El 080 empezó el día 29 de enero con el desfile de Mango, pero nosotros preferimos asistir al desfile paralelo que había montado la diseñadora barcelonesa Krizia Robustella para presentar sus próximas propuestas de invierno. Era un poco como escoger entre la noche y el día, ¿verdad? Y, efectivamente, la elección mereció la pena porque, aunque ya sabíamos que Krizia es un geniecillo que va bastante a la suya (y por eso mola tanto y es tan querida y respetada en los círculos fashinísticos), no nos podíamos ni imaginar lo que tenía preparado para presentar a sus «Black Gold Kings«, su particular y muy irónico homenaje a las canchas de baloncesto, el brilli brilli, los boomboxes y los jeques de Oriente Medio.
Estábamos convocados a la salida del Centro Aragonés, en la calle Joaquin Costa, pleno corazón del Raval. El nombre no engaña y el sitio es tal que así: el Centro Aragonés es un local donde se juntan señores y señoras, aragoneses o no, de una cierta edad a echarse sus cañas, tomarse sus cafeses y compartir partidas de mus. El moderneo convocado desfiló al entrar ante las atónitas miradas de estos señores que vieron su apacible tarde sacudida por la presencia de una gentuza (nosotros) que para ellos seguramente iba vestida como si acabara de salir del mismo infierno.
De entre los terciopelos del escenario donde nuestros amigos del Centro Aragonés se bailan sus pasodobles de vez en cuando, apareció Lucúos de Heels&Cigarrettes, sentado en un trono y parapetado entre dos chicas que observaron estoicamente a todos los modelos desfilar desde las alturas dejando una estampa de lo más harén gangsta. Y, entonces, los looks se sucedieron… Krizia mezcla como nadie el sport y la decadencia deluxe, sabe combinar sin que chirríen los estampados de cadenas, el chándal y las cadenacas oversized. Los estampados corrían a cargo de Pau Sampera y había signos del dólar, logos de Mercedes-Benz y figuras geométricas juntos y muy revueltos. Como no podía ser de otra manera, predominaron el negro y el oro. De hecho, hubo mucho, mucho oro. Todo fake, claro. Aunque lo realmente gangsta hubiera sido poner «pelucos» y «esclavas» de 18 quilates, pero para eso la diseñadora tendría que haber robado una joyería (y como que no).
Como siempre, Krizia se metió a los asistentes al bolsillo gracias a la autenticidad de sus colecciones y a su propia espontaneidad. Cuesta encontrar en estos días alguien con tanto rollo y con esa facilidad para conectar con la muchachada (y no tanto). Es chungo decirlo, pero uno de los mejores desfiles del 080 fue precisamente este, que no estaba incluído en el programa oficial. Lo que son las cosas.