Las «Elegías de Duino» de Rainer Maria Rilke han sido traducidas al castellano mil y una veces… Pero nunca de forma tan brillante como lo hizo Juan Rulfo.
El mundo ha visto muchos poetas, y muchos que simplemente se hacen llamar poetas, pasearse por sus lares, pero pocos como el austriaco Rainer Maria Rilke, quien dentro del marco europeo sería quizás solo comparable con Hölderlin. Rilke consiguió versificar a Nietzche y a Schopenhauer, y toda su obra poética refleja las enormes revoluciones filosóficas que acontecieron entre finales del siglo XXI y la primera mitad del siglo XX: con un delicado estilo, el autor de los bellísimos «Sonette An Orpheus» construyó en sus obras un fuerte mundo interior que, si bien siempre superior a la realidad inmanente, jamás dejó de preguntarse -con cierto pavor- por ella y sus mecanismos.
De entre todas sus obras, quizás la que más refleje esta búsqueda-rechazo de un contacto con la realidad y la naturaleza sea «Duineser Elegien«, uno de los poemas más bellos y profundos que hayan sido jamás escritos y que el mismo Rilke definió como «Una tormenta sin nombre, un huracán del espíritu«. Traducidas a centenares de idiomas, Sexto Piso edita ahora la traducción que el escritor latinoamericano Juan Rulfo hizo de las «Elegías de Duino» en un volumen bilingüe -puede parecer una obviedad recalcar que la edición sea bilingüe, pues en poesía parece una locura presentar solo el texto traducido, pero no, a algunos editores se les parece olvidar- muy especial.
Y es que, si bien «Elegías de Duino» sea uno de los poemas que cuenta con más traducciones al castellano, jamás por un escritor cuya importancia sea comparable a la de Juan Rulfo. La traducción del autor de la maravillosa novela «Pédro Paramo» va en efecto mucho más allá que una mera traslación lingüística: se trata de una recreación, de una re-escritura, de una nueva obra en sí misma. Una forma muy distinta a la que estamos acostumbrados a leer a Rilke, en la que el espíritu de dos grandes escritores confluye en una sola gran obra.