El nuevo EP de Charli XCX producido por SOPHIE, «Vroom Vroom», hace pensar que le ha pasado la mano por la cara a Britney Spears como heredera de Madonna.
Seguir hablando de Britney Spears como la heredera de Madonna es de ser muy antigua, guapa. A estas alturas del cuento, Britney es Britney y Madonna es Madonna, así que lo que toca ahora es seguir buscándole sucesoras a ambas e incluso al resto de divas establecidas. En los últimos tiempos, por ejemplo, parece que ha quedado bastante claro que la nueva Björk será FKA Twigs y que, si Occidente le empieza a prestar la atención que merece, CL puede acabar ocupando el espacio de Madonna como radar fagocitador de tendencias y como antena amplificadora de productores estrella.
Aun así, mejor será parar las rotativas a la hora de hablar de ese triángulo de amor bizarro que muchos han empezado ya a establecer entre Madonna, Britney y CL… Básicamente porque, desde la sorpresa más inesperada y, sobre todo, operando en unos parámetros únicos y originales, Charli XCX acaba de caer en medio de esa figura geométrica, se la ha pasado por el coño y la ha roto a base de bien para que consideremos, como mínimo, un cuadrilátero. Que es donde, al fin y al cabo, tienen lugar las batallas más épicas, ¿no?
Pero vamos por partes. Antes de nada, vaya por delante que si alguien me hubiera dicho hace un par de meses que aquí y ahora estaría escribiendo este artículo, me hubiera partido la caja. Directamente. Al fin y al cabo, lo reconozco: Charli XCX siempre me ha caído jodidamente gorda. No podía con ella. Aunque sus primeros singles podían hacer pensar que teníamos una opción oscurilla a las cada vez más aborrecibles y superficiales divas pop de plástico multicolor, la verdad es que Charli al final no supo estar a la altura. O puede que yo fuera el cabrón en este caso y le estuviera pidiendo más de lo que debería: pensé que esta niña podría llegar a acercar lo goticoso al pop, pero al final todo se quedó en un cliché estético que incluso desapareció de su imaginario poco después del lanzamiento de su primer disco, «True Romance» (Asylum, 2013).
A partir de ahí, a la inglesa procedente de Cambridgeshire se le vio el plumero en su intento de conquista del mercado americano. Un intento que, para ser honestos (y por mucho que me escueza), acabo transmutando en éxito absoluto. Charlotte Emma Aitchison supo de quién tenía que hacerse súper amigui para que su siguiente trabajo, «Sucker» (Atlantic, 2014) se convirtiera en un verdadero éxito: empezó a posturear en toda alfombra roja que se le puso por delante, acabó siendo la artista invitada (ojo: que «artista invitada» es mucho más molón que «telonero») de la última gira de Katy Perry e incluso se marcó un videoclip, el de «Break The Rules«, en el que quería hacernos olvidar que se había criado en estirados colegios británicos, reinventándose como prota alternativa de «Clueless«.
¿Dónde está el problema? Que, hasta ese momento, Charli XCX no había facturado ni una puñetera canción mínimamente relevante. ¿Pegadizas? Vale. Pero se necesita mucho más para entrar en el limbo de las divas… Y ahí es donde a muchos nos ha pillado en bragas con su último y sorprendente movimiento. De repente, y justo cuando la niña debería haber estado codeándose con Ke$ha y otra morralla semejante del star system musical yanki, la XCX dio un inesperado volantazo y acabó poniéndose hasta el ojal de espirulina en una noche de fiesta con la gentuza de bien de PC Music. Una noche de fiesta que dura hasta hoy y que puede que haya transformado por completo la carrera de la artista.
Porque, a ver, ¿quién carajo podía prever que alguien como Charli XCX acabaría congeniando con los maestros de la música para la generación con déficit de atención? Para los profanos: PC Music es el sello / colectivo creado por A.G. Cook y tocado por la mano inconfundible de SOPHIE. Es probable que, si tienes menos de 20 años, no entiendas qué está ocurriendo cuando suena cualquier canción de PC Music y cercanías: breaks, cambios de ritmo, ausencia absoluta de estructura, delirio, desparrame, zapping sonoro sólo asimilable por mentes adictas a la sobre-abundancia de inputs de la era de Internet.
Y aquí llega la gran pregunta: ¿qué hace entonces SOPHIE produciendo «Vroom Vroom» (Vroom Vroom, 2016) el nuevo EP de Charli XCX? Para empezar, lo que hacen estos dos juntos y revueltos es crear un trabajo que sirva de piedra de toque para la nueva aventura discográfica de la niña: Charli ha creado una discográfica que, bajo el mismo nombre de Vroom Vroom, pretende lo siguiente: «Combinando el amor por el pop chicloso y azucarado con el misterio y la oscuridad, los artistas que se presentarán a través de Vroom Vroom serán afilados, potentes y mortíferos. Con ganchos imperecederos y una producción visionaria, estos artistas dejarán su huella en la música pop«. ¿Palabras mayores? ¿Por la boca muere el pez?
Si nos fiamos de este EP, resulta que habrá que andarse con cuidado a la hora de tomarse a este sello a la ligera, ya que «Vroom Vroom» contiene cuatro canciones que no tienen nada de desperdicio: «Vroom Vroom» bascula entre los puentes bombásticos y los estribillos de pop chicloso; «Secret (Shh)» deja en braguitas a todo lo que BOOTS ha producido para la última Beyoncé; «Paradise» asimila los preceptos del happy hardcore de los 90 y lo trae hasta el siglo 21 en compañía de la icónica Hannah Diamond (otro de los puntales de PC Music); y, por encima de todas, «Trophy» debería convertirse en un himno postmoderno no sólo por su referencia directa a «Pulp Fiction» en el sampler «I wanna win, I want that trophy» sino, sobre todo, porque consigue llevar varios escalones más arriba el piyulismo que siempre ha pretendido Britney Spears pero que nunca ha tenido el chocho suficiente para llevar hasta un nivel de burraquismo semejante a este.
Y aquí llegan las comparaciones innecesarias pero tremendamente divertidas. Para empezar, con este EP, Charli XCX le ha pasado la mano por la cara a Britney no sólo al haber publicado la canción que provoca sueños húmedos a la Spears desde hace años pero que la artista sigue siendo incapaz de formalizar en el mundo real. No sólo eso: el hecho de que, contra todo pronóstico, la XCX se haya asociado con alguien como SOPHIE, a priori tan lejos de su propia zona de confort, entronca directamente con lo que siempre ha hecho Madonna pero que Britney nunca ha explorado lo suficiente.
De nuevo, y tal y como ha ocurrido con la entente cordiale entre CL y Diplo, parece que el modelo de la Ciccone sigue siendo el horizonte a alcanzar y superar. Lo jodido es que alguien como Charlie XCX, contra todo pronóstico, haya pasado por delante de la Spears en esta carrera de fondo. Pero bueno, Britney, cari, esto es lo que pasa cuando te quedas sentada en la barra del bar poniéndonte hasta el culo de Frapuchinos del Starbucks. [Más información en la web de Charli XCX]