Best Coast, Vivian Girls, La Sera, Warpaint… Todas tienen en común que son chicas, que no superan los 25 años, que les va la música, que son americanas, que tienen bastante que decir y que les gusta hacerlo mediante el rock en todas sus vertientes, con la vista puesta especialmente en los 60. Y todas nos han dado y nos siguen dando grandes y fructíferos momentos, pero quizá ya iba siendo hora de que alguien le pusiera un toque gamberrete al panorama. Y para eso están aquí Le Corps Mince de Françoise con su primero disco, «Love and Nature» (Heavenly / Music as Usual, 2011), con el que rompen con todo lo imperante en la música de chicas del momento, le añaden un poquito de sal y limón y le prenden fuego. Son finlandesas (aunque jueguen al despiste poniéndose nombre de posible banda de twee despreocupado o siendo en apariencia las presuntas vecinas aficionadas al eme de Au Revoir Simone) y les va mucho la tralla electropopera, las canciones a mil revoluciones y poner del revés al personal a base de temazos espídicos y mucho espíritu rrrriot en plan sintético.
Se llaman “el cuerpo delgado de Françosie” y no, su nombre no es un homenaje a Françoise Hardy, repito: no son nada francesas, aquí no hay ni posturitas, ni caiditas de ojos, ni ensimismamiento. Se llaman así en recuerdo a la gata anoréxica (que murió por negarse a comer) de estas dos hermanas. Ah, los gatos. Por más que queramos, no podemos librarnos de ellos (y mira que estamos en el Año del Perro). Que se bauticen en honor a un gato ya es motivo para hacerles caso. Que lo hagan por una gata anoréxica, en fin… Cuando escuchas las canciones de las dos hermanas Kemppianen (Emma y Mia) descubres que poco hay de serio en ellas, que lo suyo es la coña permanente, el cachondeíto, la tontería y la risa fácil. No en vano, se hicieron populares con «Bitch Life» -hace un par de años y cuando eran tres miembros en la banda: las dos hermanas y una amiga, Malin Nyqvist-. Con su finnish accent pronuncian «Beach» y, como son cachondas pero no idiotas, la incluyeron en el disco bajo el título de «Beach Life«, que es la canción menos LCMDF del conjunto de su primer disco (nada que ver con OMGWTF) pero que es la mejor. En ella levantan el pie del acelerador y aflojan un poco el ritmo trepidante de las nueve canciones anteriores, juguetean con melodías más nostálgicas y rompen hacia el final con una traca industrialoide que deja entrever el increíble talento que tienen estas dos hermanas para procesar el pop y convertirlo en plata electro.
Pero, claro, «Beach Life» no es el mejor exponente del sonido LCMDF. Quizá la que mejor lo sea es «Take Me to The Mountains«, manifiesto híper vitaminado y súper mineralizado del peculiar estilo musical de las finlandesas con la que muy acertadamente abren su disco. Como el main theme esquizoide de un juego de kung-fu, la canción es puro trinitrotolueno en manos de dos colgadas con mucha afición por las Ray-Ban (la primera canción que hiciero se tituló precisamente «Ray-Ban Glasses«) y por criticar a la horda hipster de la que, irónicamente, ellas son un estupendo reclamo. Pero si «Take Me to The Mountains» abre la brecha hacia lo profundo del electro marranote, los dos petardazos que la siguen, «Gandhi» y «Cool and Bored«, las certifican como popitronis que se conocen al dedillo el imaginario electroclash y toda la discografía y menesteres de Le Tigre. Porque, sí, todo «Love and Nature» suena deliciosamente a principio de siglo, a electrónica sueltecica y a noches saltarinas y despreocupadas, cuando Spotify todavía no existía en nuestras vidas, pensábamos que en Rockdelux se inventaban el 30 por ciento de los discos que reseñaban y lo que nos importaba era más pasárnoslo bien que aparentarlo para hacer crónica en Facebook. Los ingredientes para esta particular arma de destrucción masiva son unos bpm elevados a mil capaces de hacer sangrar tus orejas, unos coros agudos capaz de saturarte los nervios si no te pillan con el día (es un disco muy poco recomendable para escucharse recién levantado), melodías pegadizas, efectos de tralla bien procesada y letras chorras que hablan de chicos, zapatos, ropa, ser guay, estar depre y esas cosas. Todo muy Generación American Apparel que no conviene tomarse demasiado en serio pero que mola como paréntesis al día a día y para alegrarse algún momento determinado.
Aunque no lo parezca por su juventud y espontáneos desparpajo y despreocupación, las hermanas Kemppianen ya llevan en la carretera unos años. En su país natal no paran de hacer bolos y son toda una sensación que ahora empieza a esparcirse por el resto del continente. La producción atropellada del disco tampoco debe llevar a engaño, aunque lo suyo es el electropop de guasa: cada bit y cada gorgorito están perfectamente calculados. De hecho, las dos hermanas tienen una prolongada base musical en instrumentos clásicos como el piano, lo que las lleva a conjugar perfectamente música, actitud y efectismo cantarín. Por ello, hay que tomarse la llegada de Le Corps Mince de Françosie como lo que es: un revulsivo a la cotidianeidad, un homenaje a los fines de semana con puente, un recuerdo de las fiestas desenfadas y una oda a ser joven y presumir de ello. No es un disco que te cambiará la vida, pero si tiene más de una canción que te puede alegrar el día.