De esta forma, las capas acumulativas de tejidos y prendas remiten directamente a las superposiciones habituales en tiempos de precariedad, los tejidos dan prioridad a la cualidad de abrigo (priorizando un voluptuoso punto cuanto más grueso mejor), los volúmenes optan por un oversize cómodo que deja claro que la escasez obliga a echar mano de cualquier talla, las siluetas cogen un poco de aquí (el traveller deslavazado) y un poco de allá (el rollo militar)… Los colores, por su parte, se extinguen casi por completo: «L’Exili» es un festín de blancos, negros y grises con mínimas concesiones a azules oscurísimos. Pero que el color no haga acto de presencia no quiere decir que también se abandone el optimismo: la colección de Miriam Ponsa no se queda varada en la auto-conmiseración, sino que más bien parece tomarse el exilio como un refugio desde el que mirar hacia el progreso y el futuro con ojos limpios y esperanzados.